Opinión

Transporte fluvial colombiano, permiso para zarpar

Por: Luis Eduardo Forero Medina
En el modo de transporte aéreo se observa cómo los ríos de Colombia culebreando corren hacia las cinco grandes vertientes del país, dirigiéndose unos hacia el Océano Pacífico, el Caribe, el Orinoco, Amazónica -la mayor del mundo- y unos pocos confluyen en la Vertiente del Catatumbo, a través del golfo de Maracaibo.

Según la CEPAL, Colombia tiene una precipitación que representa una riqueza importante de recursos hídricos, cuando es comparada con los promedios de precipitación anuales mundial y de Suramérica.
Colombia tiene tantos ríos navegables como las letras del alfabeto castellano, del Amazonas hasta el Vichada. El río Putumayo es uno de los más característicos del territorio nacional por su longitud y navegabilidad; el Amazonas, aunque solo pasa por un lado de Leticia, es uno de los ríos más importantes del mundo; el Atrato es navegable todos los días del año, y el San Juan es de los ríos más importantes y caudalosos de la vertiente del Pacífico.
Por el río Magdalena, teniendo como origen Puerto Salgar en Cundinamarca y destino Barranquilla, comienza el recorrido hacia el norte del país, en una embarcación mixta, con pasajeros y carga; viajando a baja velocidad. Para la mayoría de personas en el trayecto de 250 kms hasta Barranca, éste es el único medio de transporte ; algunas lo hacen llevando un enfermo a la población rivereña más cercana. Para los que llevan carga, el transporte por río es más barato que hacerlo por carretera. Usuarios y tripulación llevan puesto y sujeto el salvavidas tipo chaleco.
En el recorrido de más de 900 kms hasta Barranquilla al paisaje se agrega cientos de asentamientos humanos, pescadores, embarcaciones pesqueras artesanales, erosión de costas, puertos fluviales inutilizados o abandonados, bancos de arena, muelles sin el debido mantenimiento y poco tráfico por el río Magdalena. La arteria fluvial más importante del país, que lo atraviesa desde la zona central del país de Sur a Norte, en su mayoría está innavegable.
La tripulación de la embarcación tiene anotado en su bitácora que este modo de transporte de gran calado, está en el fondo del río; no ha logrado integrarse con los demás medios de transporte; situación que afecta principalmente a más de un millón de colombianos que viven en las orillas del río Magdalena en nueve departamentos, en más de medio centenar de municipios por donde atraviesa el río más grande del país. El contrato de recuperación de la navegabilidad del río Magdalena, se adjudicó en 2015 a Naveleba, frustrándose dos años después cuando fue declarada la caducidad. Esta situación generó gran frustración entre la población que esperaba para el 2021 contar con la navegabilidad del río desde Barrancabermeja a La Dorada y Puerto Salgar, en una extensión de 256 km. La crisis del sector se agrava por la poca estabilidad de los directores de la Corporación Río Grande del Magdalena (Cormagdalena), y la interinidad en la dirección de esa entidad en el último año. Cormagdalena, tiene como misión garantizar la recuperación de la navegación y de la actividad portuaria del Río Grande de la Magdalena.
Entre Barrancabermeja y La Dorada, el rio no mantiene una profundidad navegable, explica el maquinista. Desde Bocas de Ceniza a Barrancabermeja, o viceversa los instrumentos de la embarcación marcan 652 km navegables, donde los obstáculos dejados en los ríos, son el principal problema. Cuando confluyen las aguas del río Magdalena y del mar Caribe, es señal que nos encontramos en Bocas de Ceniza, donde navegan embarcaciones mayores como buques y planchones. Las embarcaciones pequeñas cuando las observan, deben orillarse, de lo contrario son merecedores de un comparendo de la Guardia Costera, que además está presta para atender emergencias de las embarcaciones. El capitán explica que las vías fluviales también tienen su Código Nacional de Navegación y Actividades Portuarias Fluviales. Cuando llega la noche la embarcación es amarrada a un muelle o embarcadero (atracar).
Continuando la travesía se nota la ausencia de más de un centenar de obras hidráulicas que quedaron en planos, y en muchos trayectos se hace difícil la navegación. Dicha situación se torna más ardua en tiempos de sequía o si el río está muy turbulento, dijo el Capitán. Cuando estaba en vigor el contrato con Navelena se decían que las obras no se veían porque estaban bajo las aguas; hoy ni en superficie ni bajo las aguas hay rastros de obras recientes. Esporádicamente se hallan obreros realizando tareas de dragado en el río; removiendo material del fondo en este modo de transporte, menos contaminante que sus similares terrestre, aéreo y férreo.
Según Germán Vargas Cuervo, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia, la navegabilidad del río Magdalena “siempre ha existido”; lo que se requiere es “el aumento de la capacidad de carga con embarcaciones que muevan entre 800 y 1.000 millones de toneladas/año”. Por su parte la Superintendencia de Puertos y Transporte, finalizó diciendo que “el gobierno debería prestar especial atención a la navegabilidad de los ríos, debido a que aquellos que tienen gran demanda, se encuentran notablemente descuidados”.
@luforero4