Por Mauricio Botero Caicedo
Los mamertos y los izquierdistas en general, a lo largo y ancho del país, no les va quedar alternativa distinta de comerse sus palabras. Y se las van a tener que comer porque durante años llevan atacando con virulencia al ex – presidente Uribe y al Centro Democrático por una supuesta y total inflexibilidad respecto al Proceso de Paz.
Uribe Vélez, como lo informa la prensa, dijo que su partido, pese a tener “una serie de desacuerdos con el proceso de paz”, decidió apoyar y votar las zonas de concentración “para que las Farc no delincan más, pero con condiciones”. Esas condiciones son: “que las zonas sean de número reducido y de tamaño reducido para facilitar la verificación que debe ser imparcial; que al interior de esas zonas no haya cultivos ilícitos ni minería ilegal; que no sean zonas fronterizas; que quienes estén allí tengan toda la identificación, lo mismo las armas; que el fin de las armas sea la destrucción para no seguir en esa discusión desorientadora de la dejación o de la entrega, que tiene que ser la destrucción, puntualizó Uribe.”
La verdad, a pesar de que a los mamertos y los izquierdistas de diversa raigambre les cueste aceptar, es que el ex – presidente Uribe nunca ha estado en contra de la paz. Lo que si ha estado, y en eso lo respaldamos una mayoría de los colombianos, es en contra de una desmovilización sin condiciones; de una paz con impunidad para los cabecillas y aquellos que hayan cometido crímenes de lesa humanidad; de un cese bilateral de hostilidades mientras que la guerrilla no entregue las armas; y de la entrega incondicional de vastas zonas del país a los bandidos.
Colombia puede y tiene que lograr la paz. Pero que sea una paz duradera en que los principios de una democracia de libre mercado no estén en juego. No debemos olvidar que durante más de 50 años la narcoguerrilla luchó por imponer en Colombia un modelo diametralmente inverso: un régimen totalitario con la totalidad de la economía bajo el control es del Estado.

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