–Como humillante para los borícuas fue catalogada la visita que hizo el presidente Donald Trump a Puerto Rico. Además de no anunciar medidas concretas de apoyo frente a la tragedia vivida por el Huracán María, lanzó rollos de papel higiénico a los damnificados como si fueran pelotas de baloncesto y fue despectivo en sus declaraciones en torno a la situación de la isla.
“Odio decirles esto, pero hemos gastado mucho dinero en Puerto Rico”, dijo Trump en declaraciones que formuló a su llegada a una base militar en la capital, San Juan, al lado del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló.
Según el periodista Pablo de Llano, del diario El País de España, Trump reconoció en su visita que Puerto Rico ha sufrido un golpe severo pero al mismo tiempo destacó como si fuera un aspecto positivo que la cifra oficial de muertos –que comparó con los más de 1.800 fallecidos de Katrina– no es hasta el momento tan alta para la magnitud del huracán.
“¿Cuál es su cuenta de muertos?”, preguntó a Rosselló. “Dieciséis”, dijo el gobernador. [La cifra ha subido a 34 muertos después de estas declaraciones].
“Debes estar orgulloso”, concluyó el jefe de la Casa Blanca, que estuvo acompañado en su visita por su esposa, Melania Trump.
En la base militar, también se vio con Carmen Yulín, la alcaldesa de San Juan, con la que mantuvo una polémica el pasado fin de semana.
Yulín había criticado lo que considera una lenta reacción de Washington a la catástrofe de Puerto Rico y Trump le respondió en Twitter lamentando su “pobre liderazgo” y opinando que hay líderes en la isla que quieren que les den “todo hecho”.
El mandatario, que forjó su fortuna en el sector inmobiliario, también consideró apropiado dejar un consejo de calidad constructiva en un país, Puerto Rico, en el que casi la mitad de la población vive por debajo de los niveles de pobreza y son comunes, por la falta de capacidad adquisitiva, las casas precarias de madera y techo de zinc: “El hormigón aguanta, la madera, no”.
Trump realizó un sobrevuelo en helicóptero para observar el desastre y por último visitó una iglesia en Guaynabo, un municipio acomodado, menos afectado que otros lugares del entorno de San Juan, pobres, machacados por el huracán y en una situación gravísima: sin electricidad y con carencias serias de acceso a agua y alimentos.
Sobre las cinco de la tarde, Trump subió al Air Force One y se volvió a Washington, dejando además un sentimiento de humillación generalizado entre los boricuas –gentilicio local– por su falta de tacto al tirar al aire a los vecinos de Guaynabo rollos de papel higiénico imitando el gesto del lanzamiento de baloncesto, reseña en su informe el periodista Pablo de Llano.
Sin embargo, Trump escribió en su cuenta en Twitter:
-Un gran día en Puerto Rico ayer. Aunque parte de la cobertura de noticias es falsa, la mayoría mostró gran calidez y amistad.
-Wow, tantas historias de Fake News hoy. No importa lo que haga o diga, ellos no escribirán ni dirán la verdad. ¡Los medios falsos de las noticias están fuera de control!
Además, reseñó que su “Administración continuará trabajando todo el día con el Gobernador @ RicardoRossello & su equipo. ¡Se están haciendo grandes progresos! # PRStrong”, y colgó el siguiente video:
My Administration will continue to work around the clock with Governor @RicardoRossello & his team. Great progress being made! #PRStrong?? pic.twitter.com/1aL9YrwTvC
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) October 4, 2017
El hecho es que la isla tiene una deuda de 73.000 millones de dólares y este año se declaró en quiebra, destaca el periodista, que agrega: Esa era la situación de Puerto Rico antes de la temporada de huracanes. Y la llegada de María con sus vientos de 250 kilómetros por hora y sus lluvias torrenciales –el mayor huracán que golpea la isla desde 1929– empeoró todo hasta niveles insostenibles, destruyendo el 100% de la red eléctrica, dejando a la intemperie a más de 50.000 familias que vivían en casas precarias que han quedado destruidas, dañando la red de carreteras, convirtiendo el agua potable casi en un producto de lujo y paralizando la actividad económica e industrial por completo; como si en vez de haber pasado un ciclón, Puerto Rico hubiera sido bombardeado.
El gobernador Ricardo Rosselló ha comparado la tragedia con la provocada por el huracán Katrina en Nueva Orleans en 2005 y en cada declaración hace ver que Puerto Rico (3.400.000 habitantes) no podrá levantarse sin el auxilio de EE UU. La coalición Agenda Nacional de Liderazgo Hispano, con base en Washington, estima que la isla necesitará unos 70.000 millones de dólares para rehacerse de la catástrofe y pide “un Plan Marshall para Puerto Rico” –aludiendo a la reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial–. Se prevé que este mes el Congreso de EE UU apruebe un fondo de emergencia para la isla, pero por las referencias machaconas del presidente a la deuda de la administración puertorriqueña, que ya había mencionado en Twitter días atrás, cabe asumir que los vientos no soplan a favor de un rescate histórico sino de un auxilio limitado.