Moscú se recogió el martes en memoria de los 39 muertos del doble atentado suicida perpetrado la víspera en el metro y la policía seguía investigando la pista de las “viudas negras”, esposas o parientes de islamistas muertos en los conflictos del Cáucaso transformadas en kamikazes.
El primer ministro ruso, Vladimir Putin, ordenó a las fuerzas de seguridad que encontrasen a los responsables de los atentados. “Sabemos que se están ocultando”, afirmó. “Pero ahora es una cuestión de honor para las fuerzas de seguridad arrancarlos del fondo de las cloacas y sacarlos a la luz del día”, aseguró.
El presidente, Dimitri Medvedev, llamó por su lado a reforzar la legislación antiterorista. “Tenemos que concentrar nuestra atención en mejorar la legislación que apunta a la prevención de acciones terroristas y en la eficiencia de la labor de los organismos (gubernamentales)”, afirmó.
Los moscovitas acudieron con ofrendas florales a las estaciones de metro Lubianka y Park Kultury, en el centro de la capital, donde dos mujeres se hicieron estallar a una hora punta de la mañana del lunes matando a 39 personas e hiriendo a 64.
Hacia mediodía estaba prevista una vigilia de oración de la Iglesia ortodoxa en memoria de las víctimas en la catedral del Cristo Salvador, el mayor edificio religioso de Moscú.
Durante esta jornada de duelo, decretada por la municipalidad, las banderas ondeaban a media asta y los teatros y cadenas de televisión anularon sus programaciones de entretenimiento.
Numerosos policías se desplegaron en el metro de la capital, lo que no impidió a la prensa acusar al gobierno del primer ministro Vladimir Putin de haber fracasado en
Vedomosti.
Desde los años 1990, Moscú se vio sacudida varias veces por explosiones mortales, pero el último ataque importante en el metro -41 muertos y 250 heridos- remontaba a febrero de 2004.
Los atentados perpetrados el lunes por las dos mujeres conmocionaron al país, recordando los trágicos días, hace menos de una década, en que varias kamikazes, apodadas las “viudas negras”, llevaron a cabo una serie de ataques mortales.
El nombre de “viudas negras” se debe a que muchas de esas mujeres eran esposas, hermanas o hijas de hombres muertos en operaciones de las fuerzas de seguridad en las repúblicas rusas del Cáucaso norte -una región de mayoría musulmana sacudida por una violenta insurgencia- y se convirtieron en kamikazes para vengarse de las autoridades de Moscú.
Los atentados no fueron reivindicados por el momento pero un grupo islamista dirigido por el líder rebelde checheno Doku Umarov había llamado recientemente a atacar la capital rusa.
Según fuentes de la investigación citadas por el diario Kommersant, un líder islamista cercano a Umarov -Alexander Tijomirov, también conocido como Said Buriatski- asesinado en una operación militar rusa a principios de marzo, habría reclutado y entrenado a 30 potenciales kamikazes en Ingusetia y Chechenia.
El presidente checheno, aliado del Kremlin, Ramzan Kadirov, consideró el martes que “los terroristas deben ser cazados y (…) envenenados como ratas”.
Los investigadores de la fiscalía rusa lanzaron un llamamiento a todos los testigos de los atentados, subrayando que “cualquier información es importante” para la investigación, declaró su portavoz, Vladimir Markin, citado por la agencia Interfax.
Según una fuente de los servicios de seguridad, la policía busca a tres cómplices de las dos kamikazes.
Por su parte, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, afirmó que no se excluye una pista extranjera.
“Todos sabemos que hay terroristas clandestinos muy activos en la frontera entre Afganistán y Pakistán. Sabemos que varios atentados se preparan, para ser cometidos no sólo en Afganistán, sino también en otros países. En algunos casos, esos itinerarios van hasta el Cáucaso” ruso, indicó el ministro.AFP