Cuando la brasileña Gina Dal Colleto, de 97 años, fue hospitalizada el 1 de abril con síntomas de coronavirus, pocos habrían pensado que iba a sobrevivivir al mortal virus.
Sin embargo, el domingo Dal Colleto salió en silla de ruedas del hospital Vila Nova Star, de Sao Paulo, entre los aplausos de médicos y enfermeras: la sobreviviente conocida de COVID-19 más anciana en la nación más afectada por el brote en América Latina.
Su inesperada recuperación fue una luz de esperanza en Brasil, donde la enfermedad dejó más al descubierto lo colapsado del sistema de salud pública, en medio de un feroz debate político sobre la mejor forma de abordar la propagación del virus y apuntalar la economía del país.
Dal Colleto, la única sobreviviente de una familia de origen italiana compuesta por once hermanos, vivía sola en la ciudad portuaria de Santos, indicó en un comunicado Rede D’Or São Luiz, controlador del hospital Vila Nova Star.
“Aun con casi un siglo de vida, Gina tiene una rutina muy activa y le gusta caminar, comprar y cocinar”, dijo el comunicado. “Tiene seis nietos y cinco bisnietos”.
Mientras estaba hospitalizada, Dal Colleto recibió oxígeno y fue ingresada en cuidados intensivos, según el comunicado.
El domingo, el Ministerio de Salud de Brasil dijo que 1.223 personas de la enfermedad, 99 más que el total del día anterior. Brasil tiene ahora 22.169 casos confirmados.
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, excapitán del ejército y de extrema derecha, ha rechazado las medidas de distanciamiento social impuestas por los gobernadores estatales e incluso sus propios funcionarios de salud.
Bolsonaro quiere que se reactive la economía, argumentando que cuarentenas prolongadas representan un riesgo mayor que una enfermedad que él llama “una gripecita”. Reuters