Por Lucía Bastidas – concejal de Bogotá
Indignación. Eso es lo que produce comprobar el cinismo de quienes ostentaron el poder para acabar con Bogotá y ahora quieren revocar al alcalde Enrique Peñalosa que se ha pasado su primer año de gestión limpiando la casa del desastre que provocaron los últimos ocho años de gobierno.
Organizaron una gigantesca maquinaria política a punta de contratos y como llegó un alcalde que frenó el despilfarro y el saqueo de los recursos que se estaban usando en beneficios personales, se molestaron.
Es por eso que a los amigos de la administración pasada no les gustó que la alcaldía actual denunciara que se encontraron 3.000 personas contratadas para el programa de Territorios Saludables que estaban dedicadas a repartir el periódico de la Bogotá Humana y no a trabajar por la salud de los bogotanos. Y ahora se rasgan las vestiduras diciendo que se acabó con un programa de salud. Vaya descaro.
He estado revisando las exposiciones de motivo que radicaron en la registraduría como sustento para la revocatoria y da vergüenza el nivel de improvisación y las mentiras con las que quieren revocar al único alcalde de los últimos años que de verdad está pensando en la ciudad.
Por ejemplo, dicen que privatizó los hospitales. Los reto a que mencionen un solo ejemplo. Desde el Concejo aprobamos la reestructuración de la red de hospitales y le dimos vía libre a la creación de los CASPS para que realmente la salud llegue a los ciudadanos en las mejores condiciones.
No hay un solo hospital privatizado, pero lo que realmente les duele a los amigos de la revocatoria es que el Alcalde haya tomado las riendas de la salud para quitárselas de las manos a los corruptos que saquearon las arcas de la ciudad. No es gratuito que algunos funcionarios y algunos concejales estén hoy en prisión por el robo a la salud. Por eso quieren revocar al alcalde, por proteger los recursos públicos.
También son descarados cuando cuestionan que el alcalde quiera promover los colegios por concesión. La verdad es que a los enemigos políticos no les gusta este modelo, porque son de altísima calidad y están en las zonas más vulnerables de la ciudad. Le temen a que la calidad de la educación que entregan estas instituciones devele la mentira de su discurso populista.
Los colegios por concesión, a los que desde el Concejo les aprobamos presupuesto para funcionar a largo plazo, han sido reconocidos como los mejores del sistema público, están llevando educación de calidad y dignidad a los más pobres y están demostrando que se puede ayudar a mejorar la educación de nuestros niños y jóvenes sin populismo. Pero eso no les gusta a los amigos de la revocatoria, que los quieran acabar.
Me produce indignación que quieran usar como argumento para revocar al alcalde el hecho de que haya tomado la decisión valiente de intervenir el Bronx.
El mundo entero reconoce que en ese céntrico lugar de la capital funcionaba una república independiente del crimen y el tráfico de drogas, donde los menores de edad eran víctimas de todo tipo de explotaciones, donde los estudiantes llegaban a perder su futuro por las drogas, donde se alquilaban armas para el crimen y donde las autoridades brillaban por su ausencia.
Los amigos de la revocatoria cuestionan la acción porque se hizo visible el grave problema de habitantes de calle que tenía la ciudad, oculto entre el poder del crimen, invisible al resto de la ciudad.
Por supuesto que ellos preferían que estuviera escondido que en los últimos ocho años el problema de indigencia y adicción de la población habitante de calle creció en sus narices y no hicieron nada para evitarlo. Su táctica es usarlos con promesería barata, por eso preferirían que estuvieran en el centro, concentrados y no en proceso de recuperación y atención del estado como están ahora.
Estoy segura que los hechos y las realizaciones serán suficientes para que los bogotanos diferencien entre las mentiras de los nostálgicos del poder que acabaron con la ciudad quieren promover y los hechos con los que el nuevo alcalde está recuperando la ciudad para todos.
Con trabajo y resultados vamos a avanzar en una ciudad moderna y segura, que reemplace a la urbe saqueada primero por el carrusel de la contratación y después por el uso del erario público en beneficio personal de los gobernantes, como ocurrió en la administración pasada.
La simpatía no siempre es garantía de un mejor gobierno, como lo comprueba nuestra historia reciente: un alcalde muy popular que está en la cárcel por el carrusel de la contratación, con muchos de los funcionarios y concejales que lo ayudaron.
Las medidas que benefician a la ciudad usualmente generan impopularidad porque golpea a los malos gobernantes, que son los que promueven mentiras o verdades a medias para desacreditar a quienes les ponen punto final a sus desmanes con los recursos públicos.
Sigamos adelante, que con trabajo y disciplina, Bogotá sí puede ser mejor para todos. Nos esperan tres años de realizaciones porque los ciudadanos entenderán que la ciudad está empezando a salir de la crisis en que la dejaron quienes la usaron para su causa personal.
Alcalde, no se deje distraer por la revocatoria. ¡Adelante! Hay que mostrar.
La tasa de homicidios bajó de 17,4 a 15,8, se han tapado más de 26 mil huecos, se destrabaron nueve grandes obras que estaban paralizadas, se inició la reestructuración de los hospitales, 550 habitantes de calle se están recuperando de su adicción, se puso a funcionar una secretaría para la seguridad de Bogotá y está en plena marcha el proceso para licitar la primera línea del metro.