Con el presidente Raúl Castro en primera fila, el Papa Benedicto XVI ofició una multitudinaria misa en la Plaza de la Revolución de La Habana, para cerrar su visita a la isla.

Allí el sumo pontífice proclamó que «Cuba y el mundo necesitan cambios», pero advirtió que éstos sólo se darán «si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad».

Los mismos diarios cubanos resaltaron la presencia de Castro en el oficio religioso y también la de miles de personas que colmaron la histórica Plaza de la Revolución José Martí.

En su homilía, el Papa también planteó que para que la Iglesia ejerza su labor plenamente ha de contar «con la esencial libertad religiosa, que consiste en poder proclamar y celebrar la fe también públicamente, llevando el mensaje de amor, reconciliación y paz que Jesús trajo al mundo».

Benedicto XVI exigió el derecho a la libertad religiosa y afirmó que cuando la Iglesia pone de relieve ese derecho «no está reclamando privilegio alguno, pretende ser sólo fiel al mandato de Cristo, sabedora de que donde Cristo se hace presente el hombre crece en humanidad y encuentra su consistencia».

También precisó: «Es de reconocer con alegría que en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe. Sin embargo, es preciso seguir adelante, y deseo animar a las instancias gubernamentales de la Nación a reforzar lo ya alcanzado y a avanzar por este camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad cubana».

El Papa expresó igualmente que el derecho a la libertad religiosa, tanto en su dimensión individual como comunitaria, manifiesta la unidad del ser humano, que es ciudadano y creyente a la vez.

El jefe de la iglesia católica agregó que es también legitimo que los creyentes ofrezcan una contribución a la edificación de la sociedad.

La celebración religiosa tuvo lugar luego de la visita de cortesía que realizara al atardecer de este martes el Santo Padre al presidente cubano Raúl Castro en al palacio de la Revolución.

En la sede del Consejo de Estado de Cuba tuvieron lugar las conversaciones privadas entre el Séquito Papal y la delegación cubana, que se extendieron por más de 45 minutos.

En el Salón del Sol del Palacio de la Revolución de La Habana, Raúl le ofreció a Benedicto XVI una estampa de la Virgen de la Caridad, que despertó gran interés en el Santo Padre.

Como muestra de agradecimiento por la cálida acogida en Cuba, el Sumo Pontífice le ofreció al General de Ejército un facsímil de un pergamino del Papa número 67, Bonifacio IV, que fue elaborado entre los años 1398 y 1499.

En la jornada de ayer el Papa también honró a La Virgen de la Caridad en su Santuario de la Basílica de El Cobre, en Santiago de Cuba, tras lo cual partió hacia La Habana a donde llegó al mediodía y fue recibido por el Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana y Lázara Mercedes López Acea, primera Secretaria del Partido Comunista en la capital, entre otras autoridades religiosas y del país.

El Papa partirá en horas de la tarde hacia el vaticano luego de una reunión con el expresidente Fidel Castro y una despedida popular.

El mismo expresidente cubano, anunció el encuentro con el pontífice en su habitual columna periodística denominada «reflexión» publicada en medios cubanos.

Castro señaló que pidió una reunión al sumo Pontífice de la Iglesia Católica, de visita hasta hoy en Cuba.

“Gustosamente saludaré a Su Excelencia el Papa Benedicto XVI, como lo hice con Juan Pablo II, un hombre a quien el contacto con los niños y los ciudadanos humildes del pueblo suscitaba, invariablemente, sentimientos de afecto”, señaló Fidel Castro y agregó:

«Decidí solicitarle unos minutos de su muy ocupado tiempo cuando conocí por boca de nuestro canciller Bruno Rodríguez que a él le agradaría ese modesto y sencillo contacto».