Internacional

Secuenciado por primera vez el genoma de un animal extinguido: el mamut

No todas las noticias científicas arrancan de una ocurrencia genial o de una pizarra repleta de fórmulas indescifrables. La historia de la primera obtención del genoma de un animal extinguido comenzó con el hallazgo de un mamut congelado en algún lugar de la Siberia más septentrional. Y ha finalizado hoy con la publicación en la revista Nature de la secuenciación del material genético (ADN nuclear) del mamut lanudo, un animal que se extinguió hace más de 3.500 años.

Hace pocos días que falleció Michael Crichton, el autor del libro de ciencia ficción ‘Parque jurásico’, y parece inevitable que la investigación nos traiga a la cabeza al escritor. En la célebre novela, como también en la adaptación cinematográfica que dirigió Stephen Spielberg, el ADN procedía de la sangre que albergaba un mosquito fosilizado en ámbar tras picar a un dinosaurio. En el caso real del genoma del mamut, la clave ha estado en los restos de pelo del animal, una magnífica fuente de material genético.

La investigación abre la puerta a la posibilidad de rescatar de la extinción al mamut lanudo. Sin embargo, queda aún muy lejos para la Ciencia actual. Stephan C. Schuster, uno de los autores principales de la investigación, mencionó a elmundo.es los posibles avances que puede traer consigo la última revolución protagonizada por Craig Venter tras crear por primera vez un cromosoma totalmente sintético. «Alguien como Venter puede desarrollar una forma rápida de transformar el genoma del mamut que nosotros tenemos en el ordenador en cromosomas completos».

Ese sería el primer paso. Después también habría que averiguar cuántos cromosomas tenía (aunque sean parientes, no son necesariamente los mismos que los del elefante, como demuestra el hecho de que el chimpancé tiene un par de cromosomas más que el ser humano) y albergarlos en un óvulo que pudiera llevarlo a cabo. Por el momento, tan sólo ciencia ficción.
Pelo de mamut hallado en Siberia del que se ha extraído el ADN con el que se ha secuenciado el genoma del animal. (Foto: Penn State University)
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Pelo de mamut hallado en Siberia del que se ha extraído el ADN con el que se ha secuenciado el genoma del animal. (Foto: Penn State University)

«Una secuencia genética no hace a un organismo vivo», afirma Jeremy Austin, director del Centro de ADN Antiguo de la Universidad de Adelaida (Australia), «tenemos una secuencia parcial del genoma del mamut y con un número considerable de errores, sería como tratar de construir un coche con el 80% de las piezas y sabiendo que algunas están rotas».

La apreciación de Austin es muy acertada, ya que la investigación ha descifrado de forma completa entre el 70 y el 80% del genoma del mamut. «Nosotros alineamos las secuencias que teníamos con la parte disponible del genoma del elefante africano (Loxodonta africana), de esa forma sabíamos dónde colocar cada pieza de la secuencia», cuenta Schuster. Debido a la enorme similitud entre los genomas de los diferentes vertebrados cuya carga genética ya se conoce –entre ellos el ser humano–, los fragmentos ausentes han sido deducidos por comparación con otros organismos.

El procedimiento empleado por los investigadores es algo diferente del empleado en el Proyecto Genoma Humano. Casi cualquier muestra biológica está de alguna forma contaminada por bacterias, hongos u otro tipo de microorganismos, aunque haya permanecido congelada a 20 grados bajo cero durante alrededor de 20.000 años, como lo estuvo la muestra principal utilizada en el trabajo. Sin embargo, esto no fue un problema para los científicos. La técnica utilizada permite obtener un extracto de todo el ADN presente en el pelo del mamut, romperlo en pedazos y separar después, mediante un proceso informático, el perteneciente al animal del Pleistoceno de aquel procedente de otros organismos microscópicos.

Una vez separado, llega el momento de ordenar el material genético perteneciente al mamut. Para ello, se usa el genoma del elefante como patrón, lo que permite averiguar, como se ha comentado más arriba, que la muestra contiene entre un 70 y un 80% del genoma completo. El resto se infiere mediante complejos procedimientos comparativos.

La divergencia entre la carga genética del mamut y del elefante es la mitad que la que existe entre el chimpancé y el ser humano, lo que ha permitido conocer la distancia evolutiva que separa al mamut de su pariente vivo más cercano. Según los propios autores, ambos grupos han permanecido separados y evolucionando por caminos diferentes durante más de 1,5 millones de años. Una distancia evolutiva que quizá haga imposible que se alcance el sueño de revivir al mamut lanudo después de milenios de extinción.

Tomado de elmundo.es