Opinión

Gremio papicultor, tesoro enterrado

Luis Eduardo Forero Por: Luis Eduardo Forero Medina
A finales de junio menos de cien mil familias campesinas de Cundinamarca, Boyacá, Antioquia y Nariño recogerán la papa sembrada en marzo; otros la recolectarán concluyendo el año, tiempo en el cual empiezan la faena todos los días a las tres de la madrugada, para finalmente extraer, lavar, seleccionar, secar, pesar y empacarla para su comercialización, que en la mayoría de los casos se hace a través de cooperativas de pequeños cultivadores de la patata.

Los otros eslabones de La Cadena Agroalimentaria de la papa en Colombia, son las industrias de procesamiento, productores de semilla, proveedores de insumos, exportadores, la academia y los centros de investigación. El sector papicultor genera unos 70.000 empleos directos.

La papa se comenzó a cultivar en América, entre Perú y Bolivia, (cerca del lago Titicaca), hace 7.000 años, y de aquí fue llevada a Europa, donde actualmente decrece su consumo.

Los cultivadores del tubérculo, en su mayoría pequeños productores con menos de 3 hectáreas, reclaman a gritos la modernización tecnológica en sus arados, y su trabajo posiciona a Colombia en el puesto 36 entre 183 países productores de papa a nivel mundial, según el Fondo para el financiamiento del sector Agropecuario (Finagro). La papa, llamada despectivamente ”alimento de pobre”, contribuye a la seguridad alimentaria de la población más vulnerable de los países en desarrollo, donde la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), prevé una mayor demanda. “Todos los días más de 30 millones de colombianos no tienen más que para el arroz, agua de panela o café y algunas papas”, anota Darío Coral Mora, líder pupialeño. Después del maíz, el trigo y el arroz, la papa ocupa el cuarto lugar mundial en importancia como alimento, que vence al hambre, y sobre cualquier otro cultivo, la papa produce un alimento más nutritivo en menos tiempo, con menos tierra y en climas más difíciles, dice la FAO.

El gremio papero es asesorado por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, el Consejo Nacional de la Papa y las recién creadas Agencia Nacional de Desarrollo Rural y Agencia Nacional de Tierras. Internacionalmente es apoyado por la FAO, la Asociación Latinoamericana de la Papa (ALAP) y el Centro Internacional de la Papa del Perú (CIP), país que es el principal productor de papa en América Latina. En el mundo los tres países más productores de papa son China, India y Estados Unidos. Los paperos están agremiados en la Federación Colombiana de Productores de Papa, (Fedepapa), la Cámara procultivos – Andi- ; menos de una veintena de organizaciones constituidas formalmente y casi treinta agrupaciones de paperos que no reúnen los requisitos habilitantes.

En conjunto ven con “tres ojos” la entrada del tubérculo, fresco y precocido, y no se explican para qué importar, como se hace desde el 2012, si se puede producir la papa en unos 15 departamentos. (El tubérculo se da en climas entre los 1800 – 3000 m.s.n.m. en la Cordillera Central y la Cordillera Oriental.). “Nos están entrando papas de Argentina, de Europa, de Estados Unidos”, afirma Pedro Briceño de la Central Cooperativa de Productores de Papa de Boyacá (Copaboy). El valor agregado de las importaciones de papa serían las 40 plagas cuarentenarias que vendrían consigo. Mensualmente llegan a Colombia miles de toneladas de papa a la francesa. Los años 2012 y 2013 fueron muy duros para la papa.

Por ser tan buena papa, miles de variedades en Los Andes de América del Sur, cuando se elige al Pontífice de Roma, se le anuncia como Habemus Papam, y así se le sigue llamando al Pontífice de la Iglesia Católica. La papa con contenido de abundantes nutrientes, siempre es la invitada de honor, pero nunca como plato principal. Desde lo hondo de la tierra se proyecta declararla como el < >; y para incentivar el consumo de la “trufa de tierra” en Colombia se destinaron $4.050 millones. Los sectores farmacéutico, textil, maderero y del papel, utilizan ampliamente el almidón de papa. La sostenibilidad y crecimiento del sector se vería estimulada por una mayor utilización de semilla certificada, y a este efecto se trabaja en el proyecto de una Planta agroindustrial Cundiboya¬cense, que contempla un la¬boratorio de producción de semillas certificadas, para posicionar el mercado colombiano con variedades nuevas y mejoradas.

El productor de papa o camote, la ve hueca y otros chueca, cuando el mercado al mayor y al detal toma un tono desordenado que reclama una podada inmediata, y las familias campesinas que labran la ‘papa de mi tierra’, en su mayoría utilizando mano de obra familiar, continúan excluidas de seguridad social integral. La otra amenaza es cuando aparece en los cultivos la tenebrosa polilla guatemalteca, y otras plagas y enfermedades; la escasez de agua; las heladas imprevistas; los bloqueos de las carreteras; la pérdida de las cosechas, las cuales no tienen seguro; la dificultad para créditos; el precio de los insumos y el uso antitécnico de plaguicidas.

Al momento de comprar el producto, los consumidores llevan del bulto por el precio, a veces inalcanzable, por el gran número de intermediarios. Un bulto de papa parda pastusa vale cincuenta y cuatro mil pesos en Nariño, y en Olímpica ese bulto de 50 kg vale $160 mil, indica Dignidad Papera.
@luforero4

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