El Gobierno chino anunció que pretende hacer de su país el número uno en inteligencia artificial para 2030, con un mercado local de 150.000 millones de dólares.
China está a la vanguardia en el uso de la tecnología de reconocimiento facial, presente tanto en restaurantes de comida rápida como en universidades, la lucha contra el crimen e, incluso, en los distribuidores de papel higiénico de lugares públicos.
Sus defensores alegan que esta tecnología hace la vida más fácil y segura, pero sus detractores ven en ella una forma más del Gobierno de vigilar de cerca a los 1.400 millones de chinos.
En Shanghái y en otras grandes ciudades, el reconocimiento facial se ve incluso en las calles, con el objetivo de atrapar a quienes infrinjan las normas de circulación.
Así, los peatones que cruzan la calle por lugares en que no esté permitido son sistemáticamente fotografiados y su foto aparece, inmediatamente, en una gran pantalla instalada en la intersección más cercana. Si no quieren verse en esta “pantalla de la vergüenza”, tiene que pagar una multa de 20 yuanes (3 euros).
La población china, gobernada por el Partido Comunista, es una de las más vigiladas del mundo, en un país con alrededor de 176 millones de cámaras de seguridad operativas. La gente preguntada al respecto en un cruce de Shanghái no parece especialmente molesta por la novedad.
“Puedo aceptarlo. Los culpables son fotografiados en público, después de todo, y es una forma de hacer respetar la ley”, explica una empleada de hospital de 42 años, que se presenta únicamente por su apellido, Wu.
“Pero supongo que hay gente que podría decir que se está violando su vida privada, y preocuparse por la forma en que esta información podría ser almacenada”, añade.
La policía utiliza esta tecnología para encontrar a sospechosos buscados. Fue empleada recientemente en la pequeña ciudad de Qingdao, productora de la cerveza Tsingtao, donde unas cámaras situadas en la entrada de un festival de cerveza permitieron detener a 25 sospechosos.
Todos los chinos de más de 16 años deben tener un carné de identidad con foto y dirección, lo que significa que las autoridades disponen de un enorme banco de datos.
China, consideran los expertos, está muy por delante de Occidente en esta cuestión, principalmente porque sus leyes sobre la vida privada son mucho menos estrictas y por que sus ciudadanos están acostumbrados a ser fotografiados, a que se recojan sus huellas digitales y a dar todo tipo de informaciones personales a las autoridades.