Por Julia Lehmann
Comentarista invitada a la mesa de trabajo de Radio Santafe
Los lunes las calles de Bogotá se tornan llenas y agitadas, la tranquilidad se refugia en las montañas. Comienza la semana y la ciudad despierta muy temprano, ya a las seis de la mañana los bogotanos corren por las calles como hormigas trabajadoras, parece incomprensible. Yo traía de Europa la imagen de que los latinoamericanos eran perezosos, que siempre estaban en plan de rumba y que nada más disfrutaban del sol y de la fiesta. Los bogotanos tienen casi siempre una semana de seis días de trabajo y turnos de 8 a 12 horas. Es gente que trabaja mucho y lo que gana –en mi opinión- es muy poquito.
El ingreso medio de un ingeniero es $1.500.000 por mes. Esta misma persona en mi país (Alemania) gana unos $8.000.000, casi seis veces más. Adicionalmente, la semana de trabajo legalmente admitida allá solamente es de 38.5 horas. Aquí aún es de 48 horas semanales.
Cifras que asustan y que plantean una pregunta elemental
¿Cómo se mantiene la gente aquí? ¿Malabares, magia? Aparentemente los costos de la vida son desproporcionados en comparación con los sueldos. Algunos productos, como pan, frutas y verduras no son muy costosos, pero otros productos valen más acá que en Alemania. Por ejemplo un litro de leche que en Bogotá llega a costar hasta 2.700 pesos allá sólo cuesta $1.600. Pero lo que aún es más sorprendente, es la actitud hacia la vida. A pesar de que la vida no sea fácil en cuanto a lo económico, todavía los bogotanos no se deprimen por eso. Observándolos, ¿qué se nota? Caras que llevan una sonrisa, ojos que brillan y una expresión que transmite felicidad. Los colombianos siempre tratan de ver las cosas desde una perspectiva positiva. Parece que volaran por su vida, con una ligereza increíble, mostrando al mismo tiempo un optimismo inagotable. En el Happy Planet Index de 2009, un estudio que revela la eficiencia ecológica y el bienestar humano en los diferentes países del mundo, Colombia ocupa la sexta posición. Un resultado que confirma mis apreciaciones.
Alemania sigue mucho más atrás
Aunque los alemanes viven mejor, ellos no muestran esta actitud feliz como la de los colombianos. La mayoría alemana no está contenta. ¿Cómo es posible tener todo y ser tan disconforme todavía? El énfasis en el individualismo y en consecuencia la desintegración de la familia probablemente hacen parte de semejante actitud.
Al contrario, aquí el vínculo familiar es muy fuerte. La imagen de una abuela que cuida a sus nietos no es algo sorprendente en este país, tampoco la circunstancia de ver a una persona de 30 años de edad todavía vive con sus padres. El respeto para los padres y ancianos es más alto, esto se muestra por ejemplo en la forma de hablar con ellos: se los tratan de usted. La familia representa un gran apoyo personal aquí. Así que es imposible sentirse perdido o solitario, porque siempre uno está rodeado de personas muy cercanas que lo sostienen a uno en momentos difíciles.
Estar solo aquí no es muy común
Después de pocos días de soledad, los bogotanos empiezan a preguntar si todo está bien o si uno no se aburre. Este comportamiento deja la impresión de que la necesidad de estar solos es muy diferente aquí ¿Quizás no existirá? Los alemanes mientras tanto necesitan más tiempo para sí mismos. Obviamente las condiciones de vida objetivas no son decisivas en cuanto a la felicidad. Más importante es una red de familiares y amigos. Así que aunque se puede observar una Colombia que está enfrentada a muchos obstáculos y problemas – de tipo político o social – ésta es una de las naciones más felices del mundo, por lo menos más feliz que todas las naciones industrializadas.
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