El desafío argentino está en la recepción de la cumbre del G20 en la que participarán los más importantes líderes mundiales, el anfitrión debe garantizar la seguridad con estrictas medidas internacionales.
La cumbre se celebra meses después de que Argentina solicitara un crédito adicional al Fondo Monetario Internacional tras una nueva preocupación económica.
El 2018 fue, para los analistas, un año muy difícil para el presidente Mauricio Macri, debido al número de protestas sindicales, la devaluación del peso frente al dólar, el aumento de la pobreza, el desempleo y previsiones de contracción económica.
Lo que persigue Argentina es demostrar un gran despliegue de seguridad para garantizar que no hay incidentes, porque se esperan protestas mayores que las de Hamburgo en el 2017.
Así las cosas, en la ciudad de Buenos Aires se desplegarán 24.000 agentes de seguridad, con zonas completamente restringidas e interrupciones en los sistemas de metro y trenes.
Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, pidió a los argentinos que si es posible salgan de la ciudad durante los días de la cumbre. Por esta razón, el viernes 30 de noviembre fue decretado como feriado no laboral.
2.000 agentes reforzarán la seguridad de las delegaciones extranjeras y solamente funcionará el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.