En el primer caso se presentó una sentencia a 42 años y 6 meses de prisión en contra de un feminicida que abusó sexualmente de una menor. El segundo caso se trata de una pena a 22 años de prisión para un hombre que abusó de su propia hija, y también de su hijastra.
Fiscales de Meta y Caquetá lograron que dos jueces de conocimiento, ubicados en estas regiones, condenaran de manera ejemplar a dos hombres responsables de abusar sexualmente de tres niñas.
Feminicidio y abuso sexual
Los hechos que motivaron la primera sentencia se presentaron a finales de 2018 en área rural de Barranca de Upía y Cabuyaro (Meta). Se trata de un hombre de 37 años de edad sentenciado a 42 años y 6 meses de prisión tras ser hallado culpable por el abuso sexual y posterior feminicidio de una menor de 11 años.
Un fiscal de la Seccional Meta demostró que la víctima desapareció de su casa, ubicada en un caserío de Barranca de Upía a las 10:30 de la noche del 31 de diciembre de 2018. Tres horas después, en un paraje de la Vereda La Embajada del municipio de Cabuyaro, fue encontrado el cuerpo de la niña; sin vida, y con signos de violencia sexual.
La Fiscalía señaló al procesado como responsable de los delitos de feminicidio agravado y acceso carnal violento.
Abusó de su hija, y también de su hijastra
Un fiscal adscrito al Centro Integral de Atención a Víctimas de Abuso Sexual (Caivas) de la Seccional Caquetá logró que un juez penal del circuito de Florencia, declarara responsable de los delitos de acceso carnal violento agravado en concurso homogéneo sucesivo y en concurso heterogéneo con acto sexual violento agravado, a un hombre que abusó sexualmente de su hija, y también de su hijastra.
El procesado fue condenado a 22 años y 9 meses de prisión y se le impuso inhabilidad para el ejercicio de derechos y funciones públicas. La primera víctima del implicado fue su hijastra, quien sufrió abusos sexuales desde el año 2007, cuando tenía 7 años de edad. Las agresiones se prolongaron hasta el año 2011.
Los sucesos ocurrieron en zona rural de Milán (Caquetá) donde vivían la niña y el agresor, que aprovechaba los momentos a solas para someterla por la fuerza, amenazarla y vulnerarla sexualmente en varias oportunidades.
La segunda víctima fue la propia hija del sentenciado, una menor de 12 años de edad. Como consta en la investigación los abusos en este caso sucedieron entre el 2017 y el 2018, repitiéndose la historia vivida por la hijastra. Esta decisión es de primera instancia y sobre ella proceden los recursos de ley.