Necesitamos articular un modelo entre la gran corporación y la producción familiar campesina que respete la biodiversidad en la Altillanura: Petro
El presidente Gustavo Petro, indicó que Colombia puede combinar dos modelos de producción agrícola en la denominada Altillanura, con el fin de enfrentar el hambre en el país, y a su vez poder exportar alimentos al mundo, siempre y cuando se respete la biodiversidad nacional.
Así lo expresó durante su encuentro con los integrantes de la US Chamber of Commerce, la Cámara de Comercio de Estados Unidos, como una de las reuniones de su agenda en Nueva York, y a donde asiste y participa de la Cumbre de las Naciones Unidas.
Para el Presidente Petro, ambas formas productivas no son antagonistas. “Se pueden conjugar dos modelos: el que ya la economía desarrollada ha expandido, que es el de las grandes corporaciones agroindustriales aquí presentes, por lo que escuché, y el modelo de la familia, de la mujer campesina como productores”, dijo.
Explicó que se generarían dos rieles en la agricultura colombiana: la de gran escala, con fines de exportación, y la del campesino, con fines de democracia, de Paz Total.
Del mismo modo, destacó que el Banco Mundial considere al país como una de las fronteras de tierra que se pueden expandir para la producción de alimentos, teniendo siempre presente la defensa de la riqueza nacional como es la biodiversidad.
“Si el mundo necesita alimentos, si en Colombia está casi la última frontera agraria, según el Banco Mundial, para expandir tierras hacia la agricultura y el alimento, pues hay una opción económica, incluso de negocios, si se respetan los principios básicos que podrían construir la Paz en Colombia, que son su biodiversidad, su agua y la necesidad de democratizar las tenencias de la tierra en millones de personas que hoy llamamos campesinos”, declaró.
Añadió que para lograr este objetivo hay que hacer un esfuerzo en infraestructura para los dos modelos, como distritos de riego y conectividad; pero también en impulsar la asociatividad o el cooperativismo, con el fin de saltar de la producción de la materia prima en bruto, como el maíz, por ejemplo, hacia la agroindustrialización, generando más valor agregado y riqueza.
“La base de un proceso de industrialización en Colombia es para nosotros un objetivo. Y todo parte de una base que es la tierra, que hoy disponemos, pero no usamos”, puntualizó.
Cifras para pensar
El Presidente Petro reveló ante los integrantes de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, unas cifras de la FAO, organismo de Naciones Unidas para los alimentos, que confirman una paradoja: Colombia tiene tierras aptas para cultivar, pero no las usa.
“Toda la tierra colombiana que se usa para agricultura es de aproximadamente 26 millones de hectáreas potenciales; solo se utilizan 6 millones de hectáreas. El resto son praderas que están bajo una actividad de ganadería extensiva, que es de muy baja productividad; con suelos que no son para la ganadería porque la ganadería los daña; son suelos, que, por su fertilidad, son muy aptos para la actividad agraria”, dijo.
Y una de las consecuencias de no usar la tierra es el hambre, indicadores que, reconoció, lo alarmaron. “En el planeta, tras permanecer relativamente estable desde 2015, el índice de subalimentación, decimos desnutrición, se incrementó del 8 al 9,3%, del 2019 a 2020. En Suramérica el índice alcanza un 7,8%; y en Colombia un 30%. Esto era lo que decía la FAO, que nos asustó”.
Afirmó que esto demuestra una enorme falla histórica, desde el origen de la República. “No usamos nuestras tierras porque la concepción que imperó desde hace cinco siglos fue feudal, fue esclavista; una esclavitud enfocada en encontrar el oro a como diera lugar, y un feudalismo, muy español, vinculado a la mentalidad de creer que se tiene poder, si se tiene tierra; y punto”.
Por eso recalcó que la Altillanura, que no solo es colombiana, sino también venezolana, es un lugar, que, si se superpone el mapa de Ucrania, con la misma escala, este país es más pequeño, cuenta con menos agua y no está en la mitad de un camino que junta al océano Pacífico y el Atlántico.