Los caballos de la policía que se “pensionan” terminan sus días en los Llanos en medio de enormes pastizales
Alejados del bullicio y del estrés del trabajo en conciertos, partidos de fútbol y de las trochas pendientes, Palmarito, Presagio, Tumaco, Cuadrado, Guerrero y Titanic pasan los últimos años de su vida equina en verdosos pastizales de San Martín (Meta).
Los seis hacen parte de una manada de 63 semovientes que disfrutan de su pensión en el Criadero Caballar Hacienda El Verdún, luego de cumplir con su tiempo de servicio en la Dirección de Carabineros de la Policía.
Guerrero y Palmarito ya muestran sus canas en el hocico y en las crines. El paso de Palmarito, el caballo alazán más veterano de la manada, con 32 años –unos 90 años humanos–, ya es lento y cortico.
La hacienda El Verdún es un predio de 1.100 hectáreas, ubicado en la vereda Iracá, a 16 kilómetros del casco urbano de San Martín. Además de ser criadero equino, también cuenta con centro geriátrico y producción de heno.
Allí llegan a descansar todos los caballos y mulas de las diferentes unidades de la Policía que cumplen la edad de retiro, entre 18 y 20 años. Hay de la especie silla argentino, percherones, belga, cuarto de milla, pura sangre inglés y criollos colombianos.
Padre de 105 caballos
El último en ingresar a los extensos potreros de los pensionados es conocido como Bocacio. Es un silla argentino, color alazán, con cataratas en el ojo derecho. El viernes 4 de noviembre, al mediodía, quedó registrado como el menos veterano de los pensionados.
A sus 20 años de servicio en la institución, Bocacio tiene el récord de ser el padre de 105 caballos, todos vivos, que siguieron su legado y heredaron su “tipo policial”. “El tipo policial es un caballo de buen tamaño, manso, con buena actitud en el servicio, que responde muy bien a cualquier requerimiento que le haga el carabinero”, explica el mayor Ricardo Antonio Vega, el director del criadero caballar, que también es médico veterinario.
“Estos son caballos que nunca más van a trabajar ni se van a reproducir más, los tenemos en los mejores pastos, evaluamos sus condiciones corporales y en la medida en que van presentando alguna patología propia de la edad los vamos atendiendo con los médicos veterinarios para que estén sanos y tranquilos. Es un retiro digno”, agrega.
En la mayoría de los casos, estos caballos mueren por una falla multisistémica y orgánica que se traduce en un paro cardiorrespiratorio. Suelen fallecer después de los 25 años, pero en el centro geriátrico hay casos de semovientes que mueren a los 35, algo así como 100 años humanos.