–Como “Jesucristo” firmó la carta que escribió el joven chileno para luego lanzarse a la jaula de los leones en el Zoológico de Santiago, convencido de que como al personaje biblico de Daniel no le pasaría nada.
“El apocalipsis llegó y yo sabré cuando debe llegar, porque las siete trompetas deben sonar. Soy el profeta y he vuelto por mi pueblo. Ninguna guerra se hará porque el señor Jesucristo a mí me cuidará”, reza la nota, que fue encontrada en la ropa de Franco Ferrada, de 20 años, quien el pasado sábado se lanzó a la jaula y se desnudó, luego de lo cual fue atacado por las fieras.
Los cuidadores del zoológico de la capital chilena no tuvieron otra alternativa que sacrificar a los dos leones–un macho y una hembra– para salvarle la vida al muchacho que ya se encuentra fuera de peligro en la clinca Indisa de Santiago.
La directora del zoológico, Alejandra Montalva, comentó a TVN que lamentaban lo sucedido porque los empleados trataban a los leones, que habían vivido en el zoológico más de 20 años, como a integrantes de la familia. Sin embargo, hubo que actuar según el protocolo y las normas, que señalan que “cuando está en riesgo la vida de una persona se debe sacrificar la vida de los animales”, ya que en estos casos los sedantes no son suficientes para detener un ataque.
Qué fue lo que pasó con el profeta Daniel, a quien este chileno quiso imitar:
Sobre el hecho hay dos relatos biblicos, aunque uno se limita a señalar que el profeta Daniel fue arrojado a una fosa con leones, por negarse a prestar culto al rey Darío, permaneciendo fiel a Yahvé.
Darío selló la piedra que cerraba la entrada a la fosa, donde había un número indeterminado de leones. Daniel se salvó del ataque de los felinos
gracias a un ángel que los amordazó. Pasada la noche, y ante tal prodigio, el profeta fue liberado y sus calumniadores recibieron el mismo castigo.
El segundo relato entrega más detalles. Señala que el profeta pasó seis noches en la fosa acompañado de siete leones. Habacuc, milagrosamente transportado por los aires hasta Babilonia por un ángel con el fin de proveer de alimento a Daniel, le proporcionó pan y un guiso sin quebrantar el precinto de la losa que cerraba el foso.
Ante la prodigiosa salvación del condenado, Ciro hizo arrojar a la fosa a quienes habían acusado al profeta. Esta segunda versión, más rica en detalles, corresponde a un fragmento elaborado a partir de fuentes apócrifas añadido a posterori al libro de Daniel.
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