–La administración del presidente Joe Biden parece firme en su visión de una Franja de Gaza de posguerra a pesar del rechazo del jueves por parte del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de un elemento clave de ese plan: el establecimiento de un Estado palestino.
Al mismo tiempo, la Casa Blanca espera negociar una normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudita, un objetivo largamente buscado con amplias implicancias económicas y de seguridad para la región.
Pero Netanyahu le dio la espalda al plan en una conferencia de prensa transmitida a nivel nacional el jueves, al insistir en que Israel controle la seguridad sobre todo territorios palestinos.
“Esto colisiona con la idea de soberanía”, dijo. “Qué puedes hacer”, añadió.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, restó importancia al comentario.
“Este no es un comentario nuevo del primer ministro Netanyahu. Obviamente lo vemos de manera diferente”, dijo a los periodistas el jueves a bordo del Air Force One. “Creemos que los palestinos tienen todo el derecho a vivir en un Estado independiente con paz y seguridad”.
Netanyahu dijo que había informado a la administración Biden de su posición, destacando las profundas divisiones entre el gobierno israelí y su aliado más cercano en su campaña militar contra Hamás.
Washington ha instado a Israel a reducir su ofensiva, que ha matado a más de 24.000 personas en Gaza, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás. Un ataque del 7 de octubre por parte de Hamás mató a 1.200 personas en Israel, el episodio más sangriento para Israel en el conflicto de décadas.
Los funcionarios de la administración Biden han sido cada vez más públicos con su presión sobre Israel, y el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, advirtió que sin un camino hacia una solución de dos estados, los países árabes no participarán en la reconstrucción de Gaza.
“Si Israel quiere que sus vecinos árabes tomen las decisiones difíciles necesarias para ayudar a garantizar su seguridad duradera, los líderes israelíes tendrán que tomar decisiones difíciles por sí mismos”, dijo Blinken a los periodistas en Tel Aviv después de reunirse con el gabinete de guerra de Netanyahu a principios de este mes.
La ruptura entre Estados Unidos y Tel Aviv se produce cuando surgen más detalles sobre el impulso de la administración Biden para un acuerdo de normalización entre Israel y Arabia Saudita a cambio de un camino hacia un Estado palestino.
“La estrategia después del 7 de octubre es que queremos ver la normalización [entre Israel y Arabia Saudita] ligada a un horizonte político para los palestinos”, dijo el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, esta semana en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. “A medida que respondemos a esta crisis, estamos buscando activamente un camino hacia la normalización y la integración con nuestros socios regionales”.
Washington ha estado trabajando en ese marco desde antes de los ataques del 7 de octubre, evitando las negociaciones directas entre israelíes y palestinos, pero presionando por un acuerdo regional. El enfoque es una extensión de los Acuerdos de Abraham de la administración Trump que aseguraron la normalización con algunos estados árabes. El enfoque de Biden, sin embargo, añade un horizonte político para los palestinos.
Funcionarios y legisladores estadounidenses se han reunido con el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman en las últimas semanas con el mismo objetivo de alcanzar un marco para poner fin a la guerra entre Israel y Hamás y trabajar hacia el autogobierno palestino en Gaza.
Sullivan expuso cuatro principios que guían la visión de Estados Unidos de una Gaza de posguerra: que el enclave palestino nunca más se convierta en una plataforma de lanzamiento para ataques terroristas contra Israel, las relaciones pacíficas entre Israel y sus vecinos árabes, un Estado palestino independiente, y garantías de seguridad para Israel.
¿Posible estrategia de salida?
Netanyahu y los miembros de extrema derecha de su gobierno han rechazado durante meses la idea de un Estado palestino. Algunos, como el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, abogan por el control total de Gaza y la expulsión de los palestinos.
Sin embargo, dado que la campaña militar le cuesta a Israel unos 220 millones de dólares al día y el menguante apoyo internacional, Netanyahu puede estar buscando una estrategia de salida.
La normalización podría ser vista como una victoria política para el asediado primer ministro, que enfrenta juicios por corrupción y cargos de eludir la rendición de cuentas por no evitar el ataque de Hamás a pesar de las advertencias de la inteligencia israelí.
“Podría proporcionar cierta cobertura”, dijo Virginia Page Fortna, profesora de política exterior y de seguridad de Estados Unidos en la Universidad de Columbia, cuya investigación se centra en la durabilidad de la paz en la posguerra.
“Pero las señales que he visto son que no tiene ningún incentivo para tratar de poner fin a la guerra rápidamente”, dijo a la VOA. “Es realmente la presión de Estados Unidos la que estaría marcando la diferencia, no la zanahoria de la normalización”. (Informacion VOA).