La prematuridad continúa siendo la primera causa de morbimortalidad neonatal e infantil y se estima que cada año nacen 15 millones de niños en el mundo con esta condición, una cifra en aumento.
Además, anualmente cinco millones de niños mueren en el mundo durante el periodo prenatal y el 25 % de estos decesos están asociados con la prematurez y/o el bajo peso al nacer. En ese sentido, el 17 de noviembre se celebra el Día Mundial del Niño Prematuro, con el objetivo de concientizar sobre el parto precoz y las acciones que pueden mejorar la situación de vida de estos bebés y sus familias.
De igual forma, es importante conocer algunos de los aspectos más importantes que contribuyen en la calidad de vida del bebé prematuro. Algunas de ellas son:
La lactancia materna sigue siendo el principal alimento recomendado: por lo general, un bebé prematuro es más somnoliento y tiene menos fuerza muscular, así que el agarre al pecho, succión y deglución no es tan eficiente. A pesar de ello, la lactancia materna sigue siendo el alimento principal para el desarrollo y crecimiento de los niños.
La vacunación debe ser colectiva: usualmente se recomienda mantener el mismo calendario vacunal que los niños nacidos a término. Sin embargo, los menores prematuros pueden llegar a necesitar esquemas adicionales o de anticuerpos frente a virus especiales. Adicionalmente, los adultos cuidadores deben tener sus esquemas de vacunación actualizados.
Un entorno que le permita dormir adecuadamente: los niños prematuros tienen mayores riesgos de tener una muerte súbita, así que se recomienda evitar el tabaquismo en casa, el pre y posnatal consumo de alcohol o drogas por parte de la madre y adultos cuidadores, y evitar la posición decúbito prono (boca abajo) o decúbito lateral al momento de dormir.
Las personas prematuras tienen menor estatura: las personas prematuras comúnmente son más pequeñas en estatura. Por lo tanto, una valoración por endocrinología pediátrica puede dar mayor detalle sobre el estado de las hormonas de crecimiento.
“Es menester dialogar sobre la prematuridad, una condición que afecta nuestras próximas generaciones. Los padres y cuidadores adultos deben recibir la información oportuna que les permita atender tanto las necesidades físicas y emocionales del niño, mejorando su pronóstico de vida físico, neurológico y psicosocial”, concluyó Sergio Arango.