El físico matemático inglés Isaac Newton (1643-1727), conocido por establecer las bases de la mecánica y enunciar la ley de la gravitación universal, tenía intereses menos científicos a los que aplicaba los mismos principios rigurosos que al resto de sus investigaciones.
Amante de la teología y la alquimia, Newton teorizó a partir de la Biblia sobre cuál sería la fecha del fin del mundo. ¿La respuesta? 1.260 años después de la refundación del Sacro Imperio Romano llevada a cabo por Carlomagno.
La Universidad Hebrea de Jerusalén recibió hace casi cuatro décadas estos manuscritos del científico inglés como legado de un coleccionista. De ellos se deduce que, allá por 1704, Newton se empleó en la tarea de calcular esa fecha a partir de un fragmento de la Biblia, en concreto del libro de Daniel. Así dedujo que el mundo se acabaría 1.260 años después del citado hito histórico, es decir, en el año 2060 de nuestra era.
Esos manuscritos se exponen ahora por primera vez al público en una exposición titulada Los secretos de Newton, según anunció la universidad israelí mediante un comunicado.
Incluyen detalles de los experimentos de alquimia del matemático y de su interés por las profecías apocalípticas. Según afirma el centro educativo, Newton se veía a sí mismo como una especie de profeta por sus trabajos en este sentido.
Estos legajos provienen de una subasta realizada en 1936 en Londres. El lote contenía un millón de palabras sobre alquimia y tres millones sobre teología y profecías bíblicas. La mayoría de los pergaminos fueron comprados por dos personas: el economista británico John Maynard Keynes (que los legó al King’s College de Cambridge) y el orientalista Abraham Shalom Ezekiel Yahuda, que se los dio en 1951 al recién nacido Estado de Israel; de allí pasaron al centro educativo en 1969; se dieron a conocer en 2003, pero nunca antes habían sido expuestos al público.