Cayetano Brulé,
también al club de investigadores
Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras)
Tengo un enorme trancón de Novela Negras y poco a poco he ido leyéndolas con enorme satisfacción. El turno fue para El alemán de Atacama del chileno Roberto Ampuero ¡Maestro!
A Cornelia Kratz, periodista alemana, corresponsal del Frankfurter Allgemeine Zeitung le han dicho que contacte al investigador privado Cayetano Brulé para que trate de averiguar quién o quiénes fueron los autores del asesinato del también alemán Willi Balsen, un hombre bueno, filántropo como pocos que quiso sacar a los cambiantes de Atacama y su brutal desierto, de la situación en que vivían a causa de la falta de agua.
Brulé es un cubano de prominente calva, barriga y bigote y de enormes gafas de marco grueso que llegó a Chile hace muchos años siguiendo a una agraciada chilena, pero por esas cosas de la vida, todo se acabó y él terminó siendo un casi anónimo investigador privado que casi nadie contrataba hasta que llegó Cornelia.
El isleño empieza a buscar allí y allá a todo tipo de conocidos o gente que hubiera estado cerca de Balsen y así, casi con la paciencia de Job, va descubriendo que detrás del fallecimiento del alemán, hay algo oscuro, pues no fue de muerte natural, sino que alguien lo mandó matar. Cuando va esclareciendo el asunto, se encuentra de pronto que Bárbara Schuster, la novia del alemán también había sido asesinada para silenciarla, pues ella también sabía más de lo que debía saber sobre un algo que Brulé debía descubrir antes de que el agua se le escapara de sus manos…
El cubano dialoga con Isabel Ayabire, “una muchacha de no más de veinte años, tan bella que encendía a los hombres del oasis del deseo en cuanto olisqueaban su presencia, incluso entre los achaches más antiguos, que ya comenzaban a perder la vista y la memoria. Era esbelta, de ojos rasgados y vivaces, piel color de la jarosita, boca amplia, de labios carnosos, y su cabellera, azul de tan negra, resbalaba refulgiendo sobre la espalda. Cuando miraba a los ojos, su perfección atacameña perturbaba, como también perturbaban sus senos pequeños y la sutil estrechez de su cintura”…Y después de conocer los vericuetos del amor de Balsen, descubre que hay más y más cercanos al alemán que saben de alguna forma la razón del asesinato de este hombre que lo único que quería era ayudar a los atacameños.
El final, como todo buen maestro del suspenso, es absolutamente impredecible y más cuando alguien llega del otro lado del Atlántico con un algo que iba a acabar no sólo con nos nativos del desierto de Atacama, sino con la misma delgada y enorme cintura chilena.
Los personajes de Ampuero son extraordinariamente bien logrados, como Solange Farías, otra hermosa protagonista que hacía suspirar a propios y a extraños, Bernardo Suzuki el secretario de Brulé, fiel hasta el cansancio y al mismo tiempo incansable investigador; Ralph Kahlau, funcionario de la Embajada alemana, Macarena Rosas, Margarita de las Rosas la novia de Brulé que un día cualquiera lo deja viendo un chispero, Pompeyo Jara un singular guía de turismo propietario de la más destartalada camioneta que sirve para llevar a los turistas por todo el desierto; Bado Pankow siniestro personaje y Pepe Gutiérrez, reportero, entre muchos más personajes.
Pero además de los personajes, están los “chilenismos” de Ampuero. Son tanto, que me ha tocado hacer el listado para llamar a la Embajada y saber de qué se trata como por ejemplo “chañares”, “jotes”, “pirca”, “achaches”, “jarosita”, “bototos”, “puna”, “lasca”, “awayo”, “pebre”, “behíque”, “apunar”, “coirón” y un largo etcétera…
Por otro lado, hay que anotar que Ampuero no desaprovecha la ocasión para echarle pullas a la Revolución Cubana y al gobierno de Salvador Allende, como también a lo que sucede en Colombia con el narcotráfico. “Algo del detective le recordaba a Rafael, su único gran amor, el inescrupuloso empresario de Medellín que había conocido mientras estudiaba periodismo. Aquel romance con el hombre casado había desembocado en tragedia. Rafael había muerto ametrallado en un día en pleno centro de la ciudad, llevándose consigo los sueños de muchacha, obligándola a retornar a Chile para poner a buen recaudo su vida”.
Pero sea lo uno o lo otro, El alemán de Atacama es una muy buena novela en donde Cayetano Brulé entra a engrosar la lista de los más fantásticos investigadores de la Novela Negra.