Una bomba oculta en una ambulancia mató al menos a 95 personas y causó heridas a otras 158 en la capital de Afganistán el sábado, tras explotar en un control policial apenas días después de un ataque letal en uno de los hoteles más prominentes de Kabul.
Los talibanes reivindicaron la responsabilidad de la explosión suicida, una semana después de haber asumido también la autoría del ataque contra el Hotel Intercontinental en el que murieron más de 20 personas.
Un portavoz del Ministerio de Interior culpó a la red Haqqani, un grupo extremista afiliado con los Talibanes que según las autoridades afganas y occidentales se encuentra tras muchos de los mayores ataques contra objetivos urbanos en Afganistán.
Horas después de la explosión, un funcionario del Ministerio de Salud Pública señalaba que la cifra de muertos había subido a al menos 93 y los heridos a 158, aunque es probable que el recuento se incremente a medida que lleguen llegando más cifras de los hospitales.
Mientras los equipos médicos se esforzaban por atender a las víctimas iban llegando, algunos heridos seguían al aire libre, con goteos intravenosos instalados en hospitales de campaña.
“Es una masacre”, dijo Dejan Panic Dejan, coordinador en Afganistán del grupo italiano de ayuda Emergency, que gestiona un hospital de urgencias cercano.
Mirwais Yasini, un parlamentario que se encontraba cerca del lugar de la explosión, dijo que la ambulancia se acercó al
puesto de control, próximo a una oficina del Consejo Superior de Paz y de varias embajadas extranjeras, y estalló.
Añadió que varias personas yacían en el suelo y que la gente ayudaba a los heridos mientras las ambulancias se abrían paso con sus sirenas través de las congestionadas calles del centro de Kabul.
El sábado es día laborable en Afganistán.
Una columna de humo gris se alzaba desde la zona de la explosión por el centro de la ciudad y edificios situados a cientos de metros de distancia fueron sacudidos por la fuerza de la explosión.
Este último ataque añadirá presión al presidente Ashraf Ghani y sus aliados de Estados Unidos, que han expresado su creciente confianza en que una nueva estrategia militar más agresiva ha logrado expulsar a los insurgentes talibanes de los principales centros provinciales.
Estados Unidos ha intensificado su asistencia a las fuerzas de seguridad afganas y ha incrementado los ataques aéreos contra los talibanes y otros grupos extremistas, con el objetivo de romper el estancamiento y forzar a los insurgentes a sentarse a la mesa de negociaciones.
Sin embargo, los talibanes descartan que estén más debilitados por la nueva estrategia y los últimos ataques demuestran que su capacidad para organizar atentados mortales y de alto perfil no ha disminuido. Reuters