Este año no habrá más «días sin carro y sin moto», pero se estudia implantar «horas pico sin carro»: Peñalosa
–Tras la jornada cumplida éste jueves, el alcalde mayor Enrique Peñalosa aseguró que este año no habrá más «días sin carro y sin moto» en Bogotá, pero reveló que estudia experimentar «unos días sin carro particular en horas pico» para mejora la movilidad.
Según Peñalosa, «todavía no tenemos nada concreto», pero la idea es hacer unos ensayos de horas pico con restricción para los vehículos particulares especialmente para facilitar el transporte de los niños y jovenes hacia sus colegios.
“En la hora pico del carro particular tenemos un problema especial. Cientos de miles de niños que estudian en colegios privados y van en bus al colegio tienen unos trayectos de varias horas, a veces de dos horas y más para ir de la casa al colegio. Estamos pensando en cómo podemos lograr que ese tiempo de viaje para los niños se disminuya, especialmente en las vías donde se concentran esos viajes”, precisó Peñalosa.
«Este es el tipo de cosas que se podrían lograr eventualmente si hacemos unos ensayos de horas pico sin carro o algunos carriles exclusivos para buses escolares en esas horas pico», explicó.
La idea, subrayó, «es hacer unos días un ejercicio de hora pico sin carro particular, no todo el día, todo lo que nos lleve poco a poco a vivir de una manera distinta. Todo eso lo estamos estudiando”.
La víspera, durante el «día sin carro y sin moto», el alcalde hizo un recorrido por la ciudad para verificar personalmente el desarrollo de la jornada.
Sobre su periplo, la oficina de prensa de la alcaldía hizo la siguiente relación:
«Antes de que amaneciera, el alcalde Enrique Peñalosa estaba listo para esperar TransMilenio en la calle 88 con Séptima. En la ruta K86 conoció a Laura, una psicóloga de Avianca que tiene horarios madrugadores como los suyos. Después del viaje de 45 minutos, lo primero que hizo al entrar a la central operativa del masivo, fue tomarse una selfie con la señora Estrellita, la mujer encargada del café en el edificio. Pero la cita no era con ella: Peñalosa tenía a varios empresarios esperándolo para que les mostrara el Centro de Control de buses y, además, les enseñara a montar en los articulados.
Tienen carro y no necesitan usar TransMilenio, eso es claro. Pero en la ciudad ideal que espera construir el Alcalde serían usuarios por decisión. “Tenemos claro que la única manera como se van a solucionar los problemas de movilidad es que quienes tengan carro prefieran el transporte público”, les dijo Peñalosa a los empresarios. Ellos, que no usan a diario el masivo, hacen parte de los 15 de cada 100 bogotanos que se movilizan en carro. “Imagínense que fueran 30 de cada 100, ¡cómo serían los trancones!”. Ellos sueltan una carcajada horrorizada.
Entrar al Centro de Control es como prender varias licuadoras al tiempo. Muchas personas hablan, algunos solucionan bloqueos, mandan buses a estaciones llenas, conversan con conductores que reportan alguna crisis. Es como ‘el gran hermano’ de toda la ciudad. Es posible ver casi cualquier rincón que cubre el sistema en cámaras. Fiorella Papa, de Compensar, señala varias pantallas con su dedo y le dice a Alejandro Cortés, del Grupo Bolívar, “¡qué machera!”.
Les explica cómo funciona, quién soluciona qué y les muestra la estación Salitre Greco en una cámara, porque para allá van. “Ese bus K86 lo he tomado en muchas ocasiones. Esta mañana los ciudadanos me decían que el SITP no llega a muchos sitios o que llega muy lleno. Eso lo tenemos que solucionar”, les reveló Peñalosa y les prometió que su propósito es usar él mismo los articulados al menos una o dos veces por semana. Era una confesión con tintes de indirectazo, a ver cuántos de ellos se animan a usarlo con frecuencia. Cortés confesó que la última vez que estuvo en un bus rojo fue hace cinco años.
Camino a montarse a los buses les soltó una posible propuesta: qué tal si se plantea cada día una hora sin carro, para que los niños no se demoren dos horas camino al colegio. “Pero son cosas que estamos estudiando apenas, es una posibilidad”, les aclaró.
El Alcalde sacó su tarjeta de TransMilenio y pagó él mismo su pasaje y de un par de empresarios que no tenían la propia. Se subieron al M86, camino al Museo Nacional. El bus lleno, casi todos de pie. Los pasajeros se extrañaron de ver al Alcalde subido en un bus cualquiera, pero él no es ajeno al transporte público, tampoco lo es a la bicicleta.
El articulado va sin trancones, para en algunas estaciones y llega rápidamente al Museo. Eso le muestra el Alcalde, entre otros, a Luis Guillermo Plata, Presidente de ProBogotá. Aunque él mismo no es ajeno a TransMilenio: confiesa que se fue hasta Soacha, hace una semana, a ver cómo funcionaba el servicio. “Se necesitan cambios pronto”, le dice Plata. Peñalosa está de acuerdo.
Cuando llegan a la estación un señor grita “¡Alcalde, haga algo que no llega el bus!”, y el articulado llegó al instante. “¡Ve que sí se podía!” se respondió el mismo hombre, mientas era arrastrado por la masa al interior del bus. Peñalosa se despide de los empresarios –con la promesa de que le darán la oportunidad al transporte público- y se niega a subirse a un carro, quiere aprovechar para caminar por la Séptima. Al fin de cuentas, es el Día sin Carro.
Un par de ciudadanos se acercan a preguntarle por qué subió los pasajes de TransMilenio; están en desacuerdo. Él les explica que fue una medida que tuvo que hacerse porque en la administración pasada no subieron cuando tocaba. Sigue caminando, mientras algunos le piden fotos, otros le gritan de lejos que haga algo para aumentar las rutas del SITP y otros más le dicen que toca hacer el metro. ¡Cuente con eso! Les dice, mientras se acerca al Palacio del Liévano, en este, su primer Día Sin Carro como Alcalde de Bogotá.