Familiares, amigos y líderes comunitarios asistieron este martes en Houston, Texas, al funeral de George Floyd, el afroamericano muerto en Minneapolis a manos de la policía. Entre rezos, elegías y canciones en los que se recordó su figura, se pidió justicia y un cambio en la sociedad para acabar con el racismo.
A los servicios fúnebres privados en honor a Floyd, después del velorio del lunes en el mismo templo y el funeral que tuvo lugar el jueves pasado en Minneapolis, asistieron unas 500 personas por estricta invitación de la familia, una cuarta parte del aforo debido a la pandemia del coronavirus.
Esto no impidió que la iglesia “The Fountain of Praise” de su ciudad natal fuera escenario de un sentido último adiós que fue retransmitido en directo por las principales cadenas de televisión, después de las masivas manifestaciones registradas en todo Estados Unidos y el mundo, en protesta por su muerte.
El candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, envió un mensaje que fue emitido en video en la iglesia. Allí dijo que “creo que lo que lo que ha sucedido aquí es uno de los grandes puntos de inflexión en la historia de Estados Unidos, de verdad, en términos de libertades civiles, derechos civiles y simplemente de tratar a las personas con dignidad”.
Biden, que el lunes se reunió con la familia de Floyd, aseguró que “ahora es el momento de lograr la justicia racial” en Estados Unidos.
Quienes pasaron por el atril montado en el altar de la iglesia, frente al féretro en que reposan los restos de Floyd, junto a dos retratos suyos pintado con alas de ángel y con un halo de santidad sobre su gorra, expresaron su compromiso de seguir luchando para erradicar la violencia racial en Estados Unidos.
Entre ellos estuvieron los familiares de Floyd vestidos todos de blanco, que recordaron su humanidad y buen carácter, y aludieron a la frase “no puedo respirar”, las últimas palabras que Floyd le repitió al policía que, ya esposado, lo mantuvo durante casi nueve minutos con la rodilla en el cuello hasta que perdió el aliento.
“Yo sí puedo respirar (…) sin justicia no puede haber paz”, dijo una sobrina de Floyd, antes de que uno de sus hermanos tomara el micrófono y asegurara que “la muerte de Big Floyd va a cambiar el mundo”.
A las afueras del templo, entre tanto, se habían congregado numerosos vecinos para expresar su “dolor” e “indignación” por la pérdida de este hombre el pasado 25 de mayo en Minneapolis, tras ser detenido como sospechoso de haber usado un billete falso de 20 dólares.
También, a su llegada al templo, miembros del Departamento de Policía de Houston formaron un pasillo y rindieron honores a George Floyd al tiempo que el ataúd, bañado completamente en oro, era transportado a hombros por algunos de sus seres queridos.