¿Gravedad de virus como el SARS-CoV-2 se podría predecir? Sí, la respuesta está en los metabolitos
–Aunque en mayo pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció el fin de la emergencia por la pandemia de COVID-19, el SARS-CoV-2 sigue “vivo” y todavía aparecen mutaciones y variantes, e incluso existe la amenaza de otros virus similares que podrían poner en jaque a los seres humanos.
Sin embargo, al parecer ya hay una luz al final del túnel: la metabolómica, según lo estableció una investigación realizada por Laura Alejandra Gómez Muñoz, magíster en Bioquímica de la Universidad Nacional de Colombia.
Los metabolitos, ingredientes principales para la vida, son moléculas, de las que poco se habla –incluso se desconoce la función de algunas–, tuvieron un papel fundamental durante la pandemia por el virus SARS-CoV-2.
De ellos se deriva la metabólica, un campo de estudio que es como tener una cámara fotográfica al servicio de la salud pública, ya que se encarga de tomar “fotos” de los metabolitos en distintos momentos, en este caso del desarrollo de una enfermedad que probablemente no deje los mejores recuerdos, de ahí que sea importante descifrar qué hay de distinto en esas imágenes.
Para develar esta incertidumbre, Laura Alejandra estudió lo sucedido en Bogotá durante la pandemia, para lo cual registró a 100 pacientes que ingresaban a una clínica de la ciudad y los repartió en dos grupos, uno de control, con pacientes que tenían síntomas leves y podían pasar la enfermedad en su casa, y otro de pacientes hospitalizados, entre ellos los que requirieron ingreso a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por complicaciones respiratorias, algunos de los cuales fallecieron.
“Evaluamos los cambios en el grupo de metabolitos durante el espectro clínico de la enfermedad, y evidenciamos alteraciones especialmente en lípidos, aminoácidos y carbohidratos, que llevaban a que la respuesta inmune del paciente aumentara”, asegura la investigadora.
Se encontraron 148 metabolitos, uno de los más importantes fue el ácido fosfórico, que tuvo un aumento relevante en los pacientes hospitalizados y en aquellos que se complicaron e ingresaron a la UCI; sin embargo sus implicaciones en la enfermedad aún son desconocidas.
De las funciones de otros sí se puede hablar, como los glicerofosfolípidos, principales componentes de las membranas celular y cuyo desbalance genera inflamación y daño oxidativo en las células. También de los metabolitos, que son clave para contrarrestar estos daños, como por ejemplo el ácido quenodesoxiglicocólico, que se encontró disminuido en casos severos, por lo que los pacientes perdían estas funciones reguladoras y protectoras.
Por otro lado, aumentó el ácido glutámico, muy importante en el sistema nervioso central, condición que también ocurre en enfermedades como Alzheimer o cáncer; y la colina, esencial en el desarrollo cerebral del feto, disminuía, lo cual es problemático pues también ayuda a reducir el efecto negativo de los virus respiratorios, así como la inflamación y aquella “niebla cerebral” (mareo, incluso años después de la infección de COVID-19).
Durante un año, y con una labor nada fácil pues era en plena pandemia, la magíster se dedicó a tomar muestras de sangre de cada paciente, de las cuales extrajo el plasma, componente necesario para los “estudios de metabolómica y lipidómica multiplataforma no dirigidos”, utilizando dos técnicas: cromatografía de gases y cromatografía líquida, acopladas a espectrometría de masas de alta resolución, las cuales permiten diferenciar cada uno de los metabolitos y sus características específicas.
Los análisis se realizaron con el grupo MetCore de la Universidad de los Andes, en donde se extrajeron los metabolitos en las muestras y el procesamiento de los datos, esto último gracias a la bioinformática, un conjunto de programas computacionales especializados que ayudan en la investigación porque aportan rapidez y conocimiento inigualables, de ahí que hoy sean la mano derecha de las investigaciones. (Información Agencia de Noticias UNAL).