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Vicepresidenta Francia Márquez se suma al coro de rechazo al nombramiento de Daniel Mendoza como embajador: «No puedo tolerar la misoginia»

–Sorpresivamente, la vicepresidenta y ministra de la Igualdad, Francia Márquez Mina, reaccionó este viernes en contra del nombramiento de Daniel Mendoza como embajador en Tailandia y abiertamente le dijo al presidente Gustavo Petro: «siempre es importante escuchar a nuestro pueblo».

En su cuenta en X, Francia Márquez afirmó, además: «Como Vicepresidenta de la República y Ministra de la Igualdad y la Equidad no puedo tolerar la misoginia».

Agrega que «este gobierno fue elegido por las mujeres que creen en el cambio y en la eliminación de todas las violencias patriarcales. Por esta razón, no es posible que quienes van en contra de la promesa del cambio con las mujeres integren este gobierno».

Subraya igualmente: «Las mujeres y las niñas, así como todas la personas, merecemos respeto y dignidad. Rechazo cualquier forma de violencia y discriminación y mucho más si está asociada a personas que ocupan u ocuparán cargos en este gobierno».

Y concluye: «Esto es una cuestión de principios y los principios no se negocian».

La Procuradora General, Margarita Cabello, también expresó su rechazo por la designación de Daniel Mendoza como embajador.

«Su perfil y conducta pública no solo carecen de los estándares éticos requeridos, sino que también representan un retroceso en los avances por la igualdad de género y dignidad de las mujeres, niñas, niños y adolescentes», afirma y puntualiza:

«La representación diplomática debe reflejar integridad, transparencia y respeto por los valores fundamentales. Exhorto al Gobierno a reconsiderar esta decisión en beneficio del país».

Previamente, la Defensora del Pueblo, Iris Marín Ortiz hizo un duro cuestionamiento pidiendo revocar el nombramiento de Mendoza:

Quien hizo una defensa del nombramiento fue Cielo Rusinque Urrego, Superintendente de Industria y Comercio, haciendo referencia al libro de Mendoza. Esto fue lo que escribió:

-Estos fragmentos, no son de Daniel Mendoza. Fueron escritos por una mujer, feminista, que relata en su libro los horrores de un crimen monstruoso, una ficción inspirada en hechos infames que conmocionaron un país. Nadie ha reclamado su censura, tampoco han calificado a su autora de mente perversa, ni se ha considerado despojarla de sus merecidos honores, mucho menos exigir la restricción de sus derechos o de su libertad creadora. Muchos escritores han reflejado en sus obras realidades y ficciones, o realidades hechas ficción, que pueden resultar profundamente chocantes, dolorosas o repugnantes.

En el caso de Daniel Mendoza, la disociación entre el autor y la obra no se ha hecho. A pesar de las muchas diferencias públicas que he tenido con sus posturas, no creo que a través de la “cancelación” se logre crear las condiciones para un debate de ideas serio, racional y democrático. Desde mi credo humanista he defendido una filosofía de la libertad y de la dignidad humana que excluye por principio cualquier complicidad con la opresión o la violencia. Rechazo toda forma de dominación ilegítima: el machismo, el racismo, el colonialismo.

También considero que la persecución que se desata desde el tribunal de una opinión pública tiránica y moralista no puede terminar sino en la destrucción de la libertad creadora, en las hogueras digitales que hoy destruyen existencias y obras.

Gracias a la libertad de expresión, podemos leer libros, ver películas, contemplar pinturas, escuchar canciones, que reflejan incluso dimensiones de la realidad y de la existencia que no queremos ver, que nos rehusamos a aceptar. De hecho, es paradójico que se quiera destruir al testigo o al mensajero en lugar de cuestionarnos sobre el mensaje que nos comunica.

El libro de Mendoza, como el de Laura Restrepo, los de Vallejo, incluso los de García Marquez, sin hablar de Sade, Baudelaire o Flaubert, revelan realidades que, en lugar de ocultarlas, deberíamos transformar. Y esa transformación, la lucha contra el machismo y otros males de la sociedad, no pasa por inquisiciones liberticidas. Los grandes cambios vienen de la educación, de la modificación de las mentalidades a través de razones, pedagogía y formas racionales y civilizadas de combatir el mal.

Además, en una sociedad en la que la hipocresía y el miedo llevan a ocultar los crímenes de los poderosos, que incluso son innombrables a pesar de sus públicas e impunes violaciones, la protección de la libertad de conciencia y de expresión es innegociable. Recuerdo, en su momento, las acusaciones por pedofilia con las que intentaron destruir injustamente a Daniel Samper, que no ha sido condenado ni vencido en juicio.

Por eso considero que el posible nombramiento de Daniel no debería ser visto desde el prisma del moralismo o la censura. Su idoneidad no se desprende de sus escritos, de sus pensamientos, sino de sus acciones. Y en cuanto a estas últimas, siendo una persona sin faltas disciplinarias o penales, y considerando su compromiso con las luchas del progresismo, creo que no lo inhabilitan para ocupar un lugar en el gobierno. De hecho, no es como escritor, es como embajador que ha sido designado.