Revelan división en partido de FARC, carta cuestiona entrega de armas sin cumplimiento de acuerdos
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La misiva es al parecer de un grupo de excombatientes de base además de mandos medios de las FARC que habrían renunciado a continuar como miembros del nuevo movimiento político y aseguran que hay crisis en el partido por diferencias entre la dirigencia y las bases, además de la falta de democracia interna.
En apartes de la carta se dice que: “la actual crisis del partido es producto de la falta de democracia a nivel interno, no se escucha a las bases del antiguo ejército, del anterior partido ni de quienes hicieron parte del movimiento bolivariano que llegan ahora a integrar el nuevo partido, y mucho menos se les da participación en la toma de decisiones”.
Para las personas que firmaron la misiva, esto es de ‘altísima gravedad’, y dicen que: “atentan contra el carácter popular, transformador y revolucionario al que podría aspirar la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Pero lo que reviste la mayor gravedad es que se han dado muestras, en repetidas ocasiones, de no estar interesados en corregir o cambiar estas prácticas”.
También dice la carta:
“La violación de este principio permitió que se diera un manejo engañoso al espinoso tema de las armas, en cuanto se aseguró a la militancia y al país a lo largo de los diálogos con el gobierno, que las FARC jamás entregarían las armas, por el contrario, lo que habría es una dejación de las armas respetando el criterio que establecía el camarada Manuel Marulanda en cuanto a que ‘Nosotros haremos un acuerdo en algún momento, pero nuestras armas tienen que ser la garantía de que aquí se va a cumplir lo acordado. En el momento en que desaparezcan las armas, el acuerdo se puede derrumbar. Ese es un tema estratégico que no vamos a discutir’ (6 de septiembre de 1998)”.
“que la dejación de armas en esencia era dejar bajo el cuidado de un tercero el material bélico de la organización como garantía de cumplimiento, realizando la destrucción del mismo solo cuando se hubiese logrado la plena implementación de los acuerdos logrados por el proceso de paz”, pero dicen que “sin explicación alguna se entregan las armas a la ONU para ser destruidas sin que la implementación de los acuerdos se hubiese dado a cabalidad, y más grave aún sin que los prisioneros de guerra y los presos políticos que se encuentran retenidos por el Estado hubiesen recobrado su libertad en su totalidad”.
Los excombatientes critican que los jefes del grupo aceptaran: “la movilización y concentración de la tropa en áreas conocidas y la entrega de las armas y el dinero de la organización,” y no conformes dicen, “también entregan las banderas de la asamblea nacional constituyente, entregando a las élites la decisión sobre el mecanismo de refrendación del acuerdo”.
Para los firmantes estas decisiones se tomaron: “sin discusiones amplias, sin consultar a las bases, configurándose un grupo de privilegiados con el derecho a pensar y a decidir por el resto del movimiento; de allí la frase que ronda al partido desde hace un tiempo: ‘las decisiones se toman desde arriba’. Aunque el resto del movimiento si debe sufrir las consecuencias de decisiones en las que no ha participado”.
Y agregan que: “las dificultades en cuanto a la construcción democrática del partido emanan de las comandancias, especialmente de las comandancias que conforman los organismos de dirección”.
Critican duramente la re-estructuración del partido así como los planes de acción que se les comunico con una circular: “que ordena disolver las diferentes estructuras de trabajo y se presentan unos sectores en los que los militantes deben inscribir su accionar político, además de restringirse a un área geográfica específica de Bogotá que de acuerdo al ordenamiento territorial de la burguesía corresponde a las localidades. Hacemos énfasis en cuanto a que fue una orden desde arriba, dado que a la base no se le convocó para la discusión y la determinación del plan de acción”.
Dicen que: “En primer lugar quedó en evidencia la conformación de fracciones al interior del partido lideradas por antiguos comandantes que no quieren dejar de serlo (siendo estos los intereses a los que hacíamos mención anteriormente); estas fracciones corresponden en gran medida a la anterior subdivisión por bloques, emergiendo ante la base vergonzosas pugnas internas por cargos, direcciones pero sobre todo por el control del partido”.
Y puntualizan también que: “Las mujeres y hombres que hemos elaborado esta carta nos vamos porque encontramos que tenemos profundas diferencias con la dirección y sus apadrinados (con contadísimas excepciones), no con las bases que trabajan a diario, de forma trasparente y desinteresada, dirigimos una crítica fraterna a un importante de la militancia que teme expresar sus inconformidades (que sabemos que las tienen), pues sabemos la admiración que despertaban los antiguos comandantes guerrilleros (nosotros también la sentimos), pero es impresentable que realizar una crítica, exigir que hagan bien su trabajo, respeten a la base, rindan cuentas, se les exija que escuchen y no se hagan los sordos, se convierta en una especie de herejía, de sacrilegio”..
La carta está firmada con los nombres de Erika, Oscar, Jennifer, Leo, Fredy, Jeison, Paula y Javier.