La ruleta ha fascinado a millones de jugadores durante siglos. Al basarse en una secuencia de números, este juego de azar ha suscitado un sinfín de estrategias supuestamente ganadoras a lo largo de la historia, como si de un crecepelo se tratara. Ahora bien, ¿qué de cierto hay en estas teorías que prometen aumentar las probabilidades de ganar? ¿Son solo humo o están sustentadas en cierta lógica matemática?
Al examinar detenidamente los datos sobre los que se apoyan, descubrimos que muchas de estas estrategias no son tan infalibles como se presentan. De hecho, la mayoría contravienen la propia lógica del juego de ruleta, que se basa en la pura aleatoriedad de los resultados. En esta ocasión, analizaremos tres de los sistemas más populares, la Martingala, el sistema D’Alembert y la estrategia Fibonacci, para descubrir qué se encuentra detrás de cada uno de estos.
El método de la Martingala: ¿apostar doble, ganar siempre?
La Martingala, que se originó en el siglo XVIII en Francia, propone duplicar la apuesta después de cada pérdida hasta lograr una ganancia. A simple vista, puede parecer una estrategia con cierta base teórica, siguiendo la lógica de azar del propio juego. Sin embargo, la realidad choca con la teoría cuando consideramos algunos de los aspectos relacionados con el presupuesto de los jugadores y los límites de apuesta en los casinos. Dicho de otra manera, la Martingala es vulnerable a las limitaciones del mundo real.
En primer lugar, el jugador promedio no cuenta con un presupuesto ilimitado. Incluso de ser así, las casas de apuestas suelen imponer límites de apuesta mínimos y máximos, independientemente de si se trata de un casino online o presencial. Es decir, incluso con una racha de pérdidas relativamente corta, el jugador puede alcanzar rápidamente los límites de apuesta y quedar excluido del juego.
Por otro lado, no tiene en cuenta el factor de aleatoriedad en los resultados de la ruleta. Si partimos de una situación ideal, en la que el presupuesto no es un factor limitante, no hay garantía de que la bola de la ruleta siga algún patrón predecible, aunque los resultados denoten cierta tendencia, al igual que el fútbol o cualquier otro deporte. En resumen, los resultados de cada giro son independientes de los anteriores, lo que contraviene la premisa principal en la que se basa esta estrategia.
El sistema D’Alembert: balanceando las pérdidas y ganancias
Nombrado en honor a Jean le Rond d’Alembert, este método propone añadir una unidad de apuesta después de cada pérdida y reducirla después de cada ganancia. Aunque el sistema D’Alembert se presenta como un sistema de bajo riesgo para una estrategia ganadora a largo plazo, los datos revelan todo lo contrario.
Este método presupone un equilibrio perfecto entre victorias y derrotas, pero la realidad del azar impide que este equilibrio sea constante. Las largas rachas de pérdidas pueden mermar la paciencia y psicología del jugador, desmantelando, una vez más, la supuesta efectividad del sistema. Eso por no mencionar las limitaciones de presupuesto, que de nuevo, pueden hacer mella en la aplicabilidad de esta estrategia, no ya a largo plazo, sino a medio e incluso a corto. La cosa no acaba ahí.
El sistema D’Alembert también ignora la introducción de sistemas de generación de números aleatorios (RNG, por sus siglas en inglés) en las ruletas modernas. Estos sistemas garantizan que cada número tenga la misma probabilidad de aparecer en cada giro, lo que traduce en que no hay patrones predecibles que dicho sistema pueda capitalizar. Este tipo de dispositivos, físicos o informáticos, están homologados por los diferentes organismos de regulación del juego, por lo que la variabilidad impredecible de la ruleta es un hecho que no admite discusión.
La estrategia Fibonacci: apostando con secuencias matemáticas
Basada en la famosa secuencia matemática de Fibonacci, esta estrategia suma las dos apuestas anteriores para determinar la siguiente apuesta. Aunque esta estrategia es menos arriesgada que otras y presume basarse en los principios de Leonardo de Pisa, el matemático occidental de mayor talento de la Edad Media, los datos muestran que la suerte sigue siendo un factor determinante en su éxito.
De nuevo, la secuencia de Fibonacci no garantiza eludir rachas adversas, por lo que los jugadores deben estar preparados para asumir pérdidas prolongadas antes de obtener algún beneficio. Al igual que el resto de estrategias que se presuponen ganadoras, esta teoría, aplicable en diferentes algoritmos, demuestra que ninguna fórmula matemática puede contrarrestar completamente la naturaleza aleatoria de la ruleta.
En definitiva, no por basarse en un sistema válido para otras aplicaciones, es más efectivo que el resto de sistemas que prometen ser el nuevo santo grial. Lo mismo sucede con el resto de teorías que están apoyadas en los principios de otros matemáticos. La falacia de autoridad es una constante que se aplica también en el azar, por lo que debemos evitar dejarnos llevar por cualquier sistema que se anuncie como infalible a largo plazo.