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Bogotá Cundinamarca

Humedal Meandro del Say, refugio natural en riesgo por la expansión de Bogotá

–El crecimiento urbano de la capital del país no se detiene, pero ¿a qué costo? Este humedal, declarado en 2004 como Parque Ecológico Distrital, enfrenta la presión de la urbanización y de un plan de desarrollo que proyecta construir más de 4.000 viviendas en casi 16 hectáreas, lo que, según expertos, ignora su valor ecológico. Este ecosistema, que regula las aguas del río Bogotá y alberga decenas de especies, vería comprometida su existencia si el desarrollo urbano no integra criterios ambientales en su planificación.

El agua estancada refleja el cielo gris de Bogotá, mientras algunas aves nativas o migratorias revolotean sobre la superficie en busca de alimento. En el humedal Meandro del Say, un ecosistema que parece detenido en el tiempo, todavía persiste la vida silvestre en medio de la expansión urbana que lo rodea.

“Dicho entorno es estratégico para la regulación hídrica y la conectividad ecológica, junto a otros humedales cercanos, como Jaboque, Juan Amarillo-Tibabuyes y Techo”, advierte el investigador Alejandro Callejas Mora, magíster en Gobierno Urbano de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

El humedal Meandro del Say, formado por el aislamiento artificial de un meandro del río Bogotá, ha conformado un hábitat único para la flora y la fauna silvestres del altiplano andino colombiano, a pesar de estar separado de otros elementos de la Estructura Ecológica Principal de Bogotá y de la Estructura Ecológica Regional de Cundinamarca, que es el conjunto de elementos naturales que sostienen la biodiversidad de un territorio.

Ubicado entre el municipio de Mosquera y la localidad de Fontibón, en 2021 el Meandro del Say fue declarado como Reserva Distrital de Humedal, y, a diferencia de otros humedales urbanos de la ciudad, su origen se debe a la intervención humana, cuando las compuertas desviaron el cauce del río Bogotá creando un meandro de 5.700 m. Así, lo que alguna vez fueron tierras de haciendas coloniales, hoy es un ecosistema amenazado por la urbanización descontrolada y las ocupaciones ilegales.

Un ecosistema bajo presión
Para su investigación, el ingeniero Callejas partió de una consulta bibliográfica y de un análisis teórico sobre la gestión de humedales urbanos y del impacto del crecimiento urbano en áreas protegidas; luego delimitó el área de estudio en el Meandro del Say, evaluando tanto su contexto ambiental, social y normativo como los hitos históricos.

La recolección de información en campo y en las entidades permitieron determinar una codificación, unas categorías y unos patrones esenciales para los resultados obtenidos, trabajo que se hizo mediante entrevistas con importantes actores como los líderes comunitarios, altos funcionarios de entidades gubernamentales, investigadores y empresas del sector productivo inmobiliario interesado en la zona.

También analizó datos espaciales mediante herramientas de georreferenciación como ArcGIS y QGIS, para mapear los patrones de asentamientos urbanos y su relación con el humedal.

“El Plan Parcial El Chanco no solo amenaza la biodiversidad del humedal, sino que además alteraría significativamente su función como regulador hídrico, aumentando el riesgo de inundaciones en las zonas urbanas aledañas, al contemplar las medidas de ecourbanismo y construcción sostenible expuestas en el Decreto 582 de 2023”.

“La falta de control y ejecución de las competencias de las entidades afecta gravemente la estructura del ecosistema generando un desequilibrio en la flora y la fauna silvestres debido a la perdida de hábitat, teniendo en cuenta que esta área es crucial para las especies migratorias” , señala el magíster.

Entre los principales hallazgos de su trabajo, el investigador identificó que este conflicto ambiental es un claro ejemplo de las controversias entre el desarrollo urbano territorial definido en la Ley 388 de 1997 y el ordenamiento ambiental territorial definido en la Ley 99 de 1993.

“Aunque existen normativas para proteger el ecosistema, la falta de coordinación entre entidades distritales, regionales y nacionales ha permitido la expansión de asentamientos informales y la presión inmobiliaria”, destaca.

También evidenció que “algunos habitantes del barrio conformado por ocupaciones informales ven en la protección del humedal una oportunidad para generar espacios de recreación y educación ambiental; ellos buscan formar parte del tejido de actores y dolientes del territorio. Por otro lado, otros ocupadores informales de este sector lo perciben como un obstáculo para el desarrollo de nuevas viviendas y actividades económicas”.

Precisamente este conflicto ambiental se intensifica en el barrio de los asentamientos informales conocido como “Rincón del Recodo”, en el costado suroccidental del humedal y dentro de su área de conservación y protección ambiental (APCA), el cual alberga a más de 300 personas, con cerca de 200 ocupaciones informales, las cuales son prácticamente casas consolidadas con hasta cuatro pisos, garajes, parqueadero, e incluso servicios públicos de agua potable y energía eléctrica.

“Este crecimiento irregular ha generado la apertura de al menos 80 expedientes policivos por daños ambientales y violaciones a las normativas urbanísticas”, señala el magíster.

¿Cómo preservar el Meandro del Say?
Como parte de las estrategias de mitigación, el investigador sugiere implementar corredores ecológicos que conecten el Meandro del Say con otros humedales cercanos, permitiendo la movilidad de especies y garantizando la conservación de la biodiversidad. También considera esenciales las acciones de restauración a través de un plan determinado a mediado y largo plazo.

En este sentido, destaca la necesidad de incluir los lineamientos de ecourbanismo y construcción sostenible contemplados en el Decreto 582 de 2023, además de implementar criterios ambientales en la planificación urbana, asegurando que el crecimiento de la ciudad no comprometa estos humedales estratégicos en la ciudad-región.

Además, plantea que transformar el barrio informal “Rincón del Recodo” en un ecobarrio sería una solución viable para frenar la expansión irregular y fomentar la integración comunitaria en la conservación del humedal.

El Plan de Manejo del humedal ha reportado la presencia de al menos 27 especies de aves, 4 de mamíferos y 3 de herpetos (anfibios y reptiles), además de una variedad de vegetación que sustenta el equilibrio del ecosistema. Sin embargo, sin una planificación adecuada muchas de estas especies se verían afectadas por la expansión urbana.

El trabajo “Asentamientos urbanos en el Sistema de Áreas Protegidas de Bogotá, caso de estudio: humedal Meandro del Say”, fue dirigido por la profesora Nohra León Rodríguez, actual decana de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNAL. (Informción Agencia de Noticias UNAL).