Los integrantes del Río+20, adelantan el sábado en Río de Janeiro una nueva ronda de negociaciones con el propósito de lograr un acuerdo final que defina la intencionalidad de la conferencia Río+20.
En la madrugada del sábado finalizó una nueva fallida ronda de conversaciones adelantadas por los equipos técnicos, tras dos citas infructuosas en la sede de la ONU en Nueva York. Ante el fracaso de las negociaciones, Brasil anunció que a partir de hoy asumiría el liderazgo con el fin de dinamizar el consenso.
Hoy, 10 grupos temáticos, conformados por más de 100 expertos que representan a los 193 estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), intentarán alcanzar lo que no lograron tres encuentros de los integrantes del Comité Preparatorio: un acuerdo sobre el texto a sancionar en esta cita.
Al respecto, el canciller brasileño, Antonio Patriota, explicó que los negociadores de la nueva etapa, denominada Diálogos para el Desarrollo Sostenible, estarán en 10 grupos, los cuales abordarán en tres días los asuntos considerados prioritarios en la agenda internacional de sostenibilidad.
Los temas a discutir hoy y mañana son Desempleo, trabajo decente y migraciones; Desarrollo Sostenible como respuesta a las crisis económica y financiera, Desarrollo Sostenible para el combate a la pobreza; Economía del Desarrollo Sostenible, incluyendo padrones sostenibles de producción y consumo; y Bosques.
El lunes y martes venideros serán debatidos Energía sostenible para todos; Seguridad alimentaria y nutricional; Agua; Ciudades sostenibles e innovación; y Océanos.
Sobre la mayoría de esos temas hay divergencias, pero las principales se concentran en el concepto de economía verde, el marco institucional y los objetivos de desarrollo sostenible. Estos últimos sustituirán a los Objetivos del Milenio, adoptados en 2000 y que expiran en 2015.
Alegando la actual crisis, los países ricos no quieren compromiso alguno en el futuro e, incluso, intentan retroceder en los ya asumidos hace 20 años en la Cumbre de la Tierra, Río-92, muchos de los cuales aún están por salir del papel.
La Río+20 espera ser heredera de la cita de hace dos décadas y marcar nuevas metas en pro de la preservación del medio ambiente y de la especie humana. Sin embargo, las mismas dificultades que motivaron la Río-92 persisten hoy, sin que se vislumbre una solución verdadera, justa y definitiva a estos problemas.
Muchos de las adversas situaciones expuestas 20 años atrás se han agravado, generando incluso múltiples crisis interrelacionadas, a partir de los insostenibles patrones de producción y consumo impuestos por los países desarrollados.
De ahí que muchas naciones consideran que la actual cita debe hacer una evaluación objetiva de las causas por las que no se han cumplido las metas aprobadas en la Río-92 y de su proceso de seguimiento.
Asimismo, estiman necesaria la adopción de un nuevo compromiso político que renueve y ratifique el anterior, teniendo en cuenta que los problemas no sólo persisten sino que se han agravado y multiplicado.
Santa Fe con Prensa Latina