Ganadería ilegal arrasa el hogar de los Nukak en la Amazonía; la mayor parte de la producción de carne abastece a Bogotá
–(Imagen UNAL). La carne proveniente de la deforestación en el Resguardo Nukak, en la Amazonia colombiana, se comercializa en carnicerías de Bogotá sin que los consumidores sean conscientes de su origen. La expansión de la ganadería en Guaviare ha transformado los bosques en praderas artificiales poniendo en riesgo la biodiversidad y el modo de vida del último pueblo nómada de Colombia.
Desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016 el territorio Nukak –ubicado entre los ríos Guaviare e Inírida– ha perdido 36.942 hectáreas de selva. Primero la coca y luego la ganadería han convertido el Resguardo en un campo de disputa, en donde la ausencia estatal ha permitido la explotación de sus recursos naturales. Entre 2016 y 2022, el hato bovino del Guaviare creció un 90 % mientras que el departamento se posicionó como el segundo con mayor deforestación en Colombia, perdiendo 11.467 hectáreas solo en 2023.
“Todos vamos a caminar juntos… allá afuera hay caseríos, no hay donde sacar miel, no hay donde bajar comida, ni donde irnos a cultivar, porque no es territorio sagrado, sino ajeno… eso es lo que no queremos nosotros, por eso profundizamos en las garantías que deben apoyar al pueblo Nukak”, aseguró un líder indígena en entrevista con el antropólogo Juan Jacobo Walschburger, egresado de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
Hoy los Nukak y otras etnias como los Tucano y los Jiw deambulan por San José del Guaviare vestidos como cualquier otro habitante, con camisetas de algodón, pantalonetas de equipos de fútbol o de campañas políticas, crocs, sandalias o botas pantaneras. Además usan joyas, caimanes para el pelo, aretes, e incluso, como lo cuenta una investigación de 2017, una gorra que dice “Jesús”. Atrás quedaron los taparrabos y la vestimenta tradicional con la que eran reconocidos por la sociedad.
La selva tampoco es la misma. Donde antes se escuchaban los cantos de aves rapaces y garzas, ahora resuena el mugido del ganado, que se extiende hasta las praderas artificiales donde antes había bosques densos. Esta transformación del Resguardo Nukak no ha sido un proceso espontáneo, sino el resultado de la ausencia estatal, que deja el territorio a merced de prácticas como los cultivos de coca y la ganadería en zonas de reserva, llevando a la Amazonia colombiana a concentrar más del 50 % de la deforestación nacional.
Así, los Nukak se encuentran atrapados entre potreros y caminos de tierra que facilitan el tránsito del ganado hacia los mercados urbanos. La introducción de enfermedades, el contacto con colonos y la falta de recursos han puesto en riesgo su supervivencia como pueblo.
El ganado avanza, la selva retrocede
Investigadores de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), entre ellos el antropólogo Walschburger, han documentado el impacto de la ganadería en la región. A través de imágenes satelitales multitemporales han evidenciado patrones claros de deforestación progresiva, así como un crecimiento acelerado del hato bovino dentro del Resguardo.
Mientras en 2016 el ICA registró 281.611 bovinos en el Guaviare, en 2022 la cifra aumentó a 534.531. Además, los registros de movilidad ganadera muestran que una de cada 10 reses que llegan a Bogotá provienen de este departamento, una conexión que pasa desapercibida por falta de controles y trazabilidad en la comercialización de la carne.
El ingeniero Cristian Salas, investigador de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, se refiere al desmedido crecimiento ganadero en la región: “mientras entre 2016 y 2024 el crecimiento promedio en Colombia fue del 29 %, en el Guaviare alcanzó el 95 %, lo que significa una expansión descontrolada que está impactando gravemente los ecosistemas amazónicos”.
La falta de regulación ha permitido que la expansión ganadera en zonas de reserva natural siga sin freno. Aunque existen sistemas de seguimiento para el ganado, estos no garantizan que la carne que llega a Bogotá no provenga de territorios deforestados.
“Los registros del ICA y las guías de movilización de ganado muestran que cada año miles de reses son transportadas desde Guaviare hacia el centro del país; son tantas, que se estima que una de cada 10 vacas que llegan a Bogotá provienen de allí”, explica la antropóloga Liliana Duica Amaya, investigadora de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos).
Según la experta, “el sistema actual de trazabilidad no les permite a los consumidores saber si están comprando carne que ha contribuido directamente a la destrucción de la Amazonia”.
El futuro del Resguardo Nukak es incierto. Si la ganadería se sigue expandiendo y la selva desaparece, las opciones para proteger a esta comunidad y su territorio se reducen. Sin una intervención eficaz del Estado y sin mecanismos de control claros, la deforestación continuaría sin freno, sellando el destino de los Nukak y su hogar ancestral. Mientras para los habitantes de la ciudad la carne es solo un producto en la mesa, para los Nukak cada animal que pasta en lo que fue su selva es un símbolo de la pérdida de su mundo. (Información Agencia de Noticias UNAL).