Por: Jorge Consuegra
Lou, conocida como la bruja de Hainberg, es otra de las mujeres imprescindibles de Renata Durán. Rusa, de belleza fuerte y misteriosa, alta, delgada, de ojos grandes y azules, cabellera rubia, pasional, extraña, sensual, de mirada insolente, de independencia vital en su manera de ser y de pensar.
Escritora prolífica, con un don descriptivo excepcional, domina el ensayo, y en la narración se caracteriza por su prosa reflexiva. Asombra su capacidad de síntesis. Su temática gira en torno a Dios, Rusia, el amor, el erotismo, las religiones, los problemas psicológicos, en general sus escritos tienen un aliento espiritual. Gana fama literaria. Intrépida y audaz es respetada por sus opiniones siempre a contrapelo. Frente a Nietzche, Rilke y Freud es siempre crítica y visionaria.
Lou es disciplinada, lee muchísimo. Su mente está ocupada en el estudio, en el aprendizaje creativo, en escribir. Mujer de singular luminosidad vive libre de prejuicios.
Andreas es inteligente, sensible, terca, egocéntrica ingenua, siempre optimista en un mar de tormentas, alegre, osada. Vive como se le antoje, sin convencionalismos, idealista, defiende su espacio, su yo. Es una mujer segura de sí misma, para ella lo primordial es ejercer su libertad, es lo que más ama en el mundo. “Así soy yo. No puedo ser de otro modo”. Lou detesta lo rutinario y prosaico. Anhela una casa sin muros. Lou mantiene su virginidad hasta llegar a los treinta años.
A Salomé le parece una mentalidad burguesa que la mujer siempre tenga que ser esposa o amante. Lou, con identidad propia, objeta el movimiento feminista de su tiempo, rechaza la calificación de “nosotras” y expresa que en lo que a ella concierne, solo sé del “yo”. Para esta mujer excepcional existe una igualdad en la diferencia. Lou aprecia que sí hay una diferencia biológica de la mujer y el hombre. Considera que la mujer no se ha centrado, todavía, lo bastante en sí misma y por ende no se ha convertido lo suficiente en mujer. En la diferenciación de lo esencialmente femenino, radica la posibilidad de una verdadera liberación de la mujer. Para Andreas Salomé es deseable que la mujer deje su impronta en las cosas en lugar de recibirlas de ellas, necesita afirmarse en su propio ser.
Lou tiene la honda convicción en la naturaleza particular y distinta de la mujer. La mujer debe desarrollar, íntegramente, su personalidad para alcanzar su legitimación como ser humano.
Lou Andreas Salomé (1861-1937), a los 22 años, hermosa y fría, vive con Nietzche y Paul Rée en una casa llena de libros. Cada uno con su habitación propia, Ella con un fuerte auto control, defiende su intimidad, sabe lo que quiere, ellos la aman pero Lou solo los acepta como amigos. Es una relación insólita para esa época. Salomé ve en el amor algo místico y maravilloso. Para ella el amor es la relación entre dos seres humanos, es la unión de dos soledades que se protegen, se respetan y se saludan mutuamente.
Renata Durán logra un extraordinario perfil de Nietzsche en su relación con Andreas Salomé. El filósofo queda fascinado con ella. Quiere casarse con esa rara mujer, pero ellos viven en mundos diferentes a pesar que llegan a entenderse, intelectualmente, de manera profunda. Lou representa el romanticismo en su apreciación de la naturaleza y es muy grande su amor por la vida. Nietzche es un personaje trágico, la esquizofrenia y la megalomanía lo aíslan, es un ser solitario. El genio se obsesiona con esa mujer de sólidas convicciones. Lou afirma, en torno al conjunto de su obra filosófica, histórica y filológica que la poesía es lo esencial en las verdades del controvertible pensador.
Todos los hombres que tratan a Salomé quedan seducidos por ella. Surge así la injusta fama de “mujer fatal”. Los que la aman será para siempre.
Inexplicablemente se casa con el enigmático Friedrich Carl Andreas que le lleva quince años, es profesor en el Instituto de Lenguas Orientales de Berlín. Carl sobresale por el sincretismo étnico cultural y su meticulosidad extrema, es un docente distinguido por su rigor científico. Lou admira su personalidad escindida entre el Oriente y Occidente. Nunca tuvieron relaciones sexuales y ella a pesar de tener algunos amantes convivió con él hasta su muerte. Carl impenetrable, hermético, inconmovible e inexpresivo, siempre estuvo al lado de Lou Salomé. Una relación extraña que narra puntualmente Renata Durán.
El amor voluptuoso y de vértigo le llega a Lou con el genial poeta Rainer María Rilke, impetuoso joven que la asedia hasta el delirio. Es su primer amor auténtico, ella lo expresa así: éramos un todo que de pronto, se reconoció como tal. Cuerpo y ser en una unidad indivisible. Lou Salomé vive abiertamente su amor con Rilke. El poeta la ve como un leño ardiente. Rainer es introvertido, inestable y depresivo… Quiero ser tú. No quiero tener sueños en los que no estés, ni deseos que no puedas satisfacer. Yo estoy en ti. Viajan a Rusia con Carl. El acoso de Rilke la agobia. Ella valora su libertad e independencia.
Mientras Lou Salomé crece y crece emocionalmente, él se deprime. Con la experiencia de Nietzche y Rainer, ella cree que los grandes genios desarrollan una “hipersensibilidad hipocondríaca”. Rilke se sumerge en sus “infiernos emocionales”. Lou quiere palpar la vida a fondo y él es un genio atormentado. Ella siempre lo estimula hacia la creación artística, así le dice en una de sus cartas, los acentos de tu corazón, esos acentos profundos, nuevos, los percibo en lo más profundo de mi alma. Ella se desenamora y la angustia existencial del poeta es la fuente de una de las obras de arte más excepcionales.
Pocas veces, se tiene la oportunidad de convivir con seres excepcionales y Lou Andreas Salomé comparte ideas, sueños y obsesiones con genios de grandes paradojas como lo son Nietzche, Rilke y Freud.
Desde 1911 se dedica al estudio de la psicología con Sigmund Freud. Lou siente pasión por el psicoanálisis, quiere penetrar hasta las raíces salvajes y las fibras más vulnerables de los seres humanos. Admira al maestro pero se distancia de sus dogmas sobre los sueños y su apreciación de que la expresión artística proviene de la represión. Está convencida de que arte y vida juntos llegan más lejos.
Los artistas como seres humanos están entrelazados con todo. Le dice a Freud que la vida es poesía. Y como escritora que es armoniza amor y acción creadora. Freud la admira y le tiene cariño, respeta sus desacuerdos, incluso reconoce que ella se anticipa a sus pensamientos y los complementa de un modo visionario. En 1917 Freud le manifiesta De nuevo me siento asombrado por su nuevo arte de síntesis que vuelve a juntar y recubrir con fibra viva lo que el análisis convirtió en disjecta membra (miembros separados).
Lou Salomé humaniza el lenguaje científico del maestro. En pleno auge del nazismo, Lou con valentía elogia la “ciencia judía” de Sigmund Freud. La barbarie nazi la persigue, la llaman “la judía finlandesa y la bruja de Hainberg”. Al morir la soldadesca nazi destruye su casa, libros y manuscritos. Con Hitler entramos en el tiempo de los asesinos que vaticinó Arthur Rimbaud.
Mirada retrospectiva es uno de los extraordinarios ensayos de Lou Andreas Salómé, allí comenta las vivencias y encuentros con Nietzche, Rilke, Freud y Carl, así como sus temas obsesivos en torno a Dios, su querida Rusia, el erotismo, la religión, y la postura de la mujer en el mundo contemporáneo.
Entre sus obras recomiendo El erotismo son cuatro ensayos sobre El ser humano como mujer, Reflexiones sobre el problema del amor, El erotismo en sus diferentes facetas y la Psicosexualidad, el prólogo es de Ernest Pfeiffer. Aprendiendo con Freud nos acerca a su interés por el psicoanálisis.
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Nota: Referencia bibliográfica. Cuatro mujeres imprescindibles de Renata Durán ( B ).