Por Mauricio Botero Caicedo
Pocos personajes en las Farc tienen un historial tan escabroso y repugnante como Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad. Las Farc consideran a Simón Trinidad un prisionero de guerra. ¡Basura! Lo que Simón Trinidad sabe es dónde tienen las Farc escondidos centenares de millones de dólares que el Grupo terrorista ha acumulado a través de los años.
Repasemos el historial de este delincuente:
– Es un Sapo: En épocas no muy lejanas Ricardo Palmera era el Gerente de la Sucursal de un Banco Nacional en Valledupar. Cuando salió a la guerrilla, Palmera se robó la base de datos de todos los clientes de dicha sucursal, base de datos que entrego a la guerrilla para que adelantaran un plan sistemático de secuestros y extorsiones.
– Es un Traidor a su Clase: Ricardo Palmera no tuvo el menor reato de darle a los narcoterroristas las coordenadas de sus parientes, familiares, condiscípulos y colaboradores para que los secuestraran y extorsionaran.
– Es un Secuestrador: Ricardo Palmera no sólo identificaba a las víctimas potenciales del secuestro y extorsión, sino que participaba activamente en llevar a cabo los operativos.
– Es un Narcotraficante: Dado su excelente dominio del inglés y capacidad de moverse en otros ambientes que no fueran la selva, Palmera era un enlace clave en el desarrollo del negocio del narcotráfico para las Farc. No olvidemos que Palmera operaba tanto en México como en el Brasil.
– Es un Lavador de Dinero: No cabe la menor duda que Palmera, con su profundo conocimiento del sector financiero, fue una ficha clave para que las Farc pudieran lavar sus utilidades productos del narcotráfico, secuestro y extorsión.
De manera inexplicable, y con total falta de vergüenza, el gobierno colombiano le pide al gobierno de EE.UU que suelte Simón Trinidad. Ojalá el gobierno de EE.UU no ceda, ya que cada día se incrementa el negocio del narcotráfico, en buena parte debido a los esfuerzos de criminales como Palmera. El gobierno de Barack Obama rechazó en varias oportunidades su excarcelación o revocación de la sentencia a 60 años de prisión por su vínculo con el secuestro en 2003 de tres contratistas estadunidenses. El que ahora Obama suelte a este redomado pícaro por complacer al gobierno colombiano es un triste mensaje para dos países que han sufrido el flagelo de la droga: Colombia y Estados Unidos.
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