La Unidad para las Víctimas coordina el proceso de retorno de cerca de 500 personas de las etnias embera katío y embera chamí, que se realizará el 24 de septiembre, a tres resguardos en los municipios de Pueblo Rico y Mistrató en Risaralda.
El proceso de retorno de cerca de 500 indígenas embera, que comenzó a organizarse en abril de este año, tendrá su momento culminante el próximo 24 de septiembre cuando, en buses, camiones, en mulas y a pie, los hombres, mujeres, niñas, niños, bebés, adolescentes y personas mayores, lleguen a sus comunidades en tres resguardos del departamento de Risaralda.
Hoy, en la Casa Indígena ubicada en la calle 9 con carrera 9, en el centro de Bogotá, cada uno de los jefes de hogar, de la mayoría de las 105 familias, firmó el acta de voluntariedad para retornar a sus territorios de origen y aceptó las normas de comportamiento concertadas para el viaje de retorno.
Los que no acudieron hoy a la cita con la Unidad para las Víctimas pueden hacerlo entre los días 17 y 20 de este mes. En dicha acta también se corrobora cuántas personas integran cada familia y la cantidad aproximada de lonas con enseres, muebles y electrodomésticos que van a llevar.
Alrededor de 250 personas de la etnia embera katío retornarán al resguardo Jito Dokabú, ubicado en el municipio de Puerto Rico. Dispersas por dicho territorio ancestral están varias comunidades, a las que llegarán los indígenas: Chipá, Santa Teresa, Kemberdé, Paparidó, Santa Cecilia, Vereda Sigüepa, Vereda Bajojitó, Vereda Palma y CunaJitó.
Otras 240 personas retornarán al resguardo Unificado, ubicado en el mismo municipio, y 9 más irán al municipio de Mistrató.
Olivia Charicha Dosavia, lidereza, expresa su satisfacción en un español extraño, que aprendió en los últimos años que ha vivido en un inquilinato en el barrio San Bernardo de Bogotá: “vamos contento para la tierra de nosotro a cultivar, a reconocer la cultura, para no perder el cultura porque es madre de la tierra y para no vivir acá; me siento feliz por el retorno, porque acá es situación muy malo y a veces los indígenas se van para la calle a mendicar y no tienen nada de qué comer. Por eso queremos retorno para trabajar en la territorio, el cultivo, hacer de todo”. Ella llegará con sus siete hijos, de entre 13 y 3 años, a la vereda Sigüepa.
Luisa Margarita Gil, coordinadora del grupo de Retornos y Reubicaciones de la Unidad para las Víctimas, que lidera esta clase de procesos, explica lo que se ha hecho: “este proceso lo comenzamos en abril de este año, fue necesario concertar con las autoridades tradicionales en territorio, con ellos acá, con la Alcaldía de Bogotá, que ha sido nuestro gran aliado, con las alcaldías de Mistrató, Puerto Rico, y con el Ministerio del Interior, que nos ha acompañado”.
Todo se ha hecho en el marco del Decreto 4633 de 2011 “por medio del cual se dictan medidas de asistencia, atención, reparación integral y de restitución de derechos territoriales a las víctimas pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas” y bajo los principios de dignidad, seguridad y voluntariedad que establece la Ley 1448 del mismo año.
“El papel de la Unidad es contribuir a la permanencia de las comunidades retornadas en el territorio, con componentes de seguridad alimentaria, vivienda y habitabilidad, acceso a derechos básicos, y el de la Dirección de Asuntos Étnicos y el Mininterior es fortalecer su autonomía y gobierno propio”, añade Luisa Gil.
Orlando Queragama Vaniama, quien lidera 53 familias del Jito Dokabú, y es el traductor en reuniones como la de hoy, dejó ver su satisfacción: “nosotros estamos felices porque estamos cansados de vivir en la ciudad. Estamos alegres para nuevamente encontrar nuestras familias, todas las mujeres y los niños están felices. A nuestros hermanos los abandonamos, casi como 16 años sin ver de la familia y el territorio”, dijo este hombre desplazado en el 2002, que vivió un tiempo en Cali y otro en Popayán antes de llegar en el 2016 a la capital del país. Retornará a la comunidad de Santa Teresa con sus nueve hijos y su esposa.
El proceso de retorno
El 23 de septiembre se realizará el embalaje de los enseres, muebles y electrodomésticos en camiones que solo llegan hasta un punto del camino a los resguardos. De ahí para adelante la carga irá en mulas, y las personas retornadas se bajarán de los buses a iràn a pie, algunos en recorridos de hasta seis horas.
Los buses y camiones partirán de Bogotá el 24 de septiembre a las 12 del día. En todo el recorrido estarán acompañados por funcionarios de la Unidad para las Víctimas, del Ministerio del Interior, de la Alcaldía de Bogotá y de las alcaldías de Pueblo Rico y Mistrató. También irán 16 guardias indígenas y una autoridad ancestral que vendrán desde los resguardos y otros 15 guardias que ejercieron como tales en Bogotá.
La Unidad para las Víctimas ha venido entregándoles ayudas humanitarias en Bogotá y una vez lleguen a sus comunidades les dará kits de alimentos y otros necesarios para su habitabilidad. La Alcaldía de Bogotá les dará herramientas y semillas para cultivar y la Unidad coordinó con cooperación internacional un proyecto para recuperar semillas ancestrales.
Así mismo, la Unidad gestiona el mejoramiento de las viviendas de las familias a donde van a llegar y el acceso a cupos de vivienda. La competencia de los municipios es garantizar los derechos a salud y educación. “La idea es que no dependan del Estado, sino que desarrollen su autonomía y así fortalezcan su cultura y su territorio ancestral”, concluyó Luisa Margarita Gil.