Este martes, luego de la suscripción de acuerdos entre el Gobierno Nacional y el Distrital para elevar la calidad educativa de la capital, el “balígrafo” emergió en su contexto natural: el educativo.
Nuevamente, como en ocasiones anteriores, el Presidente Juan Manuel Santos sorprendió al alcalde mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa, con un “balígrafo”, palabra compuesta que se materializa en una pluma que rebasa lo meramente simbólico para encarnar el deseo de un país: la paz.
Cuando el “balígrafo” hizo su aparición en sociedad, 12 de febrero último, en un evento de Ser Pilo Paga en Medellín, pocos intuyeron el hondo mensaje de este singular bolígrafo con el que los colombianos “escribiremos la paz”.
En esa oportunidad el Jefe del Estado entregó el emblemático presente al Rector de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.
“Señor Rector, yo le tengo un regalo. Esto se llama un ‘balígrafo’. Esto era una bala, que la convertimos en un bolígrafo. Eso es lo que vamos a hacer todos juntos por este país”, expresó el Mandatario en un coliseo atestado por los estudiantes más talentosos de Antioquia.
Pocos días después, en la conmemoración de los 130 años de la Universidad Externado de Colombia, nuevamente el Presidente obsequió a su anfitrión, el rector Juan Carlos Henao, otro “balígrafo”.
Y justamente allí, en la cuna de destacados juristas, el Presidente le dijo al rector Henao: “Yo aquí le tengo un regalito como muestra de gratitud. Esto se llama ‘balígrafo’. Es una bala que se convierte en un bolígrafo, para que firme los próximos diplomas de los graduados. Usted ha ayudado a que las balas se conviertan en bolígrafos (…) Gracias, doctor Juan Carlos”.
La idea del Gobierno Nacional es que los colombianos asimilen la paradoja pedagógica que significa el que un elemento fabricado para la destrucción y la muerte: una bala, se transforme en elemento para la educación para la creatividad.
El “balígrafo” representa la transición que tendrán los elementos que un día sirvieron a la guerra y que ahora educarán para la paz.
Cuando la paz se asiente definitivamente en Colombia, la educación será el más grande legado que el Gobierno Nacional podrá dejar a los niños y niñas, desde cuyas aulas de clase comenzará a reescribirse la historia del país.
No en vano, luego de más de 50 años de conflicto interno y por vez primera, un gobierno dedicó más recursos a la educación que a los fusiles y las balas.