Human Rights Watch llama la atención del Gobierno de Colombia sobre violaciones laborales y explotación sexual en los estudios webcam
–(Ilustración Rebecca Hendin para HRW). Las modelos de webcam de Colombia han denunciado condiciones de trabajo abusivas y antihigiénicas y coacciones para realizar actos sexuales no consentidos mientras trabajan en estudios que transmiten contenidos en plataformas de webcam para adultos de todo el mundo, afirmó Human Rights Watch en un informe en el cual llama la atención del Gobierno colombiano a frenar estos abusos.
La investigación incluyó entrevistas presenciales con 55 modelos webcam que trabajan en estudios, autoridades colombianas de seis ministerios del gobierno, funcionarios del Departamento de Estado de EE.UU. y expertos en la lucha contra la trata, así como un estudio sobre las políticas y protocolos de BongaCams, Chaturbate, LiveJasmin y Stripchat, cuatro de las plataformas de webcam más utilizadas por las personas entrevistadas. Se contactó con todas las plataformas mencionadas en este informe para recabar sus comentarios. En el Apéndice I se incluyen como parte de este informe las respuestas para las que Human Rights Watch obtuvo autorización por parte de dichas plataformas.
El informe detalla que el trabajo sexual está despenalizado en Colombia, pero en el activismo por los derechos de las personas trabajadoras sexuales ha aumentado la demanda por más estudios, incidencia y reforma en la industria del modelaje webcam. Hasta ahora, la mayoría de los esfuerzos de reforma se han centrado en los propios estudios, que varían en tamaño y estructura: desde pequeños apartamentos gestionados por particulares hasta grandes y complejas empresas. Las plataformas, por su parte, han fracasado en gran medida a la hora de desarrollar suficientes protocolos de debida diligencia relacionados con la salud laboral, la seguridad, el saneamiento y las condiciones de trabajo de los estudios con los que trabajan.
Las modelos denuncian condiciones antihigiénicas, turnos de 18 horas sin descansos y coacciones para realizar actuaciones sexuales que consideran degradantes, traumatizantes o físicamente dolorosas, precisa el documento, de 175 páginas, titulado «Aprendí a decir no’: Abusos laborales y explotación sexual en los estudios de webcam colombianos».
El escrito expone las condiciones de trabajo en los estudios de webcam de Bogotá, Cali, Medellín y Palmira, donde las modelos graban contenidos que son difundidos por plataformas para adultos y retransmitidos en todo el mundo.
Resalta que la webcam para adultos es una industria global en la que los estudios estiman que las plataformas se quedan con entre el 50 y el 65 por ciento de lo que pagan los espectadores. Las personas entrevistadas afirman que los estudios se quedan hasta con el 70 por ciento de lo que paga la plataforma, lo que reduce el salario de las trabajadoras. Las plataformas de webcam para adultos con sede en EE.UU. y Europa deben abordar de inmediato los abusos laborales y la explotación sexual en los estudios de webcam colombianos.
«Las trabajadoras sexuales merecen las mismas protecciones laborales que todos los trabajadores en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, pero la industria multimillonaria de las webcams ha evitado en gran medida el escrutinio de los abusos en sus cadenas de suministro», señaló Erin Kilbride, investigadora de Human Rights Watch y autora del informe.
«Las plataformas de cámaras web tienen la responsabilidad de identificar, mitigar y prevenir los abusos de los derechos humanos por parte de los estudios y deberían llevar a cabo reformas acordes con las responsabilidades internacionales en materia de derechos humanos», puntualizó
En colaboración con organizaciones de defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales, La Liga de Salud Trans y la Corporación Calle 7 Colombia, las investigadoras de Human Rights Watch pasaron 18 meses investigando los estudios de webcam para adultos en Colombia, e incluso entrevistaron a 55 trabajadoras sexuales con experiencia en el sector.
Las trabajadoras informan de que trabajan en cubículos pequeños y reducidos, con falta de ventilación e infestaciones de chinches y cucarachas. Algunas identifican abusos verbales, físicos y sexuales por parte de la dirección de los estudios, y coacción para realizar actos sexuales a los que no dieron su consentimiento. Las condiciones laborales incluyen el robo de salarios, multas por hacer pausas para comer e ir al baño, y teclados de ordenador, mouse y muebles cubiertos de fluidos corporales de otros empleados. Las trabajadoras desarrollaron erupciones cutáneas e infecciones y carecieron de apoyo en materia de salud mental.
Una mujer transexual boliviana de 29 años que trabajaba en un estudio de Bogotá contó que cuando pidió a su encargado que pusiera fin a una actuación con penetración debido al dolor extremo, «[él] dijo que si paraba, le haría daño a la calificación, así que tuve que seguir». Otra modelo contó a las investigadoras una experiencia en la que estaba aterrorizada ante la posibilidad de que se rompiera una botella de cristal que le habían presionado a insertarse.
La mayoría dijo que querían ahorrar dinero para comprar su propio equipo y hacer transmisión desde casa, donde podrían controlar mejor sus horas y actuaciones. Sin embargo, las modelos informaron que los estudios a menudo se niegan a ceder el control de las cuentas, obligando a las modelos a empezar de cero si quieren dejar el estudio.
Aunque todas las personas entrevistadas eran adultas, varias informaron que los estudios les permitieron empezar a trabajar como adolescentes y violaron las restricciones de edad de las plataformas al «reciclar» cuentas que estaban registradas a nombre de antiguas modelos adultas. Las plataformas deben examinar, revisar o adoptar procesos sólidos y receptivos para garantizar que las trabajadoras conserven la plena propiedad de sus propias cuentas, a fin de ayudar a evitar que se eludan las restricciones de edad que conducen a la participación de niñas, niños y adolescentes en la industria.
49 de las 50 modelos entrevistadas dijeron que no habían visto ni firmado las condiciones de servicio de ninguna plataforma en la que transmitieron. La mayoría dijo que los estudios creaban su cuenta por ellas, lo que creían que incluía «aceptar» las condiciones de servicio en su nombre. Esto dejaba a las modelos sin información esencial para asegurarse de que se les pagaba justamente y no podían tomar decisiones informadas sobre sus horas de trabajo, descansos y qué solicitudes de clientes aceptar. En algunos casos, esto contribuyó a que las modelos sufrieran robo de salario, coacción sexual y explotación laboral por parte de los estudios.
Las modelos dijeron que los gerentes de los estudios utilizaban la amenaza de prohibiciones de cuentas o de disminución del tráfico para presionarlas intensamente a trabajar largas horas sin comida ni agua y a realizar actos sexuales que no habían consentido.
Human Rights Watch revisó las políticas de las plataformas de BongaCams, Chaturbate, LiveJasmin y Stripchat, cuatro de las plataformas de webcam utilizadas habitualmente por las entrevistadas. Sobre la base de esta revisión, es posible que estas plataformas necesiten protocolos de diligencia debida en materia de derechos humanos más amplios para abordar los riesgos relacionados con la salud ocupacional, la seguridad, el saneamiento y las condiciones de trabajo en los estudios.
Human Rights Watch se puso en contacto con las cuatro plataformas para recabar sus comentarios. BongaCams, Chaturbate y Stripchat facilitaron las políticas y medidas que adoptan para identificar y prevenir la trata de seres humanos y el abuso sexual infantil, pero negaron su responsabilidad en otros abusos laborales que se producen en los estudios de sus cadenas de suministro, como las condiciones antihigiénicas y la denegación del derecho al descanso. Las respuestas de BongaCams, Chaturbate y Stripchat se adjuntan al informe. LiveJasmin declinó responder oficialmente.
Todas las modelos entrevistadas afirmaron que eligieron trabajar como modelos webcam y que no fueron obligadas ni coaccionadas a hacerlo. Al mismo tiempo, todas afirman que se sintieron sorprendidas, engañadas o confundidas sobre varias condiciones de su empleo, como lo que se les pagaría, los actos sexuales que se esperaba que realizaran o la higiene del estudio. Para algunas, la imposibilidad de llevarse su cuenta consigo, agravada por las pequeñas deudas que acumularon en la tienda del estudio o mientras vivían en él, también dificultó su marcha.
Human Rights Watch no aboga por criminalizar la industria de webcam ni los estudios. En su lugar, trabaja con organizaciones de trabajadoras sexuales y defensoras de sus derechos para identificar medidas concretas que las plataformas, los estudios y el gobierno deberían adoptar para abordar los abusos y erradicar la explotación.
«La explotación sexual no es inherente al modelaje webcam, pero nuestra investigación indica que el riesgo de explotación en los estudios colombianos es extremadamente alto», precisó Kilbride. «Las plataformas tienen el poder y la responsabilidad de hacer frente a los abusos cometidos por los estudios. Deben revisar sus políticas e implantar normas exhaustivas para los estudios con los que trabajan, basadas en la experiencia de las propias trabajadoras sexuales», concluyó.
El informe señala la necesidad urgente de debida diligencia de las plataformas. Al respecto hace las siguientes precisiones:
Negar que el trabajo sexual es un trabajo y que las personas trabajadoras sexuales merecen las mismas protecciones laborales que todos los trabajadores en virtud de la legislación internacional sobre derechos humanos tiene muchas consecuencias. Una de estas consecuencias es que la explotación que tiene lugar en los estudios de webcam ha sido en gran parte ignorada por el creciente movimiento global que denuncia la falta de salvaguardias laborales, protecciones en el trabajo en los mercados globales y que exige la debida diligencia en la cadena de suministro. Las plataformas de webcam para adultos han permanecido en gran medida inmunes al reproche por su participación directa en la explotación de los trabajadores de los estudios de webcam y por permitirla. Este informe analiza las formas en que estas plataformas están causando y contribuyendo a abusos de los derechos humanos en los estudios, en violación de sus responsabilidades en virtud de los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los Derechos Humanos.
En colaboración con las organizaciones aliadas para este informe, Human Rights Watch identificó las medidas concretas que las plataformas deberían adoptar para poner fin a los abusos, entre ellas:
-Desarrollar normas de salud y seguridad en el trabajo y protocolos para el caso de incumplimiento para los titulares de cuentas de estudio de conformidad con las normas internacionales y colombianas;
-Realizar inspecciones periódicas de todos los estudios con cuentas de estudio registradas;
-Prohibir a los propietarios, directivos, monitores y demás personal de los estudios que coaccionen a las modelos para que realicen actos sexuales específicos, incluido consentir a nombre de una modelo para realizar cualquier tipo actuación;
-Implementar una función de «pausa» o «descanso» que garantice el derecho de las modelos a un descanso adecuado en cada turno y pagar a las modelos al menos el salario mínimo por este tiempo;
-Garantizar respuestas puntuales y completas por parte de los empleados de plataformas a las solicitudes presentadas por las modelos para cerrar o transferir su cuenta;
-Establecer como cuestión de política el derecho de las modelos a exportar o transferir su cuenta de un estudio por cualquier motivo, y eliminar el lenguaje en los términos y condiciones que podrían prohibir a las modelos exportar o transferir su cuenta, así como barreras técnicas que podrían tener dicho efecto;
-Establecer un mecanismo de denuncia confidencial para que las modelos puedan denunciar los abusos en el lugar de trabajo, incluidos los relacionados con la salud, el saneamiento, la coacción, los derechos de imagen o posible CSAM, para el que no se requiera información de inicio de sesión en la cuenta y al que las modelos puedan acceder fuera de los estudios;
-Investigar y poner fin a las asociaciones con estudios que «reciclen» cuentas, asegurándose de que las modelos actualmente afiliadas a una cuenta de estudio puedan transferir sus cuentas a otros estudios o trabajar de forma independiente;
-Asegurar que las modelos de estudio reciben información sucinta y accesible en los idiomas locales pertinentes sobre el impacto que tienen las calificaciones de los clientes (ratings) y las pausas de transmisión en el número de visitas a la página, la desactivación de cuentas y el uso de automatización.
N.R. El informe termina con este mensaje: «El modelaje webcam es un trabajo y las personas que trabajan como modelos webcam tienen derechos laborales según las normas internacionales y colombianas. Human Rights Watch solicita a las organizaciones, periodistas y otras personas que se abstengan de reproducir o citar en su totalidad o en parte las historias y citas relacionadas con la explotación sexual de las personas entrevistadas en este informe de una manera que las pueda poner en riesgo, incluido el riesgo de estigmatización».