Opinión

Gremio azucarero, una forma agridulce de verlo

Luis Eduardo Forero Por: Luis Eduardo Forero Medina
El negocio de la caña de azúcar en Colombia está atribuido a megaempresas, sin embargo miles de familias en 21 departamentos del país derivan su sustento del bagazo de la caña.

(En el campo colombiano la pobreza rural se aproxima a la mitad de la población.) Pequeños cultivadores de caña y paneleros no encuentran fácil entrada al crédito, atribuido según el propio gobierno a “la burocracia del Banco Agrario”. Los incendios forestales y la ausencia de precipitaciones son la escama para cultivadores de caña. El nudo para los paneleros, además de los precios bajos, es el contrabando al parecer proveniente de Venezuela, y el verano, época en que ven reducida la producción en más de la mitad.
Para algunos la raíz de esta situación, son las decenas de años que han esperado para instalación del riego, principalmente en la hoya del río Suárez (Santander y Boyacá), y que la tecnología sigue ausente del campo colombiano. “La asistencia técnica por parte del Gobierno, (a los campesinos) ha sido muy mediocre por no decir inexistente”, admitió el presidente Santos.
En el Valle geográfico del río Cauca, que comprende 47 municipios hay 225.560 hectáreas sembradas con cultivo de caña de azúcar; según el Censo Nacional Agropecuario serían 360.000 hectáreas. Esta labor genera 83.000 puestos de trabajo directos y 180.000 indirectos, y del producto no se desperdicia nada, fuera del azúcar que es su principal derivado, se elabora abono, alimento animal, alcoholes, dulces, etanol, guarapo, miel, panela, papel, etc. En Zarzal, Valle opera desde el año pasado la destilería de alcohol más grande del país, de propiedad de uno de los trece ingenios de azúcar.
En tanto que el gobierno nacional trabaja arduamente para reformar el sector, -que se haría en este primer semestre-, los azucareros lograron deshojar 64.000 millones de la multa de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), con un recurso de DLA Piper Martínez Neira. Parte de la multa que quedó en $260.000 millones, sería incobrable y sujeta a engorrosos procesos contenciosos administrativos, por lo que la pesadilla azucarera durará varios años. El consumidor colombiano es el que lleva del bulto, por el precio cada vez más alto del endulzante, en contraposición a los precios internacionales del azúcar que desde 2011 no paran de bajar.
Para que el sector no se derritiera, hace quince años se creó el Fondo de Estabilización de Precios (Fepa), que ahora se habría desviado de ruta. Por denuncias de varias empresas, durante cinco años tres Superintendentes ( G. Valbuena, J.M. de La Calle y P.F. Robledo ) germinaron la investigación administrativa para establecer si en el sector azucarero había amalgamas que aparentemente se ingeniaron los azucareros dictando órdenes al unísono para reajustar permanentemente el precio del ingrediente, y voltearle la espalda a cuatro países vecinos que pretendían importar azúcar al país. “Ni un grano de azúcar a Colombia” , fue el mensaje a los ingenios bolivianos, como surgió de las pruebas brotadas, según la SIC.
El manejo del cartel facilitado supuestamente por Asocaña, se cosechó desde Fepa, donde tienen asiento 11 particulares que acceden por elección popular, y 2 representantes del gobierno. Para los próximos meses el Ministerio de Agricultura se ocupa en general de un Revolcón agrario, y en el sector azucarero de eliminar o reestructurar a Fepa y bajar en 47 puntos el arancel para importar azúcar.