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Petro trina que trina defendiendo el ajuste del salario mínimo en 9,54 % a medida que aumentan los cuestionamientos en contra

–No paran los cuestionamientos a la decisión del presidente Gustavo Petro de incrementar 9,45 por ciento el salario mínimo del 2025 y a la par, el mandatario ha venido trinando sin descaso en su cuenta en X, defendiendo la medida y asegurando, entre otras cosas, que “la subida del salario mínimo no crea ni destruye valor, solo lo redistribuye”, citando a David Card, premio Nobel de Economía.

Así, para iniciar, el expresidente Álvaro Uribe Vélez planteó: «Para que los trabajadores tengan mejor ingreso, que sea perdurable, como un salario mínimo más alto, una jornada de trabajo más corta, se necesita que las empresas y los empleadores tengan impuestos reducidos, normas laborales menos rígidas, seguridad, gobiernos austeros y transparentes, con convencida defensa de la iniciativa privada y discursos y acciones coherentes».

Uribe Vélez añadió que «de lo contrario los ingresos formales de los trabajadores se reducen en empleos informales y precarios, en contratos de medio tiempo o de pocos días a la semana, sin dominicales, sin festivos, sin seguridad social».

Y concluyó: Repetimos: es mejor un peso de inversión por el empresario o de salario al trabajador que un peso de impuestos al Estado, más cuando hay derroche y corrupción».

Al respecto, Petro solo respondió: «Lástima que su bancada Álvaro, hundió la ley de financiamiento donde reducíamos el impuesto de renta a todas las empresas de Colombia. Del 35% al 30%».

El otro expresidente de Centro Democrático, Iván Duque Márquez, le dijo a Petro que fue su gobierno el que en 2021 hizo el «mayor aumento real» del mínimo.

Petro calificó las precisiones del exmandatario uribista una «gran mentira, sobre la que, afirmó, «es consciente, y que se comen entera algunos analistas. Confundir la norma como se busca establecer un salario mínimo, con el concepto económico de salario mínimo real».

El jefe del Estado subrayó que «en economía no se compara el salario mínimo del año vigente, con la inflación del año pasado, sino con la del año de la vigencia del salario» y que «si se manejan así los datos, el año 2022 no fue el año de mayor salario mínimo real de la historia sino uno en donde el salario mínimo cayó 3%. Es el año del hambre en Colombia».

A la representante a la Cámara Katherine Miranda, quien aseguró que «lastimosamente el aumento del salario mínimo podrá generar una pérdida de empleo formal significativa para el próximo año», calificando de populistas y poco realistas las medidas, el presidente ripostó:

«Si su dolor es genuino por las pequeñas y medianas empresas de Colombia, señora. ¿Por qué usted buscó el hundimiento de la ley de financiamiento que reducía del 35 al 30% el impuesto de renta a esas empresas?

¿No sabía usted que esos 5 puntos de impuesto de renta que se rebajaban era mucho más que la subida del salario mínimo?

Luego, Petro reacciona a un cuadro comparativo que publicó el diario La República, en el cual advierte que a nivel regional, Colombia se encuentra en el lugar doce entre los países de menor a mayor salario mínimo en la región, agregando que los países de América Latina han alcanzado niveles más altos, lo que refleja mejores condiciones para los trabajadores en estas naciones.

Al respecto, el mandatario le da la razón a este informativo y acusa al «gran empresariado nacional y sus gobernantes políticos» de haber «hundido el salario mínimo a uno de los peores de América Latina, sobre la creencia ignorante que entre menor salario más desarrollo. Nos han conducido a una especie de esclavitud con la jornada más larga de la OCDE».

Y puntualiza: «El intento de indemnizar la relación laboral y dignificar el trabajo como ordena la Constitución, lo paralizan en el Congreso».

Por otro lado, una economista china, Hanwen Zhang le dijo a Petro: «La economía no es ciencia, es más bien un oficio que se dedica a inventar alguna hipótesis y buscar como sea datos que la respaldan, y si no hay datos siempre está la mano invisible. Por eso los mismos economistas se pelean entre ellos, para la próxima mejor lanza una moneda».

Y esta fue la respuesta del presidente: «Aristóteles dividía dos conceptos: Economía: el arte de producir cosas buenas para una vida buena y la crematística: el arte de los negociantes. En Colombia enseñan más crematística que economía.

Foucault separaba ciencia de ideología en la economía. La ciencia consideraba como objeto de estudio: la producción y las leyes históricas de la producción, así la economía clásica era una investigación científica y como economía ideológica y no científica, designaba el estudio, ya no de un objeto, sino de un sujeto, un falseamiento de la realidad: el sujeto racional y plenamente informado de los neoclásicos y su derivación política: el neoliberalismo.

Toda Ciencia, Hanwen, es deliberativa. las técnicas son mucho menos deliberativas, corresponden a la lógica formal y no a la dialéctica».

Sobre el particular, el presidente Gustavo replicó:

«La respuesta de David Carr sobre Colombia, Espinosa es un «no sé». Como puede verlo usted. Yo le añadiría lo siguiente, la mayor parte porcentualmente del empleo informal está en el mundo rural y la economía informal urbana de las más grandes ciudades.

Estas dos economías dependen de la cantidad de alimentos vendidos, unos en bruto, la rural, otros semiprocesasos: la urbana.

La oferta de alimentos dependerá de entregar más tierra a los campesinos y del clima, y la demanda por alimentos dependerá de la reducción del hambre en Colombia y de la demanda mundial por alimentos.

El aumento del salario mínimo directamente disminuye el hambre en Colombia.

En el campo ya se observa en algunas regiones carencia de trabajadores, y, en el mundo urbano, las tres variables fundamentales para empoderar la economía informal, desde la oferta, se llaman; asociatividad, crédito barato y energía eléctrica barata.

Es en estas variables hacia donde debe dirigirse la política pública.

La sostenibilidad del proceso dependerá del incremento de la productividad, y el incremento de la productividad dependerá del incremento dle intelecto general de la sociedad».

En otro trino, Petro responde a Vicky Dávila, quien hizo estas precisiones:

«Los gremios y “expertos” pierden credibilidad cuando critican a Petro por subir el mínimo en 9.54% con inflación del 5.3%, pero aplaudieron a Duque cuando subió el salario mínimo en 10.07% para el 2022, con inflación del 5.6% en el 2021. Los argumentos técnicos son los mismos.

Se necesita más coherencia, y menos lagarteria. Hay que elevar la calidad de vida de todos los colombianos, y eso solo se va a lograr recuperando la confianza, aumentando la inversión, y mejorando la productividad. Se requiere menos gobierno y más libertades individuales.

La mayoría de gremios que hoy salen a criticar son los mismos que negociaron a espaldas la salud y las pensiones de los colombianos para llenar los bolsillos de los fondos de pensiones privados y las EPS. ¿Quién les puede creer?

La respuesta del jefe del Estado:

Victoria, hay que reconocer que sabe enredar las verdades.

«Se equivoca. Duque al subir el salario 10% para el 2022, enfrentó ese año una inflación de 13%, es decir hizo bajar el salario mínimo real -3%. En mi caso al subir el salario mínimo 9,54% para el 2025 enfrentaré una inflación de 3%, luego el salario mínimo real crecerá 6.54%.

Significa que mientras el 2022 fue un año en contra de los sectores populares. El año 2024 será favorable a los sectores populares. Por eso me ataca la prensa».

A instancias de la economista e historiadora, María del Pilar López Uribe, quien le planteó el tema de la informalidad, Petro planteó:

«La existencia de una gran informalidad en Colombia no se debe a la existencia de salarios reales altos. Colombia nunca los ha tenido y en la región es de los más bajos.

Lo que llaman «economia informal» no es sino el raquitismo de un capitalismo que no ha sabido expandirse por su incapacidad de realizar una reforma agraria y disminuir los niveles de renta que afectan la ganancia: rentas financieras, rentas eléctricas y otras».

A este pronunciamiento, el jefe del Estado afirmó:

«Nuestro economista de los Andes aquí, olvida dos corrientes teóricas fundamentales: para Keynes no existe mercado laboral. No se encuentra en el mundo real, una oferta y una demanda por trabajo equilibrada por un precio: el salario.

La demanda por trabajo, dependerá del nivel de inversión, y la inversión, dependerá de la demanda general de la sociedad: la demanda efectiva.

Para Marx, tampoco existe un mercado laboral. La demanda de trabajo dependerá de la acumulación ampliada del capital y el salario estará determinado por el valor de los medios de subsistencia. El capital usará la existencia de un ejército industrial de reserva para impedir movimientos alcistas del salario real.

En Colombia el ejército industrial de reserva es enorme porque no ha existido una política de industrialización y una reforma agraria».

En su cuenta en X, el presidente Gustavo resalta este comentario del director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Carlos Carrillo:

-«¿Han visto a algún tibio defendiendo el aumento salarial? ¡No! Por una razón muy simple: el centro está en la derecha.

El debate sobre el salario mínimo desnuda por completo a algunos sectores que engañosamente buscan posar de “progres”, las derechas contemporáneas fácilmente pueden apropiarse de luchas como la diversidad sexual, las libertades individuales, los temas étnicos, etc., pero cuando se trata de proteger el neoliberalismo todas las derechas coinciden.

Los libertarios y los “moderados” van echase el mismo cuento, todos recurrirán a la falacia de “¿Y usted cuántos empleos crea?” Como si ser dueño de los medios de producción implicara algún tipo de superioridad moral o un requisito para tener una opinión.

El empleo pleno simplemente no puede existir en el modo de producción capitalista, para que el sistema funcione requiere de un ejército industrial de reserva; es decir, millones de personas al borde de la inanición que estén dispuestos a trabajar por migajas y así mantener intactas las ganancias del dueño de los medios de producción.

Sin duda en una democracia todas las opciones ideológicas son válidas, pero hay diferencias reales entre nosotros (las izquierdas) que buscamos reivindicar los derechos de los trabajadores y ellos (las derechas) que buscan mantener los privilegios de los cacaos.

La pose afectada de preocupación por los microempresarios se la inventaron para lavarse las manos, las derechas siempre sacrificarán a los pequeños en favor de los megaricos».

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