En las últimas décadas se ha aumentado la tasa de crecimiento poblacional a nivel mundial, en especial en las ciudades. Actualmente, según cifras del Banco Mundial más del 55 % de la población mundial se concentra en las ciudades.
De acuerdo a las proyecciones, se espera que este porcentaje se incremente aún más en los próximos años. Esto constituye un gran reto para los gobernantes de las grandes ciudades en materia de coordinación y gestión, por los impactos multidimensionales en materia ambiental, social, económica y político-institucional que esto puede generar no solo para la ciudad, sino para las regiones aledañas.
Sin embargo, en contextos de globalización con esquemas administrativos y políticos descentralizados, donde las ciudades no han alcanzado altos estándares de calidad de vida y además se presentan grandes brechas socioeconómicas con los territorios vecinos, se hace aún más difícil plantear soluciones rápidas de doble vía que involucren a todos los interesados y aborden estas problemáticas.
Históricamente, Colombia se caracterizó por una extensa red de ciudades, la cual ha jugado un papel importante en materia de productividad, crecimiento económico y desarrollo social. Esto ha llevado a que la población tome parte de sus decisiones de localización con base en las externalidades positivas o negativas que estos centros urbanos pueden generar. Según cifras del Departamento Nacional de Planeación DNP, se espera que en el año 2050 los habitantes de las ciudades constituyan el 86% de la población en Colombia. Este hecho, hace que cada vez sea más difícil el acceso al suelo, lo que ha causado que parte de la población se ubique en la periferia o en municipios aledaños, sobrepasando los límites administrativos tradicionales de las ciudades.
De acuerdo con la propuesta del Sistema de Ciudades del DNP, este aumento poblacional demanda medidas urgentes, no solo para las grandes ciudades, sino para las regiones cercanas en materia de uso y aprovechamiento del suelo, provisión de servicios básicos y sociales, y sistemas de transporte, entre otros. No obstante, bajo el esquema descentralizado y en la ausencia de políticas regionales de mediano y largo plazo que coordinen los intereses de los diferentes actores del territorio, se hace difícil responder de manera efectiva para evitar una expansión desorganizada y minimizar los impactos negativos que la sobrepoblación genera.
Para esto se presentan dos alternativas de acción pública complementarias. La primera es a través de la integración regional, la cual además de medidas económicas, abarca medidas sociales, culturales y ambientales. Establecer conexiones entre los centros urbanos y las regiones cercanas, lo que el Sistema de Ciudades denomina aglomeraciones, requiere del reconocimiento de intereses comunes entre los territorios, de ejercicios de confianza y del establecimiento de reglas claras que determinen límites y responsabilidades de forma equitativa en materia de desarrollo, teniendo en cuenta las capacidades del territorio.
La segunda ruta de acción es mediante el diseño de políticas públicas regionales de mediano plazo, que trasciendan los gobiernos de turno e integren los territorios para disminuir las brechas socioeconómicas. Adicionalmente, es clave crear mecanismos de cooperación entre las regiones que permitan el intercambio de buenas prácticas, la transferencia de conocimiento y de lecciones aprendidas. Es así como por medio de la integración regional y las políticas públicas regionales se obtendrán beneficios para todos los actores involucrados.
En este contexto, el Plan Distrital de Desarrollo 2016-2020 “Bogotá Mejor para Todos”, plantea retos importantes para la integración regional en aspectos de desarrollo urbano, movilidad dentro de la ciudad, en la periferia y en las vías de salida, provisión de servicios públicos, y políticas sociales, en especial en materia de salud, seguridad ciudadana y gestión fiscal. Lo anterior demanda una estrategia de doble vía, de tal forma que se logren alianzas que puedan beneficiar la ciudad en este periodo de gobierno, pero que además se genere una complementariedad con medidas de largo plazo. Es un momento ideal para estas alianzas, ya que los planes de Desarrollo Distrital y Departamental dialogan bien con sus propuestas de integración y articulación regional.
Es necesario implementar espacios formales de dialogo entre la ciudad y los municipios de la Sabana, los cuales deben involucrar no solo las autoridades públicas, sino nuevos actores clave en la región. Solo así se puede asegurar la gobernanza regional. Este es un momento propicio para iniciar este ejercicio de integración regional e implementación de políticas públicas regionales ya que se cumplen tres condiciones necesarias: i) Se adelanta el proceso de formulación de los nuevos planes de ordenamiento territorial, ii) Hay propuestas concretas en movilidad y hábitat, iii) Existen urgencias ambientales y en temas relacionados con cambio climático.