La ciudad chilena de Concepción, devastada por el terremoto, quedó fuera de control el lunes sofocada por saqueos, robos y enfrentamientos, lo que obligó al Gobierno a ampliar un toque de queda y a reforzar la presencia militar con el envío de infantes de marina.
En la segunda ciudad más grande de Chile, ubicada 500 kilómetros al sur de Santiago, miles de personas sin luz, agua ni alimentos desvalijaron tiendas. Algunos aprovecharon para robar televisores o lavadoras.
“Los saqueadores están mas organizados (…) amenazan la ciudad”, dijo la alcaldesa de Concepción, Jacqueline Van Rysselberghe, quien solicitó al Gobierno el envío de más efectivos de las fuerzas de seguridad para ordenar la ciudad.
El Gobierno intentó el domingo controlar la situación imponiendo el toque de queda en la ciudad, algo que no ocurría desde la dictadura de Augusto Pinochet.
Pese a ello, grupos de malvivientes quemaron el lunes al menos un supermercado y una tienda por departamentos, mientras que otras personas asaltaron un cuartel de bomberos en busca de gasolina y agua, luego de uno de los terremotos más fuertes de la historia que dejó más de 700 muertos, millones de damnificados y miles de millones de dólares en pérdidas.
Ante los desmanes, el Gobierno amplió el lunes el toque de queda, que restringe la circulación de personas, desde las 20.00 hora local (2300 GMT) hasta el mediodía del martes.
Los incendios cubrían la ciudad con una espesa nube gris, ante la imposibilidad de los bomberos de apagar el fuego por la falta de agua.
“Estos son patos (sujetos) malos. Si ven que no hay comida para qué incendian”, dijo una señora que huía de un supermercado ya había sido saqueado antes.
La policía arrojó gases lacrimógenos a los saqueadores, mientras que los cuarteles de bomberos sufrían la ira de quienes no lograban obtener provisiones, con golpes a los efectivos y daños contra los instalaciones y camiones.
Desde la noche del domingo, los saqueos se extendieron también a las viviendas, donde los vecinos intentaban organizarse para repeler los ataques.
“No es aceptable el pillaje y la delincuencia”, dijo la presidenta Michelle Bachelet.
En un ambiente de guerra, los militares en grupos de a dos se apostaban en cada una de las esquinas del centro de Concepción.
Los policías cambiaron su uniforme tradicional por cascos y chalecos antibalas, mientras que helicópteros sobrevolaban la ciudad y decenas de tanquetas militares comenzaron a desfilar por las calles.
Las pocas personas que tenían acceso a la distribución oficial de alimentos eran custodiadas por efectivos policiales para no ser saqueados o agredidos.
“La ayuda del Gobierno ha sido lentísima, muy lenta. Los militares recién llegaron ayer y eso no alcanza para controlar la situación. Los vecinos de donde yo vivo se organizaron para defendernos porque están saqueando las casas”, dijo Carolina Contreras, una profesora de 36 años.
La Armada dijo que 300 infantes de marina comenzaron a llegar el lunes para apoyar las tareas de seguridad en la ciudad y en el vecino puerto de Talcahuano, devastados por el terremoto y tsunamis.
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