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Tras dejar 626 muertos, lluvias menguan en Brasil

La lluvia persistente se detuvo el domingo y permitió que los helicópteros de socorro llevaran comida y agua a algunos de los barrios enterrados por toneladas de lodo tras los aludes que mataron al menos a 626 personas al norte de Río de Janeiro.

Las nubes de tormenta se abrieron y una decena de helicópteros se internaron entre los picos afilados de las montañas verde esmeralda, a unos 65 kilómetros (40 millas) de Río.

“La prioridad es rescatar a la gente que sigue aislada”, dijo Alexandre Aragon, director de la Fuerza Nacional de Seguridad Pública. “Tenemos que aprovechar esta mejora del clima para ayudar a la gente en estas zonas remotas que se derrumbaron”.

Sin embargo, los helicópteros no estaban evacuando gente en lo inmediato de las zonas que están en peligro de más aludes si vuelve a llover. Por ahora, las aeronaves llevaban provisiones a todos los lugares posibles para intentar que más gente sobreviva a la tragedia.

El desastre ocurrió la madrugada del miércoles, cuando tras varios días de lluvia fuerte toneladas de lodo, piedras y aguas barrieron las laderas y los poblados en un área de unos 2.330 kilómetros cuadrados (900 millas cuadradas).

La cifra de muertos era de 626 hasta el domingo, pero los funcionarios temen que pueda aumentar severamente a medida que se encuentren cuerpos en las zonas remotas donde no han llegado los socorristas.

Teresópolis, con la ayuda del estado de Río de Janeiro y el gobierno federal, estableció el domingo un centro para el registro de las personas desaparecidas, distribuyó 35.000 teléfonos celulares gratuitos donados por una compañía de telecomunicaciones con el fin de ayudar a los desplazados a comunicarse con amigos y familiares, y anunció planes inmediatos para distribuir a las 2.500 personas registradas en un gimnasio a 18 albergues más pequeños y mejor organizados establecidos en iglesias, almacenes y otros espacios.

El alcalde, Jorge Mario Sedlacek, dijo que hay más de 2.000 tiendas de campaña en camino hacia la ciudad, cada una capaz de albergar a una familia de hasta 10 personas. En Teresópolis hay más de 3.000 individuos que dependen del estado para recibir alojamiento.

“Les darán a las familias albergue hasta por seis meses en lo que se pueden desarrollar soluciones más permanentes”, afirmó. “Al menos estas tiendas de campaña reestablecerán las unidades familiares, lo cual le dará algo de consuelo a la gente que vive en albergues comunitarios”.

Una empresa local ya había ofrecido tierras en las cuales establecer las tiendas, y el domingo comenzaron los trabajos para nivelar el terreno, dijo Sedlacek. La ciudad está estudiando la opción de construir viviendas modulares, las cuales pueden ser erigidas en sólo unos días.

El gobierno local también ofreció pagar la renta de 2.500 familias por un período indeterminado de tiempo. El registro de las familias con necesidades comenzó el domingo, dijo el general José Elito, ministro de seguridad nacional, en una conferencia de prensa en Teresópolis.

Tras cuatro días, no se esperaban rescates milagrosos de la gente enterrada por el lodo, dijo el jefe de la policía local Anderson Correia de Oliveira.

“No hay esperanzas de encontrar a nadie vivo”, dijo. “No es como un terremoto, la gente atrapada se ahogó. No hay rincones con aire”.

Los sobrevivientes, desesperados, se quejaban de que no haber recibido ayuda y el gobierno a todos los niveles ha sufrido críticas por su lentitud para reaccionar.

Sin embargo, Oliveira y otros remarcaron que llegar a las zonas más aisladas era imposible hasta el domingo. Sobrevolar la zona es difícil aún con buen clima, señaló y el cielo estuvo cargado de nubes bajas hasta ahora.

La presidenta Dilma Rousseff asignó asistencia por 60 millones de dólares al estado de Río de Janeiro y las localidades más afectadas. El ministro de integración nacional Fernando Bezerra dijo que la mitad del dinero estaría en las cuentas de los gobiernos locales el lunes, seis días después del desastre. AP