Opinión

Fiestas, Festivales y Rumbas.

Por: Diego Calle Pérez.
CORTO Y PUNTUAL
Cada año comienza con el paseo tradicional de los Reyes Magos, las fiestas tradicionales de pueblos colombianos y las últimas rumbas despiden el año viejo.

En Cartagena de Indias, se reúnen en torno al festival de música y llega el Hay Festival, con escritores, poetas y narradores, uno que otro nobel de literatura y algunos ministros se gozan el descanso asistiendo a conferencias y conversatorios como de científicos en medio del clima tropical de un país que comienza su agenda con campaña al capitolio nacional.

La cultura sigue relegada a los gustos de los pocos que atinan al tema. Los gestores culturales se forman en teorías y se chocan con la realidad cruel de no encontrar presupuestos para mejorar la convivencia. La cultura es un tema de sueños de papel como lo afirma Rubén Blades. La cultura no aporta a los planes de desarrollo de un mandatario y los puentes, las aceras, los túneles, las construcciones dejan huella para volver a ser candidato.

Hay Festival, se ha convertido en un referente para los que puedan y quieran viajar a Cartagena, no es un referente de país, ni trasciende como el Carnaval de Barranquilla, el desfile de Silleteros y el carnaval de los negritos en Pasto.

Los festivales de Cine están reuniendo más gente que otros temas de la cultura como la danza, las comparsas, los títeres, el teatro. Quedan en cuidados intensivos los festivales de teatro de Manizales y Bogotá. Las ferias de libros se quedan en las principales ciudades y son pocos los municipios que gestionan una feria cultural donde el tema central sean los libros y sus autores.

La cultura como industria genera conocimiento y entretiene a los asistentes con las ventas de crispetas, churros, hamburguesas, chorizos y cervezas. Casi nadie alcanza a dimensionar el flujo de asistentes a las ferias bien programadas y concertadas con libreros y narradores que les guste llegar a sus lectores.

Poco importa la cultura y asumen que se puede suplantar con el concierto de Arelis Henao y Darío Gómez. Al no tener cultura electoral, menos tenemos cultura ciudadana. Los promotores culturales se están acabando por arar en un desierto, de desaciertos en un país que tiene la cultura como cenicienta y muchos lo exclaman, sabiendo lo cierto.