Internacional

Papa Francisco alerta sobre las amenazas de la Inteligencia Artificial y urge replantear el uso de las “armas autónomas letales”

–El Papa Francisco intervino este viernes en la cumbre del G7, que reúne a líderes de las 7 economías más avanzadas del mundo — Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos– para hacer reflexiones sobre los beneficios y también de las amenazas que supone la Inteligencia Artificial (IA), sobre todo por su uso en la guerra. “Ninguna máquina debería elegir jamás quitar la vida a un ser humano”, afirmó.

Francisco, que es el primer Papa que participa en una cumbre de los “Grandes de la Tierra”, admitió que la inteligencia artificial (IA) es una “herramienta fascinante”, pero al mismo tiempo “tremenda”.

Ante los líderes mundiales, congregados en Borgo Egnazia, Apulia, al sur de Italia, el pontífice planteó:

“En un drama como el de los conflictos armados, es urgente replantearse el desarrollo y la utilización de dispositivos como las llamadas ‘armas autónomas letales’ para prohibir su uso, empezando desde ya por un compromiso efectivo y concreto para introducir un control humano cada vez mayor y significativo”.

El Papa aclaró cómo no hay prejuicios sobre el progreso científico y tecnológico, sino miedo a una deriva: “La ciencia y la tecnología son, por lo tanto, producto extraordinario del potencial creativo que poseemos los seres humanos”, manifestó Bergoglio. Un “instrumento extremadamente poderoso”, subrayó, y explicó que este instrumento es empleado en numerosas áreas de la actividad humana: de la medicina al mundo laboral, de la cultura al ámbito de la comunicación, de la educación a la política.

“Y es lícito suponer, entonces, aseveró, que su uso influirá cada vez más en nuestro modo de vivir, en nuestras relaciones sociales y en el futuro, incluso en la manera en que concebimos nuestra identidad como seres humanos”.

Sin embargo, Francisco advirtió que esta tecnología “podría traer consigo una mayor inequidad entre naciones avanzadas y naciones en vías de desarrollo, entre clases sociales dominantes y clases sociales oprimidas, poniendo así en peligro la posibilidad de una ‘cultura del encuentro’ y favoreciendo una ‘cultura del descarte’”.

El Santo Padre también resaltó que el uso de nuestras herramientas “no siempre está dirigido unívocamente al bien”, por ello remarcó que “solamente si se garantiza su vocación al servicio de lo humano, los instrumentos tecnológicos revelarán no sólo la grandeza y la dignidad única del ser humano, sino también el mandato que este último ha recibido de “cultivar y cuidar” el planeta y todos sus habitantes”.

Expresó asimismo que “al ser humano le corresponde siempre la decisión, incluso con los tonos dramáticos y urgentes con que a veces ésta se presenta en nuestra vida”.

“Condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si quitamos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas y por sus vidas, condenándolas a depender de las elecciones de las máquinas”, advirtió.

En esta línea, destacó la urgencia de “garantizar y proteger un espacio de control significativo del ser humano sobre el proceso de elección utilizado por los programas de inteligencia artificial. Está en juego la misma dignidad humana”.

Reiteró que “un drama como el de los conflictos armados, es urgente replantearse el desarrollo y la utilización de dispositivos como las llamadas ‘armas autónomas letales’ autónomas para prohibir su uso, empezando desde ya por un compromiso efectivo y concreto para introducir un control humano cada vez mayor y significativo”, señaló.

Por ello, enfatizó que “ninguna máquina debería elegir jamás poner fin a la vida de un ser humano”.

“No debemos olvidar que ninguna innovación es neutral. La tecnología nace con un propósito y, en su impacto en la sociedad humana, representa siempre una forma de orden en las relaciones sociales y una disposición de poder, que habilita a alguien a realizar determinadas acciones impidiéndoselo a otros”, señaló.

Además, afirmó que la Inteligencia Artificial debe estar siempre ordenada al bien “de todo ser humano” y contener “una inspiración ética”.

De otro lado, el pontífice subrayó que, en definitiva, no estamos hablando sólo de progreso científico, sino que nos enfrentamos a “una auténtica revolución cognitiva-industrial, que -sostuvo- contribuirá a la creación de un nuevo sistema social caracterizado por complejas transformaciones de época”.

“La inteligencia artificial podría permitir una democratización del acceso al saber, el progreso exponencial de la investigación científica, la posibilidad de delegar a las máquinas los trabajos desgastantes; pero, al mismo tiempo, podría traer consigo una mayor inequidad entre naciones avanzadas y naciones en vías de desarrollo, entre clases sociales dominantes y clases sociales oprimidas, poniendo así en peligro la posibilidad de una “cultura del encuentro” y favoreciendo una “cultura del descarte”, puntualizó.

A continuación, el Papa mencionó favorablemente la firma del “Llamamiento de Roma” por la Ética de la IA y el apoyo a esa forma de moderación ética de los algoritmos condensada en el neologismo “algorético”.

“Si nos cuesta definir un solo conjunto de valores globales, podemos encontrar principios compartidos con los cuales afrontar y disminuir eventuales dilemas y conflictos de la vida”, indicó.

Entre los diversos riesgos, el Papa teme también el de un paradigma tecnocrático. Es precisamente aquí, dijo, donde la “acción política” se hace “urgente”. Política… para muchos hoy “una mala palabra” que recuerda “errores”, “corrupción”, “ineficiencia de algunos políticos” a la que se añaden “estrategias que buscan debilitarla, sustituirla con la economía o dominarla con alguna ideología”.

Sin embargo, “¿puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?”, se pregunta el Papa. “¡No! ¡La política sirve!”, es la respuesta. “Siempre existe la tentación de uniformizarlo todo”, añadió de manera espontánea. Luego, recomendó “una famosa novela de principios del siglo XX”, El Señor del Mundo, el libro de Richard Hugh Benson ya citado varias veces en el pasado: “Una novela inglesa que muestra el futuro sin política, un futuro uniformador. Es bueno leerla, es interesante”, aseveró el Pontífice.

Por último, ante los escenarios descritos, el Santo Padre enfatizó la urgencia de una “sana política” que nos haga mirar nuestro futuro con esperanza y confianza. En efecto, “hay cosas que deben cambiar con redefiniciones fundamentales y transformaciones importantes” y “solo una sana política podría abrir el camino, implicando a los más diversos sectores y saberes”, asegura el Papa.

“De este modo”, añade, “una economía integrada en un proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común puede “abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar esa energía con cauces nuevos”.

Tras la Sesión Conjunta, el Santo Padre continuó con la ronda de encuentros bilaterales. El Pontífice se reunió con el Presidente de Kenia, William Samoei Ruto, con el Primer Ministro de la India, Narendra Modi y con el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.

Posteriormente, se encontró de forma privada con el Presidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva, con el Presidente de la República de Turquía, Recep Tayyp Erdo?an, y con el Presidente de la República de Argelia, Abdelmadjid Tebboune.

Al término de los encuentros, el Santo Padre partió en helicóptero del campo deportivo de Borgo Egnazia para regresar al Vaticano. (Información Aciprensa y Vatican News).