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Viacrucis en el Vaticano: Papa Francisco no participó en recorrido “para preservar su salud”, pero sus reflexiones se proclamaron en las estaciones

–El Vaticano informó que la ausencia del Papa Francisco en el Coliseo Romano para el rezo del Via Crucis la noche de este Viernes Santo, fue “para preservar su salud”.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede, indicó en un comunicado que el Pontífice siguió el Vía Crucis desde Casa Santa Marta en el Vaticano.

“Para preservar su salud de cara a la Vigilia de mañana y la misa del Domingo de Resurrección». puntualizó.

El Papa Francisco participó horas antes de la celebración de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro.

A la par que se comunicaba la ausencia del Santo Padre en el Coliseo Romano, su silla fue retirada del lugar.

De acuerdo a Vatican News, 20 mil personas se congregaron este Viernes Santo en el Coliseo Romano para participar en el Via Crucis.

Las mujeres y “la locura de la guerra” en las meditaciones del Via Crucis del Papa Francisco

Este año, por primera vez en sus 11 años de pontificado, el Papa Francisco escribió las meditaciones del Via Crucis de Semana Santa.

El título de estas meditaciones es “En oración con Jesús en el camino de la cruz”.

Las meditaciones escritas por el Santo Padre fueron leídas en cada estación por una religiosa, un eremita, laicos, sacerdotes, migrantes, personas con discapacidad, familias, catequistas, miembros de un grupo de oración, una mujer dedicada a la pastoral sanitaria, y miembros de casa de acogida y asistencia social.

Mientras la cruz que presidía el Viacrucis recorría el Coliseo de Roma, las meditaciones ofrecían una súplica por un mundo herido por la guerra, la indiferencia y el pecado.

“Jesús, nosotros también cargamos nuestras cruces, a veces muy pesadas: una enfermedad, un accidente, la muerte de un ser querido, una decepción amorosa, un hijo que se perdió, la falta de trabajo, una herida interior que no cicatriza, el fracaso de un proyecto, una esperanza más que se malogra… Jesús, ¿cómo rezar ahí? ¿Cómo hacerlo cuando me siento aplastado por la vida, cuando un peso oprime mi corazón, cuando estoy bajo presión y ya no tengo fuerzas para reaccionar? Tu respuesta se encuentra en una invitación: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré» (Mt 11,28)”

En las meditaciones del Papa Francisco tienen un lugar especial “la locura de la “guerra”, los excluidos, oprimidos y abandonados y “la grandeza de las mujeres”, quienes “aún hoy siguen siendo descartadas, sufriendo ultrajes y violencia”.

Al iniciar la octava estación del Via Crucis, “Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén”, el Papa Francisco se dirige a Jesucristo: “Jesús, ¿quién te acompaña hasta el final en tu camino de la cruz? No son los poderosos, que te esperan en el Calvario, ni los espectadores que se quedan lejos, sino la gente sencilla, grande a tus ojos, pero pequeña a los del mundo. Son esas mujeres, a las que has dado esperanza; que no tienen voz, pero se hacen oír”.

“Ayúdanos a reconocer la grandeza de las mujeres, las que en Pascua te fueron fieles y no te abandonaron, las que aún hoy siguen siendo descartadas, sufriendo ultrajes y violencia”, expresa.

“Jesús, las mujeres que encuentras se golpean el pecho y se lamentan por ti. No lloran por ellas, sino que lloran por ti, lloran por el mal y el pecado del mundo. Su oración hecha de lágrimas llega a tu corazón”, señala.

Luego, el Santo Padre añade: “Ante las tragedias del mundo, ¿mi corazón permanece frío o se conmueve? ¿Cómo reacciono ante la locura de la guerra, ante los rostros de los niños que ya no saben sonreír, ante sus madres que los ven desnutridos y hambrientos sin tener siquiera más lágrimas que derramar?”.

“Tú, Jesús, has llorado por Jerusalén, has llorado por la dureza de nuestros corazones. Sacúdeme por dentro, dame la gracia de llorar rezando y de rezar llorando”, concluye el Papa Francisco en su meditación para la octava estación.

Y al meditar como Jesús fue clavado en la cruz, el Papa Francisco en su meditación escribe: “Jesús, te perforan las manos y los pies con clavos, lacerando tu carne, y justo ahora, mientras el dolor físico se hace más insoportable, brota de tus labios la oración imposible, perdonas al que te está hundiendo los clavos en las muñecas. Y no sólo una vez, sino muchas veces, como recuerda el Evangelio, con ese verbo que indica una acción repetida, decías ‘Padre, perdona’. Por eso, contigo, Jesús, también yo puedo encontrar el valor de elegir el perdón que libera el corazón y relanza la vida”.

Luego de muerte de Jesús en la Cruz, el Papa Francisco también hizo presente en su meditación la perseverancia de María que recibe en sus brazos a su Hijo muerto y destrozado: “María, después de tu ‘sí’ el Verbo se hizo carne en tu seno; ahora yace en tu regazo su carne torturada. Aquel niño que tuviste en tus brazos ahora es un cadáver destrozado. Sin embargo, ahora, en el momento más doloroso, resplandece la ofrenda de ti misma: una espada atraviesa tu alma y tu oración sigue siendo un ‘sí’ a Dios”.

Y final de la meditación, el Papa invita a suplicar de manera personal al Señor, y pronunciando el nombre de Jesús con las siguientes invocaciones:

Jesús, tu nombre salva, porque tú eres nuestra salvación.

Jesús, tú eres mi vida y para no perderme en el camino te necesito a ti, que perdonas y levantas, que sanas mi corazón y das sentido a mi dolor.

Jesús, tú tomaste sobre ti mi maldad, y desde la cruz no me señalas con el dedo, sino que me abrazas; tú, manso y humilde de corazón, sáname de la amargura y del resentimiento, líbrame del prejuicio y de la desconfianza.

Jesús, te contemplo en la cruz y veo que se despliega ante mis ojos el amor, que da sentido a mi ser y es meta de mi camino. Ayúdame a amar y a perdonar, a vencer la intolerancia y la indiferencia, a no quejarme.

Jesús, en la cruz tienes sed, es sed de mi amor y de mi oración; los necesitas para llevar a cabo tus planes de bien y de paz.

Jesús, te doy gracias por los que responden a tu invitación y tienen la perseverancia de rezar, la valentía de creer y la constancia para seguir adelante a pesar de las dificultades.

Jesús, te encomiendo a los pastores de tu pueblo santo: su oración sostiene el rebaño; que encuentren tiempo para estar ante ti y que asemejen su corazón al tuyo.

Jesús, te bendigo por las contemplativas y los contemplativos, cuya oración, oculta al mundo, es agradable a ti. Protege a la Iglesia y a la humanidad.

Jesús, traigo ante ti las familias y las personas que han rezado esta noche desde sus casas; a los ancianos, especialmente a los que están solos; a los enfermos, gemas de la Iglesia que unen sus sufrimientos a los tuyos.

Jesús, que esta oración de intercesión abrace a los hermanos y hermanas de tantas partes del mundo que sufren persecución a causa de tu nombre; a los que padecen la tragedia de la guerra y a los que, sacando fuerzas de ti, cargan con pesadas cruces.

Jesús, por tu cruz has hecho de todos nosotros una sola cosa: reúne en comunión a los creyentes, infúndenos sentimientos fraternos y pacientes, ayúdanos a cooperar y a caminar juntos; mantén a la Iglesia y al mundo en la paz.

Jesús, juez santo que me llamarás por mi nombre, líbrame de juicios temerarios, chismes y palabras violentas y ofensivas.

Jesús, que antes de morir dijiste “todo se ha cumplido”. Yo, en mi miseria, no podré decirlo nunca. Pero confío en ti, porque eres mi esperanza, la esperanza de la Iglesia y del mundo.

Jesús, una palabra más quiero decirte y seguir repitiéndote: ¡Gracias! Gracias, Señor mío y Dios mío.

Mujeres y migrantes también han estado presentes y cargaron la cruz durante diversas meditaciones del Via Crucis en el Coliseo Romano este 29 de marzo. (Información Aciprensa y Vatican News).