Por:Carlos Fradique-Méndez
Abogado de Familia y para la Familia
DIPLOMADO EN EDUCACIÓN PARA LA VIDA EN FAMILIA (70)
I
Acoso, asedio, amenaza, hostigamiento, persecución, acorralamiento, son conductas con las que una persona pretende de otra un resultado ilegal. En Colombia están penalizados los acosos sexuales, laborales, estudiantiles y en general todos aquellos que generen un daño en la salud mental o tengan como desenlace un suicidio.

El acoso suele presentarse entre personas que tienen relación de poder frente a sus subordinados. En el lenguaje popular podría pensarse en expresiones tales como “El pez grande se come al chico” “El poder es para poder” “El uniforme da poder” “El que tiene dinero manda” “Al patrón obediencia” y otras más.

En el ámbito familiar, bajo el entendido de que la familia es la primera sociedad, el primer Estado con el que tiene contacto el ser humano, es frecuente que ocurran episodios de acoso o de exigencias de obediencia y sumisión.

El marido se cree todopoderoso y exige que su mujer le obedezca, que le pida permiso, que le consulte antes de tomar decisiones y hasta la conmina a que acepte infidelidades o relaciones afectivas paralelas. A veces la mujer, simula aceptar el poder del marido a cambio de recompensas económicas o de delegación de poder.

Los hermanos mayores y los hermanos hombres se creen con derecho a dar órdenes a sus hermanos menores o a sus hermanas a quienes consideran que por ser mujeres tienen menos capacidad para tomar decisiones.

El empleador de servidores en la familia se cree con derecho a exigir más horas de trabajo que el autorizado por la ley y respecto de las empleadas demanda favores sexuales. A veces la empleada acepta el favor sexual, se embaraza y el empleador queda hipotecado por toda la vida y su matrimonio fracasa.

El acoso se da por personas cuya estima está en crisis o por quienes tienen delirios de grandeza y de poder.

Estos comportamientos abusivos se pueden corregir con una buena orientación de un experto en problemas de familia o conductas sociales.

II

Hemos enseñado que la familia es la primera sociedad y el primer Estado en el que convive el ser humano. Todo lo primero se aprende en la familia, como por ejemplo, el idioma, las costumbres alimenticias, el vestuario, el respeto, la civilidad.

Y también se pueden aprender conductas perniciosas o dañinas, tales como las diversas formas de acoso.

Veamos cómo se presenta el acoso dentro del núcleo familiar

El acoso escolar, se presenta en la escuela. La primera escuela es el hogar. Hay papás que les exigen a sus hijos que sean los primeros de la clase y a veces cometen el grave error de enseñarles a obtener la mejor nota sin importar barreras morales o éticas. Y cuando los hijos pierden una materia viene el acoso, la censura, el castigo a veces cometiendo delitos de violencia intrafamiliar. Los hijos tienen sus propias virtudes y fuera de ellas no se les puede exigir actos heroicos. Ayuden a sus hijos a desarrollar sus fortalezas.

ACOSO LABORAL. He conocido, especialmente señoras que maltratan a sus colaboradoras del hogar. A quienes les ayudan en la preparación de alimentos o el arreglo de la casa. La semana pasada una de esas personas me llamó para decirme que los ricos se sentían con derecho a humillar a los pobres y que les exigían que realizaran trabajos inhumanos. Esto es violencia y eso lo aprenden los hijos. Una mamá que le dice a la empleada, Ud. es una pobre sirvienta, está formando hijos violentos y capaces de insultar a cualquier persona.

ACOSO SEXUAL puede darse entre la pareja. Hay maridos que creen que el llamado débito sexual o conyugal, se le da derecho para que su pareja está sexualmente a su servicio y que acepte sexo en todas las formas, aun las aberrantes, que él quisiera imponer. Por la convivencia no se pierde la libertad sexual, ni la dignidad sexual. También puede darse el caso del, entre comillas, patrón que pretende favores sexuales de sus empleadas en el hogar. Estas son típicas formas de acoso sexual que pueden derivar en delitos contra la libertad sexual

Apreciados lectores: Somos seres humanos y debemos aprender a moderar nuestros instintos.

Bogotá, 1 de febrero de 2016.

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