por Mauricio Botero Caicedo
En este escrito quisiera trascribir dos maravillosos escritos que ponen en ridículo a aquellos imbéciles, generalmente “progres” que se sienten moralmente superiores y consecuente con la moda cuando usan lenguaje supuestamente inclusivo.
El primero de ellos es el escritor, periodista y académico, Arturo Pérez – Reverte quién escribió estas deliciosas palabras:
“”¿Decir ‘todes les niñes’?, me niego. No me da la gana. No porque sea académico, porque yo soy un escritor profesional (…) me niego a que me digan cómo tengo que escribir para no ser machista”, dijo este domingo (28.04.2019) el escritor español Arturo Pérez-Reverte en Buenos Aires.
“El mundo ha cambiado, la mujer tiene roles que antes no desempeñaba, y es evidente que la lengua debe adaptarse a ello, lo que pasa es que hay límites y el límite es la estupidez”, añadió el miembro de la Real Academia Española durante la presentación de su nueva obra en la Feria Internacional del Libro de la capital austral.
Desde su punto de vista, el lenguaje inclusivo, uno de los temas con los que se ha creado polémica en el último año en el país suramericano y que busca la igualdad a través de una lengua sin género, es una “estupidez” que le “entorpece” a la hora de ejercer su profesión como escritor.
“Yo tengo que escribir con claridad, en un código que mis lectores comprendan y compartan, entonces, otra cosa es que el club de niñas analfabetas de Rosario (Santa Fe, centro) me diga cómo tengo que escribir mis novelas para no ser machista”, sentenció. También criticó que, en un mundo donde “la inteligencia está penalizada” en las escuelas, “los imbéciles están ganando”.”
El segundo es el lingüista Roberto Santamaría-Betancourt del
Grupo de la Ortografía Española.
*POR UN IDIOMA SIN “IDIOMO”*
Se ha extendido una manía
entre parlantes ladinos
de acuñarle el femenino
a quien nunca lo tendría,
si no tiene “dío” el día,
y el trigo no tiene “triga”,
ni existen las “gobernantas”,
tampoco las “estudiantas”,
ni “hormigo” entre las hormigas.
Aunque lo intenten, comprar
con millones y “millonas”
un trono no tiene “trona”
ni “jaguara” has de llamar
a la hembra del jaguar,
y aunque el loro tenga Lora,
y tenga una flor la flora
mi lógica no se aplaca:
no tienen “vacos” las vacas
ni los toros tienen “toras”.
Aunque las libras existan
con los libros no emparejan,
y tampoco se cotejan
suelos, que de suelas distan,
por mucho o “mucha” que insistan
mi mano no tiene “mana”,
no tiene “rano” la rana
y foco no va con foca,
ni utilizando por boca
al masculino de Ana.
A todos estos imbéciles que practican el lenguaje inclusivo, me encantaría darles una patada en el rabo, o raba como dirían algunos de ellos.