Conflicto Armado Judicial

Luego de un año de la muerte de “Alfonso Cano” el panorama de las Farc es distinto

Hoy 4 de noviembre se cumple el primer aniversario de la muerte de “Alfonso Cano”. Una fecha histórica para el país, porque hace parte de la radiografía de una lucha militar que ha sostenido por mas de cinco décadas la guerrilla y el Estado colombiano.

Su muerte

Las acciones comenzaron desde muy temprano. El reloj marcaba las 8:30 de la mañana, hora local, cuando varias aeronaves de la Fuerza Aérea bombardearon sin piedad un campamento guerrillero en la vereda de Chirriadero, en el departamento de Cauca, una zona montañosa donde, según la inteligencia colombo-americana, se ocultaba “Cano”.

Una vez concluido el bombardeo, en la zona desembarcaron tropas de las Fuerzas Especiales que iniciaron una operación ‘rastrillo’ para cazarlo. “Nos encontramos muchos de sus objetos personales como sus gafas, su billetera, sus armas, así como mucho material de documentación, siete computadores, 39 memorias USB, discos duros, celulares, 194 millones de pesos en efectivo, dólares, euros y monedas de otras denominaciones”, recuerda el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón.

El ingreso a la zona se dio encabezado por el perro ‘Onix’, entrenado en detección de explosivos. Uno de los integrantes del equipo de Fuerzas Especiales que participó en el operativo contó que el área donde se hallaba “Cano” era de topografía quebrada, no tenía vegetación muy espesa y que, incluso, había algunas viviendas en sus cercanías.
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Según Maritza González, directora nacional del CTI de la Fiscalía, “Cano” se escondió todo el día, pero “hacia las 7:30 p.m. salió solito y caminó a un pequeño riuachuelo. Parece que se desorientó y los centinelas (militares) que estaban haciendo el cubrimiento por tierra lo observaron”.

A partir de ese momento se desató un combate entre algunos guerrilleros del cerco de seguridad de “Cano” y los militares. El líder insurgente estaba desarmado y corrió unos 500 metros desde la casa en la que se ocultaba hasta entrar en la maleza, donde lo alcanzaron los proyectiles.

Su muerte se debió a tres impactos de bala: uno en el cuello, otro en la ingle y un tercero en la cadera.

Su cuerpo no fue localizado enseguida. Pasaron varias horas y tras un exhaustivo registro y reconocimiento de la región, los militares lo hallaron cuando el sol caía en esta zona. Lo identificaron visualmente de forma inmediata aunque su imagen no era la misma de hace unos años. La barba había desaparecido.


¿Quién era “Alfonso Cano”?

“Alfonso Cano”, cuyo verdadero nombre fue Guillermo León Sáenz, era un antropólogo colombiano casi sexagenario, quien asumió la jefatura de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tras la muerte de Manuel Marulanda o “Tirofijo”, el 26 de marzo de 2008.

Según los analistas, “Cano” era considerado uno de los ideólogos de esa organización armada de izquierda y llegó a esa guerrilla campesina desde Bogotá.

“Era un economista marxista-leninista que tenía unas convicciones y que, en tal virtud, había ingresado a las Farc”, recuerda Víctor G. Ricardo, excomisionado de paz del expresidente Andrés Pastrana, que lo conoció y trató durante el proceso del Caguán. “En su estructura mental no solo tenía los objetivos ideológicos, sino que consideraba que la lucha armada era uno de los caminos para obtenerlos”.

Sáenz o “Cano” nació el 22 de julio de 1948 en Bogotá, estudió Antropología en la Universidad Nacional de la capital colombiana y antes de asumir como el líder máximo se desempeñaba como el jefe político del Bloque Occidental y miembro del Secretariado (jefatura máxima) de las FARC.

Antes de ingresar a las filas de la guerrilla, perteneció al Partido Comunista Colombiano (PCC) y fue su “comisario político”.

Desde el año 2000 fue el responsable del Movimiento Bolivariano de la Nueva Colombia, un proyecto político de la principal guerrilla colombiana.

“Alfonso Cano”, de barba muy tupida y gafas redondas, tenía al menos 47 órdenes de captura y una “circular roja” de la Organización Internacional de la Policía Criminal (Interpol) bajo cargos de rebelión, terrorismo, homicidio y secuestro.

Representó a las FARC en los diálogos frustrados con el Gobierno del presidente César Gaviria (1990-94) en Caracas y en la localidad mexicana de Tlaxcala, en 1991 y 1992.

En el 2011 fue traicionado por alias ‘Pachochino’, un guerrillero que se oponía a los diálogos de paz que sostenía “Cano” con el presidente Santos, por su negocio con el narcotráfico.

El hoy de las Farc

Desde el 4 de noviembre de 2011 el país ha venido decantando el hecho y hoy observa cómo se consolidan las consecuencias de esa baja, que marcó un quiebre en la historia del movimiento guerrillero: diálogo con el Gobierno, deserciones de insurgentes, resquebrajamiento militar y, eventualmente, una división que podría hacerles muy difícil una reunificación de fuerzas.

La muerte de “Cano” fracturó a la guerrilla colombiana. Una facción apoya a Timochenko y otros dos grupos sólo están interesados en el narcotráfico

Uno de los efectos más consolidados en los doce meses que han trascurrido desde la muerte de “Cano” es el de la crisis de liderazgo en esa organización y las consecuencias en el estado de ánimo de las bases guerrilleras.

“Así ellos argumenten que tienen reemplazos y que todo está previsto, la realidad es que en guerra, cuando se pierde de manera sucesiva a jefes tan importantes como esos, la estructura se resiente mucho y esa es la situación actual de las Farc. Si hubiera sido solamente “Cano” el que hubiera desaparecido, las Farc no estarían tan mal como están ahora”, dice Jhon Marulanda, experto en seguridad.

“En estas organizaciones altamente piramidales, clandestinas y dedicadas al culto de la personalidad de sus líderes, la muerte en combate de esos jefes las afecta mucho sicológicamente”, añade Marulanda, y explica que eso se debe a que se rompe el mito de la insensibilidad de los cabecillas y la invulnerabilidad de sus sistemas de seguridad. “Los deja desnudos. Saben que todos son vulnerables. Eso explica las deserciones de guerrilleros y levanta la moral de las tropas”.

Marulanda enfatiza en que los cabecillas de las Farc han caído por la superioridad estratégica del Estado colombiano que es fundamentalmente la superioridad aérea. “Mientras las Farc no puedan igualar o superar esa capacidad aérea del Estado, jamás podrán pasar de lo que están ahora: un grupo en guerra de guerrillas. Y ahí se van a quedar”, asegura.

Entre tanto, Jairo Libreros, analista político asegura que “la muerte de Cano fue la que empujó a las FARC a sentarse a negociar con el Gobierno Nacional”.

Estos diálogos llegan a su segunda fase este martes 6 de noviembre. Los negociadores de Colombia y de las FARC llegarán a La Habana para iniciar las discusiones informales de un nuevo punto en la agenda acordada.

Está previsto que para el 15 de este mes se sienten formalmente para discutir la situación agraria del país y comunicarán al mundo si lograron llegar a un acuerdo en este punto.

Mientras, los ataques de la guerrilla continúan. No hay un cese al fuego, por lo que los operativos del Ejército de Colombia también se intensifican

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