Atlético de Madrid y Real Madrid compiten este sábado en su enésimo derbi en tres años y medio, el último del Vicente Calderón y un examen parcial por el campeonato entre dos de los mejores equipos de Europa y los últimos finalistas de la ‘Champions’, de nuevo enfrentados en la carrera por la Liga.
Cinco meses después del partido del partido en San Siro por el título de la Liga de Campeones, ganado en los penaltis por el conjunto blanco, ambos equipos retoman su rivalidad en un duelo de alta presión por tres puntos transcendentales, por el mínimo margen de error del Atlético y por el aspecto emocional y pasional del derbi.
Publicidad
Ni siquiera la altura en el tiempo de la cita, apenas la duodécima jornada del torneo, resta magnitud al desafío. No puede fallar el bloque rojiblanco, a seis puntos de la cima de la Liga que domina el Real Madrid. Ni debe fallar el equipo blanco, que expone su liderato con nada más dos puntos de margen sobre el Barcelona.
También es un derbi contra las dudas, las que ofrece el Atlético con sus dos derrotas en los últimos tres encuentros de Liga (el 1-0 en Sevilla y el 2-0 en San Sebastián, interrumpidos por un triunfo por 4-2 sobre el Málaga), con sus seis goles en contra en sus cuatro choques más recientes y con su imprevista irregularidad actual.
Y las que sobrevuelan al Real Madrid, más de las que transmite su clasificación en la Liga, en la primera posición, o en la Liga de Campeones, en la que depende de sí mismo para ser líder de grupo, porque aún está lejos de su mejor versión y por algunos borrones en forma de empate, el último contra el Legia de Varsovia en Europa.
De fondo, el ‘virus Fifa’, que ha apartado del choque a Álvaro Morata, baja por una lesión muscular en el Real Madrid, y que ha mantenido en duda hasta el jueves a Antoine Griezmann en el Atlético. El internacional francés, reintegrado entonces al trabajo con el grupo, llegará a tiempo y recuperado a la cita y al once.
Es un derbi más decisivo para el Atlético. Aún queda mucha Liga, más de dos tercios, pero la desventaja respecto al Real Madrid dispara la necesidad del equipo rojiblanco, que en tres jornadas ha pasado del liderato al cuarto puesto, mientras se abre un debate sobre su evolución, más dominador con el balón y con más tendencia hacia arriba, pero, por extensión, más expuesto en su retaguardia.
En el terreno de juego se verá si hay o no cambios sustanciales en ese sentido este sábado. De principio, quizá algún matiz, como el sistema de salida, con la posibilidad de un 4-1-4-1 por el 4-4-2 variable del que parte casi siempre, pero sin mover la posición de Koke Resurrección por el medio ni tocar apenas el once tipo.
En la portería, el esloveno Jan Oblak; en la defensa, Juanfran Torres, Stefan Savic, Diego Godín y Filipe Luis; en el medio, Gabi Fernández, con Koke y Saúl Ñíguez unos metros por delante, si cambia al 4-1-4-1 o con este último en banda si es un 4-4-2; y en el frente ofensivo Yannick Carrasco, por la izquierda, Antoine Griezmann -en punta o en un lado- y Kevin Gameiro o Fernando Torres.
El argentino Nicolás Gaitán, alta para el derbi tras dos partidos de baja por un golpe en la cadera, esperará en el banquillo del Vicente Calderón, donde el Atlético está invicto en sus últimos 22 encuentros de Liga y en su mejor racha sin perder contra el Real Madrid -seis choques consecutivos- de los 50 años del estadio.
Enfrente, el Real Madrid inicia en el Vicente Calderón la recta final de año más exigente posible, el inicio del ‘Tourmalet’, con el objetivo de mantenerse en el liderato tras su cara a cara con los dos rivales por el título, primero visita al Atlético de Madrid y abriendo diciembre en el Camp Nou frente al Barcelona.
El Atlético es el único equipo ante el que cedió Zinedine Zidane en Liga. Fue el día de mayor impotencia desde que se hizo con las riendas del equipo, superado por Simeone en todas las facetas del duelo táctico y con sus jugadores sin capacidad de reacción en el Santiago Bernabéu. Desde entonces firmó un final de temporada perfecto, con doce triunfos ligueros consecutivos, y se quitó la espina el día más importante, en Milán, para dar al madridismo la Undécima Copa de Europa con la agonía de los penaltis de la tanda final.
Pero en la competición doméstica la historia ha cambiado en el derbi y el aficionado madridista no ha visto desde José Mourinho a ninguno de sus entrenadores derrotar a su gran rival de ciudad, ni mucho menos conquistar el Calderón. Lo intentará Zizou fiel a su estilo pese a unas bajas que le pueden empujar a modificar su habitual dibujo.
Está a seis partidos de igualar la racha de 34 encuentros sin perder de la ‘Quinta del Buitre’ y por su mente solo pasa repetir su eficacia como jugador en el estadio rojiblanco, donde jugó cuatro partidos con pleno de triunfos. Regresa el capitán, el jugador con más derbis disputados en el presente y futbolista inolvidable para la parroquia atlética por su gol en el minuto 93 de la final de Lisboa.
La ausencia de Sergio Ramos mostró en poco más de un mes de baja por su lesión de rodilla su importancia en el equipo y una defensa que no ha encontrado el equilibrio. Solo dejó su puerta a cero ante el Leganés y en él recae el liderazgo defensivo del Real Madrid. Las bajas trastocan las ideas de Zidane.
Casemiro no llega a tiempo y la lesión de Toni Kroos le deja sin un centrocampista puro en labores de mediocentro. Improvisará con Mateo Kovacic, arropado por su compatriota croata Luka Modric.
El resto está pendiente de Karim Benzema. El francés, autor de dos tantos en sus tres últimos derbis, está listo para jugar aunque no al cien por cien. Si comienza Karim en punta de ataque el Real Madrid mantendrá su dibujo 4-3-3. Si Zidane decide reservarle, el dibujo pasará a reforzar el centro del campo con la entrada de Lucas Vázquez y ganando equilibrio.
Con un 4-4-2 o 4-2-3-1 con libertad en la mediapunta para Isco y Gareth Bale jugando en su banda natural. La cita es perfecta para el regreso de la mejor versión del irregular Cristiano Ronaldo. El primer partido desde su renovación.
Un pulso con Oblak, al que solo superó en uno de sus seis duelos. Una de esas noches en las que dejar su sello y plasmar su dimensión.
AFP