Por Mauricio Botero Caicedo
El precio que los colombianos hemos tenido que pagar por la pusilanimidad de no llamar las cosa como se les debe llamar es alto, muy alto. En el caso concreto del secuestro – un crimen tan repudiable abominable – los gobiernos de turno y bastante más jueces de lo aconsejable, habían aceptado la definición de los bandidos que el secuestro – o sea privar a uno o varios individuos de su libertad – en realidad era una retención.
Por esto mismo es que es bienvenida, y ojalá no echen reversa, la decisión del Gobierno actual de no aceptarle a los narcoterroristas del ELN continuar secuestrando mientras que se supone inician conversaciones de paz en Quito. El Gobierno de Santos debe mantenerse firme y no empezar, bajo ninguna circunstancia, conversaciones de paz mientras que el ELN siga secuestrando o manteniendo personas privadas de libertad.
Igual tratamiento se le debe dar al tráfico de drogas. Mientras los ‘elenos’ sigan traficando en cocaína y heroína no debe haber diálogos. Y que no vengan los del ELN con el mismo cuento infantil que ellos lo único que hacen es cobrar por la protección que le brindan a los humildes campesinos que siembran coca o amapola. Los ‘elenos’, como las Farc, están involucrados hasta el tuétano de sus huesos en el tráfico de estupefacientes y es por eso que de manera correcta se les denomina grupos narcoterroristas o ‘carteles de la droga’. No hay la menor duda que los narcoterroristas tienen y han tenido tratos directos con los ‘capos’ mexicanos que manejan el negocio de la droga en América del Norte.
Y hablando de cocaleros, un grupo de estos bandidos, en el área de Tumaco en Nariño, retuvo a once policías durante 36 horas. No albergamos la menor duda que las organizaciones de derechos humanos y múltiples funcionarios del gobierno vana a argumentar que fue una retención y no un secuestro. ¡Basta ya de pusilanimidades¡ Lo que ocurrió en Tumaco fue un secuestro y punto. No procesar judicialmente todos y cada uno de estos cocaleros por el delito de secuestro es socavar aún más nuestras ya debilitadas instituciones democráticas¡ ¡A amarrarse los pantalones, señor Gobierno¡