Personalizar preferencias de consentimiento

Utilizamos cookies para ayudarte a navegar de manera eficiente y realizar ciertas funciones. Encontrarás información detallada sobre todas las cookies en cada categoría de consentimiento a continuación.

Las cookies que se clasifican como "Necesarias" se almacenan en tu navegador, ya que son esenciales para habilitar las funcionalidades básicas del sitio.... 

Always Active

Necessary cookies are required to enable the basic features of this site, such as providing secure log-in or adjusting your consent preferences. These cookies do not store any personally identifiable data.

No cookies to display.

Functional cookies help perform certain functionalities like sharing the content of the website on social media platforms, collecting feedback, and other third-party features.

No cookies to display.

Analytical cookies are used to understand how visitors interact with the website. These cookies help provide information on metrics such as the number of visitors, bounce rate, traffic source, etc.

No cookies to display.

Performance cookies are used to understand and analyze the key performance indexes of the website which helps in delivering a better user experience for the visitors.

No cookies to display.

Advertisement cookies are used to provide visitors with customized advertisements based on the pages you visited previously and to analyze the effectiveness of the ad campaigns.

No cookies to display.

Construyamos Familia Opinión

Los calvarios de Colombia y de los colombianos

 Por: Carlos Fradique-Mendez
EDUCACION PARA LA VIDA EN FAMILIA
Esta es la lección 860 y el tema es, los calvarios de Colombia y de los colombianos.
En los textos bíblicos se dice “en aquellos tiempos” y en esta nota, con dolor de patria, digo: En estos tiempos, Ud., yo, nosotros, Colombia entera, vivimos nuestras propias pasiones, recorremos caminos de flagelaciones y vivimos nuestros propios calvarios. En dias opacos y con desaliento parece como si nosotros fuéramos nuestros propios flageladores.
Para olvidarnos de los caminos escarpados y con espinas organizamos parrandas, verbenas populares en las que se ofrecen consumos de licor y excesos sin barreras y terminamos en jolgorios con falsos sentimientos de patriotismo alrededor de una pelota de fútbol.
Sabemos que vamos camino al sacrificio y como salvadores creemos que no tenemos el deber de evitarlo. Por el contrario, aplaudimos a quienes hacen calles, como si fueran de honor, para vitorear a quienes vamos al holocausto.
Parece como si estuviéramos condenados a vivir cientos de veces el mismo recorrido hacia nuestros calvarios. No aprendemos la lección y con terquedad inexplicable repetimos esas tortuosas vivencias.
Viven con nosotros los que nos van a entregar para que jueguen con nuestros destinos en túnicas que antes eran de colores rojo y azul y ahora descoloridas, según las conveniencias, las extienden a nuestros lados, bien a la derecha, a la izquierda o al frente y los vigilantes siempre se ubican en la parte posterior para garantizar que no escaparemos de la inmolación.
Creemos en quienes nos engañan y maltratan, en quienes nos niegan lo mínimo necesario para vivir dignamente y se quedan con nuestros bienes y atesoran para morirse de hastío y con sus almas desgraciadas.
En el camino pedregoso hacia nuestros calvarios vemos la muerte que se alegra al tomar a los humanos desde cuando parecen protegidos en el vientre de sus madres, en los salones de clase, en los patios de recreos, los llevan a las selvas a entrenarlos para que disfruten de sus violencias, de sus violaciones, de los cadáveres de gentes inocentes.
Nos llaman como si fuéramos jueces populares para aplaudir y absolver a los de los sanedrines y a condenar inocentes y en medio de nuestra inocencia aplaudimos y condenamos.
Vivimos nuestros propios calvarios y por ahora los dias en los que debemos revivir, algo semejante a resucitar, parecen lejanos y poco nos importa si logramos y no sobrevivir.
Recordemos con responsabilidad y optimismo que está escrito que no hay mal que dure cien años ni pueblo que lo resista y estamos a tiempo para darnos cuenta que vivimos en el año noventa y nueve.
Su amigo, abogado y profesor.
Carlos Fradique-Méndez
3153374680