Por: Diego Calle Pérez
La diferencia está en el número que va del 20 al 21, la proporción del tiempo son meses y llegamos al mismo lugar de hace un año atrás. Todo cambio desde que España decretara su confinamiento, como en una máquina del tiempo, pareciera todo se detuvo, a los pocos meses que sucediera en la ciudad oriental del continente, más allá, de la muralla que se alcanza a ver desde el satélite espacial. Todo pareciera novedoso, al principio, casi nadie la creía, se tenía que detener el planeta.
Se detuvo el planeta por unos meses, en Venecia (Italia) las aguas estuvieron más limpias y hasta los peces se veían, en las calles, de ciudades, se vieron manadas de venados buscando la gente que los alimentara. La naturaleza, supuestamente, estaba recuperando los espacios perdidos. Las fotos, llegaban de muchas partes de los diferentes continentes. Nueva York, la ciudad referente, estaba paralizada, su metro no se movía, eran impactantes las imágenes de la semana santa en el Vaticano.
En Colombia, las primeras semanas fueron incertidumbre total. La gente que pudo salir de sus casas, se cree, fueron los privilegiados, otros tantos se tuvieron que quedar, por el temor, no al contagio, la multa esperaba y la cuenta sumaba. La confusión y el caos era latente, la improvisación era la muestra diaria del programa de televisión. Todo era ensayo y error. El ciudadano de a pie, sufrió tanto, como el que esperaba la orden de salida.
Podríamos decir, se frenó la marcha de la vida cotidiana. Por un espacio de quince días, no se escuchó al vendedor de mazamorra, no se escuchaba un avión y no se tiraba basura a la acera. Durante ese tiempo, algunos, nos imaginamos, que la gente cambiaría, que la solidaridad nos arroparía en una cruzada de nuevas conductas de vida social, lamentable, pasaron los meses y la gente salió a la calle mas cargada de soberbia y llena de motivos para no creer en el programa de gobierno nacional, departamental y local.
Un año después, se despega con la incertidumbre de la reforma tributaria, se despega con la alternancia en las instituciones educativas, solo falta la alternancia del gobierno nacional, que días sale el presidente y que días salen los ministros a dar cuenta de sus gestiones, que entre año y año pareciera viviéramos lo mismo.